Sobre la entrada de la planta de soldadura de carrocerías de Ferrari figura el apellido Scaglietti, un recordatorio permanente de Sergio Scaglietti, que fue uno de los colaboradores más cercanos de Enzo y cuyo taller compró en 1977.
Juntos, los dos hombres combinaron avances tecnológicos e ingenio estético para producir multitud de iconos de Ferrari, incluidos el GTO, el Monza y el Testa Rossa.
Hoy en día, ese espíritu vive en la planta de soldadura de carrocerías, ya que el taller busca constantemente ese equilibrio óptimo entre artesanía y automatización robotizada.
El ritmo es ciertamente más rápido de lo que era en la época de Scaglietti. La línea de montaje gestiona 62 coches al día, divididos en modelos V8 (y ahora el V6 296 GTB) y V12. Cada automóvil pasa por 36 estaciones y cada fase tiene asignados 16 minutos, aunque los niveles de automatización involucrados en el proceso de producción difieren ligeramente, dependiendo del tamaño del cilindro.
Las tres etapas principales de la planta de soldadura de carrocerías se conocen como Lastratura, Ferratura y Revisione. La primera etapa consiste en tomar el chasis básico y soldarle las piezas estructurales de los paneles laterales y el techo. La segunda etapa comienza con una revisión de la soldadura y la limpieza de las superficies antes de incorporar las piezas móviles, como las puertas y la capota delantera. La tercera etapa es el control de calidad final, donde el coche se lava y se coloca bajo una iluminación especial para verificar las tolerancias (por ejemplo, en algunos modelos solo puede haber un espacio de 3,5 milímetros entre la puerta y el panel lateral) y las superficies estéticas después de la soldadura.
Todos los coches de la línea de montaje deben pasar por estas tres etapas, pero hay una gran diferencia en el proceso entre los V8 y los V12, y se encuentra en un área conocida como OP40, que alberga cuatro robots. En los modelos V8, todo el montaje del panel lateral trasero lo realizan estos robots, que trabajan en dos pisos para colocar las piezas correctas según el chasis y luego soldarlas en su lugar.
Por el contrario, no hay automatización en el proceso de soldadura de los V12. Lo realizan especialistas, lo que requiere habilidades estéticas de precisión que difieren de todas las demás soldaduras realizadas en el taller. El objetivo es garantizar que, al ensamblarla, la carrocería se convierta en una forma acabada completa en lugar de parecer dos piezas unidas entre sí.
Y es este enfoque manual el que quizá define la dedicación artesanal en la soldadura de carrocerías que ha existido durante generaciones. En la época de Scaglietti, los constantes sonidos de martillos y prensas de metal manuales en acción indicaban la llegada de otro ícono de Ferrari; en la actualidad, es el trabajo estético preciso, hecho a mano, no por robots, lo que marca la diferencia.