Ben Pulman
Después de ganar dos títulos de constructores consecutivos en los Campeonatos del Mundo de F1 de 1982 y 1983, la tecnología de los motores turbo de Ferrari dio el salto a los coches de carretera del Cavallino Rampante. Fue el comienzo de algo muy especial...
Ferrari presentó su primer coche de carretera sobrealimentado, el 208 GTB Turbo, en el Salón del Automóvil de Turín de 1982. Era el primer modelo producido en serie que incorporaba un motor turbo V8 de 4 árboles de levas y, gracias a sus 1991 cc, pudo eludir el impuesto de lujo que existía en Italia para vehículos con motores de más de 2 litros. La instalación del sistema de sobrealimentación proporcionaba tan solo 20 CV menos que el 308 GTB Quattrovalvole y una aceleración normalmente impensable para un coche con esa cilindrada.
Dos años más tarde, la incipiente tecnología turbo dio un salto de gigante con la presentación del Ferrari GTO, al que extraoficialmente se añadía el prefijo 288 para diferenciarlo del 250 GTO. Fue el primer Ferrari con motor central V8 montado longitudinalmente y también el primer biturbo. Un par de intercoolers enfriaban el gas comprimido y ayudaban al motor de 2855 cc a generar 400 CV. Era capaz de alcanzar 0-100 km/h en 4,9 segundos y una velocidad punta de 305 km/h, lo que lo convertía en el automóvil de producción en serie más rápido del momento.
Las lecciones aprendidas con el GTO se aplicaron al siguiente Ferrari de serie con motor sobrealimentado. Al igual que el 308 GTB fue reemplazado por el 328 GTB, el 208 GTB también fue sustituido por el GTB Turbo. De nuevo, se había construido exclusivamente para el mercado italiano e incorporaba un nuevo turbo, un intercooler y una presión de sobrealimentación superior (hasta un 75 por ciento). Todo ello aumentó la potencia del V8 de 2 litros hasta aproximarla a la del 328.
Pero quizás el turbo más famoso de Ferrari llegó en 1987. Diseñado para celebrar el 40º aniversario de la marca, el F40 llevó la filosofía extrema del 288 GTO a otro nivel. El aumento de la capacidad del motor, la relación de compresión y la presión de sobrealimentación, junto con el uso de dos turbos y dos intercoolers consiguieron incrementar la potencia del V8 hasta los 478 CV. El resultado fue el primer coche de carretera en alcanzar 322 km/h.
Ferrari pensaba hacer una versión turbo de 2 litros también para el 348 TB presentado en 1989. La idea era utilizar una configuración de doble turbo y doble intercooler similar a la empleada en el F40. Se pensó incluso en introducir una versión con tres turbos y se construyeron dos prototipos, pero, debido a la fuerte demanda del 348 con motor atmosférico, ninguno de los proyectos llegó a buen puerto.
Durante más de dos décadas, Ferrari se centró en los motores atmosféricos de altas revoluciones, pero reintrodujo los sistemas tubo en sus modelos de carretera en 2014, justo cuando la sobrealimentación regresó a la Fórmula 1. Creó una nueva familia de motores V8 biturbo en los que la excelencia del diseño y la ingeniería proporcionó valores sin precedentes de potencia, par, emisiones, consumo, sonido y, quizás lo más difícil de conseguir, rapidez de respuesta.
El primer modelo en incorporar una unidad motriz tan avanzada fue el California T. Su V8 biturbo de 3,8 litros con inyección directa aumentó el par un 49% con respecto a su predecesor atmosférico, mientras que el consumo de combustible se redujo un 15%, dos cualidades perfectas para un GT Spider descapotable.
Un año después, el 488 GTB consolidaba el amplio conocimiento de la tecnología turbo alcanzado por Ferrari. El V8 de 3,9 litros proporcionaba 670 CV, pero destacaba sobre todo por el extraordinario nivel de respuesta del motor sobrealimentado. Introducía tecnologías sofisticadas que prácticamente eliminaban el turbo lag, lo que garantizaba una respuesta instantánea, muy parecida a la de un motor atmosférico, y una curva de par que aumentaba constantemente en todo el rango de revoluciones gracias a la tecnología Variable Boost Management. Fue designado “‘International Engine of the Year” (motor internacional del año) por un jurado de expertos de la industria, un premio que ha mantenido durante cuatro años consecutivos.
Pero este premio no ha hecho que Ferrari se duerma en los laureles. Hoy, el Portofino M y el Roma representan solo un extremo de la enorme diversidad que ofrecen los motores V8 de Ferrari. En el otro extremo están el F8 Tributo, que incorpora la versión más evolucionada del motor turbo instalado en la serie especial 488 Pista, y el SF90 Stradale híbrido que, con un nuevo V8 biturbo de 4 litros y 780 CV, proporciona un total de 1000 CV y parece destinado a ser un nuevo símbolo de la capacidad técnica del Cavallino Rampante junto a modelos como el GTO y el F40.