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El signo de los tiempos

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El signo de los tiempos

En 1964, reflejo del espíritu optimista de la época, se lanzó el Ferrari 275 GTB, que estableció nuevos parámetros para la estética del diseño automovilístico e hizo que las estrellas de Hollywood se desmayaran de admiración

Texto: Jason Barlow

Corre el año 1964 y el mundo está cambiando. Los Beatles y los Rolling Stones, que han absorbido el blues y se han convertido en asombrosos intérpretes en directo, se disponen ahora a reexportar la música al país en el que se originó y, de paso, reconfigurar el mundo del espectáculo.

En el cine, Goldfinger, la tercera edición de James Bond, sembró la idea de la superproducción cinematográfica e introdujo una nueva y potente forma de celebridad. En Japón, en octubre de 1964 empezó a funcionar el tren bala de alta velocidad Tokaido Shinkansen. En términos de modernismo elegante, no había nada mejor. 





Arriba: el 275 GTB, número 252, que ganó la carrera de montaña de Ascoli a Colle San Marco en 1966




Festejado ya en Italia y Europa, a estas alturas también América caía bajo el hechizo de Enzo Ferrari. A la élite del mundo del espectáculo de Hollywood le encantaba sus coches, y un grupo cada vez más numeroso de profesionales y pilotos privados competían con coches Ferrari antiguos y nuevos en muchos de los polvorientos aeródromos reconvertidos en circuitos de carreras. Y llegó el 275 GTB.

Presentado en el Salón del Automóvil de París de 1964, mostraba a Ferrari en la cúspide del modernismo que se apoderaba del mundo entero. Su misión era sustituir al lujoso 250 GT Lusso, un coche de insuperable elegancia. El talento combinado de Ferrari, Pininfarina y el carrocero Scaglietti garantizaba que esto no solo no sería un problema, sino que el nuevo coche anunciaría un cambio de paradigma en el lenguaje de diseño de la Casa de Maranello. 





Arriba: líneas silenciosas de 'scocche' (carrocería) del 275 GTB, fotografiado en 1965




En consecuencia, el 275 GTB tenía un capó largo, una presencia trasera de cabina espectacular y una cola corta Kamm con su distintivo movimiento hacia arriba. También incluía un notable avance en su ingeniería. El 275 GTB era más ligero que el Lusso, mientras que su V12 aumentaba de cilindrada hasta los 3286 cc con una potencia declarada de 280 CV a unas sonoras 7600 rpm. Toda esa potencia se aprovechaba en un transeje trasero de cinco velocidades, el primero de su categoría en aparecer en un Ferrari de carretera.

La historia del 275 GTB es la misma que la de otros Ferraris de la época dorada: una tirada de producción sorprendentemente corta y una evolución constante, aumentada por versiones de competición y actualizaciones técnicas. Cuando la FIA se negó a homologar el 250 LM en la categoría GT, Ferrari modificó el 275 GTB para adaptarlo a la competición. Aquí destaca el glorioso 275 GTB «Speciale», del que se fabricaron tres unidades y cuyas modificaciones incluían un chasis más ligero y un motor Tipo 213 puesto a punto. El Speciale demostró ser un digno sucesor del 250 GTO cuando terminó tercero en Le Mans en 1965. 




De izquierda a derecha: el hermoso volante con borde de madera del automóvil; detalle de la primera relación de la palanca de cambios en 'dogleg'; chasis n.º 10621, el Ferrari 275 GTB, propiedad original de Steve McQueen




Tras dos años de intenso trabajo, en el Salón de París de 1966 debutó el 275 GTB4. Esta versión contaba con un V12 de cuatro árboles de levas, el primer Ferrari de serie con esta configuración, que alcanzaba los 300 CV a 8000 rpm. Luigi Chinetti, agente de la empresa en Norteamérica, vio potencial en el mercado estadounidense con una versión convertible y encargó unas 25 unidades. Al final, solo se fabricaron 10 de los llamados NART Spider, lo que convirtió el original en una especie de unicornio Ferrari.

Su rareza era tal que más tarde se pusieron de moda las conversiones no autorizadas. Eso es lo que le ocurrió al chasis del 275 GTB n.º 10621, originariamente una berlinetta propiedad de un tal Steve McQueen. Entregada de fábrica en color marrón «Nocciola», McQueen hizo repintar el coche en rojo Chianti y sustituyó las llantas Campagnolo por llantas de radios Borrani. Utilizaba el Ferrari para desplazarse de Los Ángeles al plató de Bullitt, que se rodó en gran parte en San Francisco. 





Arriba: el piloto de Fórmula 1 de Ferrari, Charles Leclerc, al volante de un 275 GTB en Fiorano




Una década más tarde, en 1980, este 275 GTB se sometió a la mencionada transformación en Spider. En 2010, su nuevo propietario, el australiano Vern Schuppan, expiloto de Fórmula 1, decidió devolver al coche su antiguo esplendor y confió la restauración al departamento Classiche de Ferrari. 

Una vez terminado, The Official Ferrari Magazine fue invitada a conducir el 275 restaurado. En movimiento, el sonoro rugido de aquel V12 Colombo —seguramente uno de los mejores sonidos del mundo del automóvil— era una sensación única que cortaba la respiración cuando alcanzaba su crescendo en la línea roja. Se trataba de un coche físico de conducir y requería cierta determinación. Ahora imagina que eres Steve McQueen en dirección norte, atravesando la bruma marina de primera hora de la mañana, por la autopista de la costa del Pacífico de camino a un día de rodaje. O corriendo con un 275 GTB Competizione durante muchas horas por Le Mans o Spa. Coche y leyenda se mezclan al estilo Ferrari.





Imagen de portada: un 275 GTB aparcado en Copenhague en 1964, con la famosa figura de "La Sirenita" de Edvard Eriksen de la capital danesa en el muelle de Langelinie

ESTA HISTORIA FUE TOMADA DEL NÚMERO 64 DEL THE OFFICIAL FERRARI MAGAZINE


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