En 1954, Luigi Chinetti, amigo íntimo del fundador de la Casa de Maranello, se convirtió en el primer importador de Ferrari en el «nuevo mundo». Hoy existen más de cincuenta concesionarios en todo el continente americano. Aquí echamos un vistazo a las razones que explican el creciente entusiasmo que sienten en Estados Unidos por el Cavallino Rampante. Y al esforzado equipo que trabaja con ese objetivo
¿Qué es Ferrari? Mucho más que un simple fabricante de automóviles o un equipo de carreras, eso seguro. Es una fuerza casi primigenia, representada por el color rojo, y uno de los logotipos más inmediatamente reconocibles en todo el mundo. Y además es un vehículo para contar historias, el proveedor de un arco narrativo que abarca gran parte de lo que nos emociona como seres humanos.
Sin embargo, incluso en un mundo que a menudo está histéricamente interconectado, Ferrari significa cosas diferentes en lugares distintos. Al organizar su negocio minorista en distintos centros, Ferrari ha abordado este desafío estandarizando procesos y aplicando las mejores prácticas a nivel suprarregional, sin dejar de estar atento a las peculiaridades locales.
Ahora bien, cuando hablamos de las Américas, el concepto de Hub ya está bien consolidado. «Norteamérica tiene una energía contagiosa. Realmente, sigue siendo la tierra de las oportunidades», insiste Matteo Torre, presidente de Ferrari North America desde 2017. Su radio de acción también incluye Sudamérica. Es un mercado dinámico, una región que respaldó una marca esencialmente italiana mucho antes de que nadie supiera en qué consistía verdaderamente una «marca». En la actualidad, hay 41 concesionarios en Estados Unidos, cuatro en Canadá y siete en Sudamérica.
Fue Luigi Chinetti, viejo amigo y confidente de Enzo Ferrari, quien primero convenció al fundador de la empresa de que Estados Unidos era un lugar digno de su atención. Chinetti fue un piloto de carreras formidable y tres veces ganador de las 24 Horas de Le Mans. Pero también fue el primer importador oficial de Ferrari al «nuevo mundo» desde sus instalaciones en la 11.ª avenida de Manhattan.
Eso fue en 1954, aunque ya vendía Ferraris a los primeros usuarios de Estados Unidos a finales de los años 40. Poco después, nació el famoso North American Racing Team (NART), cuya insignia tiene especial resonancia hasta el día de hoy. Enzo Ferrari, el «ingeniero», también era un comerciante nato y rápidamente apreció el poder de la nueva élite estelar del mundo del espectáculo de Hollywood.
El carácter esotérico de este mercado perdura hasta el día de hoy, como confirma Torre: «Un Ferrari no tiene casi nada en común con el tipo de coches que los estadounidenses conducen todos los días. Pero lo que sí les hace vibrar es el legado, el aspecto de los coches y el componente exótico. Para un estadounidense es una señal de haber triunfado».
Con 70 años de experiencia a sus espaldas, el Ferrari Hub norteamericano es una operación inteligente. Radicada actualmente en Englewood Cliffs, en Nueva Jersey, la oficina está justo cruzando el río Hudson desde Manhattan, donde se encuentra uno de los pocos talleres Tailor Made fuera de Maranello, en la esquina de Park Avenue y la 55.ª. Torre, que este año celebra 25 años en Ferrari, está orgulloso del equipo que ha ayudado a crear en Estados Unidos.
«En el equipo hay 107 personas. Es la oficina más grande fuera de Maranello por el área geográfica que cubrimos, pero también por la complejidad de este mercado». También tiene clara la importancia de la diversidad en el lugar de trabajo. «Aproximadamente un 35 % del equipo son mujeres», señala. «En Estados Unidos, probablemente seamos el punto de referencia para la industria automotriz».
Esta importante región de Ferrari disfruta además de un grado considerable de autonomía pero, a pesar de su importancia para el negocio, no se aleja demasiado de la nave nodriza. «La función del Hub es conocer el mercado, informar de sus especificidades y traducir el mensaje de la sede de Maranello», afirma Torre.
Hay otras tendencias importantes. Los clientes son cada vez más jóvenes; el 40 % de los nuevos propietarios de Ferraris tienen menos de 40 años. «Ahora lo que vemos es la interacción de la siguiente generación con la marca», explica Torre. «También contribuye la popularidad de la Fórmula 1. Hoy es uno de los deportes más visibles en Estados Unidos y tenemos tres GP, además de las competiciones de Canadá, México y Brasil».
Ferrari también sigue creciendo. Si viera la difusión de sus productos y sus resultados fiscales, Luigi Chinetti se frotaría los ojos con incredulidad. Para Torre, el deseo por una de las grandes marcas de lujo no ha disminuido en absoluto. «El mundo indudablemente ha cambiado y nosotros también. Estamos aumentando la producción, sobre todo por la demanda, y la sensación de exclusividad es aún más acusada que en el pasado. Siempre se dijo que debíamos producir un coche menos que el número demandado. Puedo asegurarles que, hoy en día, esa cifra es mucho mayor».