Desde el innovador grupo propulsor híbrido del 296 GTB hasta el desarrollo de su propia tecnología de baterías, la revolución eléctrica avanza con paso firme en Ferrari
«El primer Ferrari eléctrico tendrá sus raíces en nuestro legado del mundo de las carreras y se basará en un acervo técnico más amplio, pero conservando toda su autenticidad y coherencia. Desde el día en que llegué, me siento orgulloso de poder aportar mi propio conocimiento de la tecnología, experiencia y red al impresionante trabajo que realiza el equipo», declaró el director general de Ferrari, Benedetto Vigna.
Ferrari aspira a lograr la neutralidad de carbono en 2030. Y, aunque sigue apostando por la combustión interna, está dando un importante giro hacia la electrificación. Para 2026, aproximadamente el 60% de la oferta de venta de Ferrari se distribuirá entre coches 100% eléctricos e híbridos. De hecho, estamos construyendo un nuevo edificio, una planta especialmente diseñada, que se dedicará principalmente a la fabricación de motores eléctricos, paquetes de baterías e inversores de potencia.
Y en lo que respecta a la electrificación, Ferrari se mantiene fiel a su legado de las carreras, centrándose en aligerar peso, en las prestaciones y en ofrecer una experiencia de conducción única, gracias a un proceso en el que se integrarán módulos de baterías fabricados a mano en el chasis de los coches que salen de las líneas de producción de Maranello.
Ferrari también es famosa por el impresionante sonido de sus motores. Los grupos propulsores eléctricos son bastante silenciosos y suaves, cualidades que se adaptan a la mayoría de las aplicaciones de la automoción. Sin embargo, uno de los aspectos clave de los deportivos es ofrecer grandes emociones y, para ello, es vital contar con una banda sonora vibrante y enérgica.
Siempre ha sido el alma de Ferrari, desde el primer coche que salió por las puertas de su fábrica, en 1947. Por eso, los ingenieros de Ferrari están trabajando en "nuevas firmas sonoras" para los vehículos eléctricos, que despierten emociones y puedan competir con las de sus famosos motores de combustión. «Aparentar» no forma parte del modus operandi de Ferrari. En Maranello, gustan las cosas reales.
El salto a la electrificación no se está haciendo de golpe. Gracias a sus profundas raíces en la Fórmula Uno, hace tiempo que existe una importante transferencia de tecnología entre las actividades de competición de Ferrari y sus coches de serie. La F1 adoptó el sistema de recuperación de energía cinética en 2009; la energía que se pierde al frenar se recupera, se almacena en una batería y se vuelve a utilizar.
El primer Ferrari híbrido de carretera llegó en 2013 bajo la apariencia del formidable LaFerrari. Sus distintivos cables de alta tensión de color naranja y su configuración con doble motor eléctrico permitieron aumentar la potencia de este hipercoche, con carrocería de fibra de carbono, sumando los 163 CV de potencia del motor eléctrico a los 800 CV de su V12 de 6,3 litros.
En 2020, el SF90 Stradale fue aún más lejos. La última versión, el SF90 XX Stradale, está propulsado por un motor V8 biturbo de 4,0 litros que desarrolla 797 CV a 7.900 rpm. Y, además, lleva tres motores eléctricos, dos en el eje delantero y uno en el trasero, integrado magistralmente entre el motor y la caja de cambios, para añadir otros 233 CV de potencia intergaláctica.
En el modo eléctrico, el SF90 XX Stradale puede recorrer unos 18 km en silencio, una sensación extraña al volante y que desconcierta a los que lo contemplan. Pero, además de mejorar la eficiencia y reducir las emisiones, la energía ahorrada también se utiliza para afinar la conducción mediante la vectorización del par motor. Tampoco hay marcha atrás: es eléctrica.
Y quizás sea este el atributo esencial que la electrificación puede aportar a Ferrari: el ancho de banda adicional. Proporciona a los ingenieros otra fuente de energía que explotar y la energía resultante se conecta enérgicamente en red alrededor del coche para perfeccionar todos los aspectos de su comportamiento.
Quien siga sin estar convencido debería ver el 296 GTB, uno de los híbridos más convincentes jamás fabricados. Su motor de combustión V6 turbo de 2,9 litros está instalado en una configuración en V "caliente" a 120°, así que es bajo y ancho para optimizar el centro de gravedad. Desarrolla una potencia de 654 CV por sí solo. Está acoplado a una impresionante caja de cambios de doble embrague y ocho velocidades y a un diferencial electrónico, integrado con un motor eléctrico trasero que genera otros 165 CV.
En el modo "clasificación", el 296 GTB puede alcanzar una potencia total de 830 CV: el motor y el motor eléctrico se integran a la perfección mediante un embrague adicional, situado entre las dos fuentes de potencia, que las desacopla cuando el coche funciona en modo 100% eléctrico.
El motor eléctrico está alimentado por una batería de alta tensión de 7,45 kWh. Ferrari utiliza un dispositivo denominado TMA (transition manager actuator) para supervisar y optimizar el flujo de energía entre la combustión eléctrica y la interna, con un software exclusivo que se encarga de que todas las operaciones sean fluidas e instantáneas. Dos mundos en perfecta armonía.