Cada Cavallino Rampante de producción comienza su vida como un modelo de arcilla a tamaño real hecho a mano en el departamento de modelado de Ferrari
En los dos episodios anteriores de «En el interior de la fábrica» exploramos la fundición y el departamento de mecanizado, dos piedras angulares del proceso de producción de Ferrari donde el aluminio y el acero se funden, templan y reprocesan en intrincados componentes de rendimiento.
Ubicada en el centro de diseño Centro Stile, el taller de maquetas es donde diseñadores matemáticos, modeladores y especialistas en color y acabado trabajan juntos en una etapa fundamental de la construcción de un nuevo Cavallino Rampante. Utilizando diseños matemáticos en 3D creados a partir de dibujos y bocetos en 2D, se construye en arcilla un modelo físico del automóvil de tamaño natural.
Es un proceso riguroso y delicado en el que se vuelcan experimentados modeladores escultóricos con calendarios apretados para alcanzar un resultado que se corresponda con las hipótesis formadas en los bocetos originales y el proceso de modelado digital 3D.
Echa un vistazo exclusivo a un Ferrari que cobra vida en el taller de maquetas
Un solo ciclo, desde el boceto hasta el coche terminado, tarda siete semanas, pero en el modelado con arcilla hay un promedio de al menos dos ciclos de desarrollo, con la opción de redefinir piezas sueltas en consonancia con las diversas fases de ingeniería.
La primera etapa consiste en construir un bastidor de metal (y a veces componentes de madera) sobre el que se aplica y trabaja la arcilla. Lo que sigue es un diálogo constante entre modeladores y diseñadores a medida que el automóvil asume su forma casi definitiva a lo largo de una serie de fases sucesivas de corrección manual, digitalización para ingeniería inversa y fresado automático.
Para la fabricación de piezas individuales se utilizan técnicas modernas de reproducción estereolitográfica y moldes específicos, mientras que las «piezas duras» se elaboran con un material polimérico especial de alta densidad que es más resistente y menos propenso a responder a la temperatura del modo que lo hace la arcilla moldeable.
Una vez terminado el modelo, la arcilla se limpia y se aplica una película fina y ligera a las secciones de la carrocería antes de colocarlo bajo luces LED. Este proceso muestra los «reflejos» (cómo incide la luz en la carrocería) y es una parte integral del proceso de diseño. La luz debe recorrer el coche de manera uniforme y, si no lo hace, la película se retira y el equipo ajusta la arcilla a mano hasta que lo haga. Finalmente, se realiza una última digitalización para generar datos de primera clase en los que se basará el modelo de producción.
Es un trabajo artesanal y una prueba de que no importa lo buena que sea la tecnología: en la fábrica de Ferrari del siglo XXI, los recursos más valiosos siguen siendo las manos, los ojos y el juicio humanos.