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07 oct 2020Cars

Ojos en la carretera

07 octubre 2020

Alessio Viola

Ferrari siempre ha estado a la vanguardia tecnológica. Ahora, la tecnología de las interfaces hombre-máquina, que pueden detectar incluso los movimientos oculares más rápidos, está ayudando a desarrollar nuevos salpicaderos y mejorando la experiencia de conducción


La electrónica ha revolucionado el sector de la automoción, tanto en términos de producción como de experiencia al volante. Y en ningún sitio es más cierto, quizá, que en la electrónica de a bordo, que ha cambiado la fisonomía del habitáculo a un nivel sin precedentes en el espacio de pocos años. En Ferrari, estas tecnologías se han utilizado para ampliar y mejorar la experiencia de conducción y asegurar así que los coches del Cavallino Rampante sigan distinguiéndose del resto de los vehículos del planeta.

El proceso de desarrollo consta de varias etapas. Al principio, el equipo responsable de la ergonomía en Maranello se encarga de definir la posición de conducción, un proceso que va, sobre todo, de hacer números (distancias, ángulos, alineación y una infinidad de parámetros más). A continuación, los resultados se comparten con el equipo encargado de la interfaz hombre-máquina (HMI) y todos juntos trabajan en la creación de la cabina propiamente dicha.

En esta fase, el aliado más importante es el simulador de conducción. Lo utilizan para recrear las condiciones de conducción de forma precisa y repetible. El proceso comienza con la “interacción libre”, que tiene lugar en una selección de carreteras virtuales muy diferentes entre sí y que crean una experiencia de conducción virtual extraordinariamente similar a la real. Estas rutas son equivalentes virtuales de las utilizadas en el mundo real, como es el caso del escenario de Puianello, un clásico de las pruebas de conducción de Ferrari.

Después de las pruebas iniciales, el equipo se centra en perfeccionar la HMI en el simulador: probar la posición de los objetos en la pantalla virtual, y ajustar los colores y los tiempos de reacción de la pantalla. Todos los parámetros se controlan mediante tecnología de seguimiento ocular, que consiste en entrenar a una cámara de video especial enfocada al conductor, en particular a su rostro, para estudiar sus movimientos y comportamientos. El seguimiento ocular mide el tiempo que pasa sin mirar la carretera, los segundos necesarios para realizar una determinada operación y miles de parámetros más que determinan las acciones (y distracciones) del conductor al volante. Esta tecnología está evolucionando rápidamente gracias a la biometría, que permite añadir a la “ecuación” parámetros tales como la dilatación de las pupilas, el ritmo cardíaco y la tasa de transpiración, lo que aporta aún más profundidad y precisión al análisis.

No obstante, el proceso de ajuste final necesita un entorno real y el coche HMI, un 488 GTB que parece un laboratorio móvil más que otra cosa. Aquí, la prueba más dura y completa de todas sigue siendo la carretera. La razón es que la imprevisibilidad del tráfico y las condiciones meteorológicas hacen que las cargas cognitivas varíen, lo que proporciona las condiciones perfectas para solucionar cualquier problema técnico final. La seguridad no es el único factor que está en juego: la interfaz HMI y todo lo relacionado con ella pueden influir en la esencia misma de un Ferrari, que es la capacidad de transmitir placer al volante.

Por lo tanto, no basta con diseñar algo bello y construido con minuciosidad: tiene que cumplir la misión para la que se ha concebido, y hacerlo una y otra vez. A menudo, esto obliga a los equipos de desarrollo a alejarse de lo convencional, a aplicar conceptos e ideas que quizás ya existan, pero que tienen poco o nada que ver con los coches. “Puede parecer paradójico”, dice Maximilian Romani, jefe del departamento de HMI y Ergonomía, “pero, si realmente quieres interpretar una especificación de manera que sea cien por cien Ferrari, tienes que olvidarte de la tradición. Es lo que llamamos “Ferraritudine”: una forma de trabajar que no descarta nada y no establece límites de antemano. Te obliga a inventar algo diferente de lo que la historia y la leyenda de Ferrari te impondrían".

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