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Pasión

Héroe y conquistador

Aunque de rostro menos conocido entre el exaltado grupo de enérgicos pilotos de carreras de la posguerra, Umberto Maglioli era una fuerza de peso. Celebramos el 70 aniversario de su glorioso triunfo en la temible Carrera Panamericana de 1954
Texto: Jason Barlow
Quinto Fabio Máximo Verrucoso fue un general y cónsul romano del siglo III a. C. cuya tenacidad luchando contra Aníbal se convirtió en leyenda. Sin duda, inspiró muchos homenajes, pero ninguno como el de Umberto Maglioli: este piloto italiano grabó el nombre del ilustre general en la zona superior del parabrisas de su Ferrari 375 MM antes de la Carrera Panamericana de 1953 en México.

Arriba: Umberto Maglioli fotografiado en 1954, el mismo año de su heroico triunfo en la Carrera Panamericana

El padre de Maglioli quería que su hijo fuera médico y, aunque el joven eligió el impredecible mundo del automovilismo, aparentemente estaba cortado por un patrón diferente al de sus despreocupados rivales. «Maglioli es otra cosa», declaró un amigo italiano a Sports Illustrated en 1954. «No es impetuoso. No come mucho, bebe menos de lo que come, no está loco por las mujeres y se rige por la cabeza. Eso no es habitual en los jóvenes italianos, pero en un piloto italiano es casi imposible».

Nacido en 1928 en Biella, en la región el Piamonte, en el norte de Italia, Maglioli conoció el automovilismo gracias a Giovanni Bracco, su amigo y colega piloto. Tendría el honor de competir con la Scuderia Ferrari en tres campeonatos mundiales de Fórmula 1 en 1953, 1954 y 1955, pero sus apariciones fueron esporádicas y la puntuación mínima.


Arriba: el Ferrari 375 Plus contaba con un motor V12 de casi cinco litros y una carrocería de Pininfarina. Su victoria más significativa fue en la Carrera Panamericana de 1954 con Maglioli al volante, pero también triunfó en Agadir, Silverstone y Le Mans

Sin embargo, en aquel entonces las carreras automovilísticas atraían por igual a pilotos y aficionados, y en este terreno Maglioli demostraría ser tenaz. Compitió en la Targa Florio en 19 ocasiones, ganó tres ediciones de la exigente clásica siciliana y disputó la Mille Miglia 10 veces. Pilotando con Mike Hawthorn un Ferrari 375 MM Coupé, también ganó las 12 Horas de Pescara en 1953. Es tentador pensar que no quedaba ningún rincón de las rutas automovilísticas italianas que este joven gladiador no conociera íntimamente.

Arriba: Enzo Ferrari inscribió cinco de sus autos de carreras en la Carrera Panamericana de 1953 como una forma de mostrar la marca al floreciente mercado norteamericano

Sin embargo, el escenario de su mayor triunfo fue una carrera lejos de Europa. De vuelta en México para la Carrera Panamericana de 1954, Maglioli disponía de un nuevo Ferrari 375 Plus, una obra típicamente curvilínea de Pininfarina provista de un chasis rediseñado y un motor nuevo verdaderamente potente. Con casi 5 litros, era el V12 de mayor cilindrada que Ferrari había fabricado hasta la fecha y, con más de 330 CV, su potencia estaba a la altura. La suspensión utilizaba un nuevo eje trasero De Dion y amortiguadores Houdaille, lo que favorecía un manejo más dócil. También estaba equipado con un enorme depósito de combustible de 190 litros, volumen necesario en la Carrera Panamericana.

Arriba: Maglioli conversa con su compañero piloto italiano Fabrizio Serena (izquierda) antes de la Carrera Panamericana de 1953

Y qué carrera. Endiabladamente peligrosa, se corrió por primera vez en 1950 para marcar el final del tramo mexicano de 3500 kilómetros que la carretera Panamericana recorre de norte a sur.

Al principio atrajo a un grupo heterogéneo de competidores aficionados, pero pronto las grandes berlinas de Estados Unidos se enfrentaron a los deportivos más ágiles de Europa y la lista de pilotos inscritos era el elenco estelar del automovilismo. Ferrari salió victorioso en 1951, pero en 1952 ganó Mercedes-Benz (a pesar de que un buitre se estrelló contra el parabrisas del coche líder), que repitió en 1953.

Ahora la Panamericana era un evento importante del deporte de motor, con categorías separadas para equilibrar la competición, pero ese mismo año también se produjeron más accidentes que nunca. Partiendo de Tuxtla Gutiérrez, la ruta discurría a lo largo de la meseta central de México, que subía 3000 metros para volver a bajar e incluía más de 3000 curvas; si errabas la entrada o salida de una de ellas, te esperaba un destino espantoso.


Arriba: Maglioli, junto con sus copilotos Mario Ricci y Forese Salviati, condujeron un Ferrari 375 MM hasta el sexto lugar en la Carrera Panamericana de 1953

En 1954, el desafío para los rivales de Maglioli consistía en superarlo en las curvas de montaña, ya que el Ferrari era demasiado potente para alcanzarlo en las rectas más largas, donde podía llegar a los 280 km/h. En realidad, aquel año el principal competidor del italiano era otro piloto de Ferrari, un joven estadounidense llamado Phil Hill. Competía en un 375 MM de tres años propiedad del corredor independiente Allen Guiberson y, aunque de carácter nervioso, Hill, futuro campeón de Fórmula 1 para Ferrari, era un piloto nato. De hecho, lideró la primera etapa, pero enseguida se impondría la potencia superior de Maglioli. En las llanuras desérticas del tramo final, cerca de Juárez, una multitud de 100 000 personas esperaba la llegada de los primeros coches. El Ferrari de Maglioli entró en primer lugar tras recorrer 3070 kilómetros a una velocidad media de 170 km/h.

«Los coches de carrera se parecen a la ruleta ruta», declaró Maglioli a la prensa tras su victoria. «Los que corremos sabemos que es peligroso, pero en cuanto nos sube la adrenalina, no nos conformamos con nada más».

(Posdata:: Umberto Maglioli ganó las 12 horas de Sebring en 1964 con un Ferrari 275 P. Se retiró del automovilismo en 1970 y murió en 1999).


Imagen de portada: Umberto Maglioli pilota su Ferrari 375 Plus sobre la línea de meta en Ciudad Juárez, México, obteniendo la victoria en la Carrera Panamericana de 1954