Para muchos, entrar en el habitáculo de un monoplaza de Fórmula 1 es el sueño de su vida. Para un piloto, se convierte en un objetivo desde que conduce por primera vez un kart. Y si el monoplaza es de color rojo y exhibe un Cavallino Rampante sobre un fondo amarillo, la posibilidad de cumplir ese sueño y ese objetivo es un privilegio reservado a unos pocos. Conducir un Ferrari de Fórmula 1 es un placer y una responsabilidad a los que solo una exclusiva élite de campeones tiene acceso.
Al día siguiente de las Finales Mundiales, este club tenía cinco miembros más: James Calado, Alessandro Pier Guidi, Daniel Serra, Miguel Molina y Toni Vilander. En Mugello, la actividad en la pista no cesó para los clientes de Club Competizioni GT y para cinco pilotos oficiales de Competizioni GT que recibieron un premio especial en reconocimiento a una temporada memorable.
“A menudo decimos que contamos con un grupo de pilotos excepcionales, no solo por los resultados que pueden conseguir, sino también por su capacidad para trabajar con el equipo y mejorar continuamente nuestros coches y sus prestaciones”, señala Antonello Coletta, responsable de Ferrari Attività Sportive GT, que continúa diciendo: “Para agradecerles su dedicación y los éxitos que han conquistado con nuestros colores, quisimos organizar una sorpresa que seguramente no olvidarán”.
La sorpresa adoptó la forma de un Ferrari F60, el gran protagonista del Ferrari Show del día anterior, que había hecho las delicias de los 28.000 espectadores que abarrotaban las gradas. El monoplaza con el que la Casa de Maranello disputó la temporada 2009 del mundial de Fórmula 1 se puso a disposición de estos cinco pilotos durante dos stints que debían completarse en un determinado número de vueltas, todo bajo la atenta mirada del equipo de Corse Clienti.
Como es “tradicional”, la primera operación en la que participaron los pilotos fue el ajuste del asiento montado en el habitáculo. Esta fue seguida de unas breves instrucciones en una sesión un tanto insólita, ya que los instructores fueron otros pilotos oficiales de Competizioni GT, como Giancarlo Fisichella, Andrea Bertolini, Olivier Beretta y Davide Rigon.
El primero que hizo resonar los 8 cilindros del F60 fue James Calado, tercer piloto del equipo Force India en 2013. Para el piloto inglés, que venía de triunfar en las 24 Horas de Le Mans junto a Daniel Serra y Alessandro Pier Guidi, fue una emoción más que añadir a todas las que han marcado el año 2019. Pero fue su compañero habitual del Campeonato Mundial de Resistencia, Alessandro Pier Guidi, el que menos refrenaba su entusiasmo por esta oportunidad. “Nunca había visto sonreír así a Alessandro”, bromeaba James.
“Ha sido mi sueño toda la vida, ¡desde que era un niño!”, replicaba el italiano, que tuvo que hacer un esfuerzo maratoniano para llegar a Mugello desde Portugal, donde solo unas horas antes había conquistado su cuarto éxito de la temporada en la ELMS, serie en la que se ha coronado campeón. Un sacrificio este que se vio compensado por la emoción de conducir el F60 y que el tercer vencedor de Le Mans, Daniel Serra, también estaba dispuesto a hacer “incluso para una simple prueba o cualquier otra cosa que necesitéis. ¡Cojo el primer avión que salga de Brasil y me planto allí!”, afirmaba medio en broma, medio en serio el piloto de São Paulo.
Nada más descender del monoplaza, los pilotos explicaban sus primeras sensaciones y los aspectos que más los había sorprendido del coche, pero todos compartían la sonrisa y una mirada de entusiasmo ante la cual era imposible no sentir cierta emoción. Una emoción que tampoco pudieron evitar el experto Toni Vilander, nuevamente campeón de la Blancpain GT World Challenge America, quien confesaba estar “en deuda por esta espléndida oportunidad”, ni Miguel Molina, que a mitad de la temporada había podido cumplir el sueño de correr el Mundial de Resistencia con los coches oficiales del Cavallino Rampante.