En la temporada de 2008 de Fórmula 1, continuó el impetuoso duelo entre Ferrari y Mercedes. Todos ansiaban ver otro duelo entre Räikkönen y Hamilton, lo que, de hecho, obligó a Fernando Alonso a dejar McLaren y volver a Renault. Ferrari, por su parte, confirmó a Felipe Massa junto al campeón del mundo finlandés.
Hamilton y Räikkönen compartieron victorias en Australia y Malasia, mientras que Massa tuvo un inicio de Campeonato para olvidar, no consiguió ni un punto. El brasileño se recuperó en Bahrein y Turquía, mientras que en España ganó Räikkönen. Tras cinco carreras, los pilotos de Ferrari ocupaban los dos primeros puestos de la clasificación, Hamilton triunfó en Mónaco y el GP de Canadá se convirtió en una carrera delirante: el piloto inglés de McLaren no vio la luz roja al final de la calle de boxes e impactó contra el Ferrari de Kimi, poniendo fin a la carrera de ambos. Ganó Robert Kubica con el BMW Sauber, que se puso a la cabeza del campeonato.
Massa triunfó en Francia, mientras que Hamilton ganó en casa, en la carrera de Silverstone: la clasificación seguía tan reñida como siempre. Hamilton, Massa y Räikkönen tenían 48 puntos, y Kubica 46. McLaren ganó en Alemania, mientras que Massa parecía haber logrado la victoria en Hungría tras un espectacular adelantamiento a Hamilton. Sin embargo, la suerte no estuvo de su lado y, a tres vueltas del final, se le rompió el motor. Kovalainen aprovechó la situación y logró la única victoria de su carrera. El brasileño se recuperó en Valencia, en el GP de Europa, y en Bélgica al final de un largo duelo con Hamilton.
En Monza, tuvo lugar la segunda carrera loca de la temporada. El joven alemán Sebastian Vettel consiguió una sorprendente pole position el sábado al volante del Toro Rosso con motor Ferrari. Muchos creyeron que era la suerte del principiante debido a la lluvia, pero durante la carrera, que se corrió en mojado, Sebastian demostró ser un verdadero talento: era la primera y única vez que un monoplaza no Ferrari equipado con un motor Maranello se hacía con la victoria. Carrera bastante aburrida la de Massa y Hamilton, que se jugaban el Campeonato, y el brasileño terminó con un punto de ventaja sobre el inglés.
En Singapur, segundo episodio negativo clave de la temporada de Felipe. El brasileño entró en boxes aprovechando la intervención del coche de seguridad, debido al accidente provocado por Nelsinho Piquet, que más tarde resultó ser intencionado, pero se reincorporó a la carrera con la manguera de la gasolina aún puesta en su F2008. Fue el fin de la carrera para el brasileño, que iba en cabeza. Llegamos a la última cita, en Interlagos, y Felipe iba tras Hamilton que le llevaba siete puntos. Una diferencia que Räikkönen había conseguido recuperar el año anterior, pero era bastante difícil que este milagro se repitiera dos temporadas seguidas. La clasificación de Constructores era menos preocupante, Ferrari contaba con una ventaja de 11 puntos sobre McLaren.
En la salida, con la pista aún húmeda, Massa se situó en primera posición. Detrás Hamilton, que tenía una carrera bastante más complicada: se salió de la pista en un intento de adelantamiento y descendió a séptima posición. Si ganaba Felipe, a Lewis le bastaba con quedar quinto. El inglés en la vuelta 43 recuperó posiciones y el esfuerzo de Massa parecía inútil. Al final de la carrera, empezó a llover de nuevo y hubo un cambio de posiciones. Todos los coches se detuvieron excepto los dos Toyotas, que se arriesgaron e intentaron mantenerse en la pista con los neumáticos de seco.
A tres vueltas del final, Massa iba en cabeza y Hamilton sexto. Felipe cruzó la meta, aclamado por la afición paulista: en ese momento, es campeón del mundo. Pero Hamilton no se dio por vencido y, gracias a la lluvia que iba en aumento, consiguió adelantar al Toyota de Timo Glock en la última curva de la última vuelta y se alzó con el título por un punto. Felipe lloraba y se daba golpes en el pecho, sus lágrimas se mezclaban con la incesante lluvia. Fue derrotado, pero no para sus fans de Brasil que le brindaron una ovación a la altura de las que reservaban al legendario Ayrton Senna. Ferrari tuvo que conformarse con el decimosexto Título de constructores de su historia.