Juan Manuel Fangio tenía tanto carácter en la pista como fuera de ella. Era su propio representante y tenía las ideas muy claras, a lo que contribuía el hecho de no ser ya un jovencito. Un carácter tan arisco lo alejaba de Enzo Ferrari como si fuesen dos polos del mismo signo.
Fangio ganó tres mundiales de Formula 1, lo que lo consagró como el piloto más rápido de la primera mitad de los años cincuenta, a pesar de que las primeras cinco temporadas del mundial no corrió ni siquiera un gran premio con Ferrari, aunque, en 1952 y 1953, la Casa de Maranello era el equipo a batir.
Fangio se cruzó con Ferrari solo indirectamente: corrió un par de carreras en Brasil con el 166 del Automóvil Club Argentino, pero no existía ningún acuerdo entre Juan Manuel y Enzo. Sin embargo, tras la retirada de Mercedes al finalizar la temporada 1955, para el argentino y Ferrari no había ninguna solución más ventajosa que la de unirse.
El acuerdo se logró en el invierno de 1956. Ferrari puso a su lado un puñado de pilotos jóvenes y bien preparados. Esquivo y desconfiado, su adaptación a la escudería fue difícil, también porque la filosofía de Maranello es clara: Ferrari está antes que nada, incluso antes que un campeón como él.
La temporada comenzó en enero con el gran premio de Argentina, en una sucesión de competiciones que finalizaron con éxito. El acuerdo entre Fangio y Ferrari estaba dando los mejores frutos. El piloto y el equipo seguían triunfando, pero el baile en pareja no funcionaba para un personaje habituado a ir por su cuenta. La escudería hacía grandes sacrificios, pero nunca faltaba la polémica y la tensión de Fangio comenzaba a hacerse notar dentro y fuera de los circuitos.
El infortunio y los problemas mecánicos lo acompañaron hasta la doble victoria de Silverstone y Nurburgring. La certeza de hacerse con el título mundial llegó el 2 de septiembre en Monza, el último evento de la temporada, mientras que, gracias a los resultados del argentino, también se quedaba en Maranello el Campeonato del Mundo de Sport-Prototipos. Era el colofón a una temporada triunfal, pero también el fin de una relación más complicada que nunca entre el campeón de Balcarce y Ferrari.