Todo el mundo sabe apreciar a ese amigo que te lleva en coche por su ciudad favorita, te enseña los lugares de moda e incluso te invita a cenar. Si esa ciudad es Austin y el coche es un casi mítico Ferrari Monza SP2, ese recorrido para iniciados se vuelve notablemente trepidante.
En vísperas del Gran Premio de Fórmula 1 de Estados Unidos de este año, que se celebró el 20 de octubre y en el que los pilotos de Ferrari Charles Leclerc y Carlos Sainz consiguieron el primer y el segundo puesto, respectivamente, Grant Shaw, coleccionista de Ferraris, nos sirvió de guía por la ciudad anfitriona y su divertido Circuito de las Américas (COTA).
Shaw, de 53 años, creció en Texas y se mudó a Austin en el año 2000, mucho antes de comprar su primer Ferrari, un California. Desde entonces, esta antaño adormecida ciudad universitaria, hogar de 52 000 estudiantes de la Universidad de Texas, se ha convertido en una megalópolis tecnológica y en la undécima ciudad más grande de Estados Unidos. Pero «Keep Austin Weird» sigue siendo el mantra de la ciudad. Shaw asegura que los residentes continúan protegiendo ferozmente ese espíritu ecléctico y desenfadado. «Vi gente de corazón joven, una energía única que tienes que experimentar para creer que existe, y me enamoré».
Shaw consigue rebelarse contra el conformismo aparcando cuatro coches del Cavallino Rampante en su rascacielos del centro de la ciudad y haciendo viajes a altas revoluciones al COTA. En estas calles urbanas, el estilo sobrenatural del Monza suscita sonrisas eufóricas e invita a los transeúntes a hacer fotos con el smartphone. «Tiene mucha presencia», manifiesta Shaw sobre la belleza del Nero Daytona con librea Grigio Alloy.
El COTA, primer circuito construido expresamente para la Fórmula 1 en Estados Unidos, añadió combustible de alto octanaje a los tiempos de bonanza de Austin cuando se finalizó en 2012. Y Shaw, este empresario de barba pelirroja y propietario de The Range at Austin (galería de tiro y armería), calcula que la mitad de los 1500 kilómetros de su Monza los ha recorrido en este circuito de 5,5 kilómetros. «Es increíble poder correr en la misma pista que la Fórmula 1», afirma.
Pero Austin no es una ciudad conocida únicamente por sus carreras. La ciudad y la música van de la mano, como Waylon y Willie, ya que Nelson se trasladó aquí desde Nashville en 1972. Su concierto de aquel año en Armadillo World Headquarters, la sala perfumada de cannabis, fue el Big Bang que puso a Austin en el mapa contracultural.
Desde entonces, SXSW («South by Southwest») ha llegado a simbolizar la efervescencia creativa de Austin. El SXSW ha pasado de ser un pequeño festival independiente en 1987 a convertirse en un coloso de la música, el cine, la televisión y la tecnología. Más de 1200 artistas han actuado este año en 65 escenarios, junto a 91 estrenos cinematográficos, cientos de conferenciantes y un desfile de estrellas de Hollywood.
Shaw se desvía a la Old 6th Street, también conocida como «Dirty 6». Aquí, estudiantes universitarios, lugareños y turistas deambulan entre restaurantes, bares y locales de música que dejan las puertas y las ventanas abiertas para atraer a los clientes. La West 6th Street es la prima de lujo de Dirty 6th, con locales como Ranch 616 y Waterloo Records and Video. «Old 6th Street es más universitaria, mientras que West 6th es “Oye, ahora que tienes trabajo, puedes gastar un poco más de dinero”», explica Shaw.
Pero este no sería un viaje a Austin sin una barbacoa, cocinada a fuego lento sobre el humo del «roble de los postes», símbolo de la barbacoa tejana desde hace más de 100 años. Hay una vertiginosa selección de locales que abarca desde los más tradicionales hasta los apetitosos camiones restaurante. Entre estos últimos figura KG BBQ, donde se come la carne ahumada egipcio-tejana de Kareem El-Ghayesh, maestro de la barbacoa y semifinalista de los premios James Beard. «Es un alimento básico de nuestra dieta y algo bastante especifico de Texas», afirma Shaw.
Algunas personas dan por sentado que todo Texas es llano y seco. Shaw se complace en demostrar lo contrario: justo en medio de Austin está el lago Lady Bird. Una rápida escapada al encantador Texas Hill Country sitúa el Monza en su hábitat natural. Le aguardan flores silvestres estacionales y curvas desafiantes, con nombres de película del oeste como Twisted Sisters (Las hermanas malvadas) y Devil's Backbone (El espinazo del diablo). Es el lugar perfecto para ver esta elegante barchetta en acción y admirar su forma dolorosamente romántica. Su diseño sin cristal acribilla a los pasajeros con todas las sensaciones que puede producir un V12 de 799 CV y 8500 rpm.
Shaw es un experto en parrilladas al aire libre sobre ruedas. Su colección incluye un SF90 Spider, un 812 Competizione A y un 458 Speciale A, un 296 GTB y un Purosangue, y tiene encargado un Daytona SP3. Pero de vuelta a los límites de la ciudad, Shaw admite que el tráfico es cada vez menos indulgente con los superdeportivos. Cuando Shaw se trasladó aquí, las normas aún prohibían construir edificios más altos que el capitolio del estado. Hoy vive en una torre de 56 pisos, afortunadamente con espacio para sus Ferraris.
«El ave estatal de Texas es la grúa de construcción», afirma. Pero aunque Austin ha crecido, su personalidad permanece. «Esta ciudad acepta muy bien cualquier excentricidad, ya sean coches o música. Austin lo acepta todo y por eso me encanta».