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06 ene 2022Magazine, Races

Sucedió un septiembre

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Sucedió un septiembre

El motor V6 «Dino» dominó la temporada de 1961, que culminó con su victoria en el Gran Premio de Italia en Monza, donde Ferrari selló su primer doble triunfo en los campeonatos de pilotos y constructores de Fórmula 1

Texto – Kevin M. Buckley

En 1961, John F. Kennedy ocupaba la Casa Blanca en su dorado Camelot presidencial y el soviético Yuri Gagarin se convertía en el primer hombre en el espacio. En la Fórmula 1, el Campeonato del Mundo llegó a Monza el 10 de septiembre para un esperadísimo Gran Premio de Italia. 


La Scuderia Ferrari contaba con los dos pilotos que se disputaban el Campeonato del Mundo: Wolfgang von Trips, un aristocrático corredor alemán de talento natural, y Phil Hill, un estadounidense de mentalidad técnica en su quinta temporada con la Scuderia. La ventaja de cuatro puntos de Von Trips lo convertía en claro favorito para la penúltima carrera de la temporada. 





Phil Hill y Wolfgang Von Trips ya habían disfrutado de un éxito considerable cuando llegaron al GP de Italia




Había sido un año tumultuoso para el deporte, dominado por el nuevo y revolucionario Ferrari F1 156, que dejaría su marca en la historia del automovilismo. Diseñado por Carlo Chiti y Mauro Forghieri como respuesta a las nuevas normas de la Fórmula 1 que limitaban el tamaño de los motores, su motor V6 «Dino» de 1500 cc de aspiración natural simplemente arrasó con la competencia y ayudó a la Scuderia a llevarse los cuatro primeros puestos en Bélgica y los tres primeros en Inglaterra. El 156 contaba con una transmisión de 5 velocidades, frenos de disco Dunlop en las cuatro ruedas, suspensión independiente en cada rueda y amortiguadores telescópicos.






Vea cómo el Ferrari 156 F1 'Sharknose' ayudó a Phil Hill a ganar el Campeonato Mundial de 1961




Pero fueron las elegantes líneas del coche, dominadas por la forma puntiaguda de la toma de aire delantera, las que lo hicieron famoso entre los espectadores, y su perfil de «nariz de tiburón» lo convirtió en un icono de estilo perdurable. Cinco 156 compitieron aquel caluroso domingo de septiembre, cuando un enorme grupo de treinta y dos coches de carreras de Fórmula 1 salieron de la parrilla de salida a las tres de la tarde. Dos horas, tres minutos y trece segundos después, la «nariz de tiburón» de Hill cruzaba la línea de meta de Monza: el título mundial era suyo y se convertía en el primer campeón estadounidense de Fórmula 1. Esa temporada, Ferrari ya había conseguido su primer título de constructores, por lo que aquel décimo día de septiembre de 1961 quedó impreso de forma indeleble en las sustanciosas páginas de la historia del automovilismo.





Con su motor V6 Dino, frenos de disco en las cuatro ruedas y suspensión de ruedas independiente, el Ferrari 156 F1 dejaría su huella en la historia de las carreras




Trágicamente, el apuesto Von Trips murió en un espantoso accidente en la segunda vuelta, que también se cobró la vida de más de una docena de espectadores. A pesar de su histórico doble campeonato, una Scuderia desconsolada se retiró del último GP de la temporada como muestra de respeto por el admirado piloto alemán y por todas las víctimas. 

 




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