La temporada 2007 del Campeonato del Mundo de Fórmula 1 es una de las más rocambolescas de la historia, pero tuvo un final feliz para Ferrari y sus fans. Arrancó con muchos cambios el 18 de marzo, en Melbourne. Ferrari ya no contaba con Michael Schumacher, que había anunciado su retirada. En su lugar, Kimi Räikkönen, procedente de McLaren, acompañado por el afirmado Felipe Massa. El equipo inglés ficha al campeón del mundo Fernando Alonso, que se encuentra en el equipo con un joven que acaba de ganar el campeonato de GP2 y está lleno de esperanzas: Lewis Hamilton.
Räikkönen comienza el campeonato por todo lo alto: el finlandés logra la victoria en su debut con Ferrari; una hazaña que solo habían conseguido Juan Manuel Fangio, Luigi Musso, Giancarlo Baghetti, Mario Andretti y Nigel Mansell. A partir de ese momento, Ferrari y McLaren empiezan a alternarse en el escalón más alto del podio: en Malasia y Mónaco gana Alonso, en Bahrein y España triunfa Massa. En Canadá, le llega el turno al prodigioso Hamilton, que se impone a todos duplicando el éxito en Estados Unidos y encabeza la clasificación, despertando la admiración de todos.
Inmediatamente después de la carrera de Indianápolis estalla el sorprendente caso que se arrastrará durante todo el verano. Ferrari descubrió un intento de boicot en la víspera del GP de Mónaco. Sospechan de alguien del equipo, pero aún no saben bien de quién puede tratarse. Lo único cierto es que encontraron polvo blanco cerca del coche de Räikkönen, un polvo que podría haber gripado el motor del finlandés. Se descubrió un robo de dibujos e información en el que estaban involucrados precisamente los rivales de McLaren. Mientras tanto, el campeonato seguía su curso y Kimi ganó en Francia y en Gran Bretaña, quedándose a menos de veinte puntos de Hamilton en la clasificación. En Europa, en cambio, se vio obligado a retirarse y subieron al podio Alonso y Massa, quienes se batieron en un duelo rueda a rueda, también en sentido literal. Al final, ganó el español, pero, al estar Hamilton en novena posición, se volvieron a abrir las puertas del mundial. La última carrera europea se disputó en Bélgica y Ferrari logró un magnífico doblete. Hamilton competía con 97 puntos, dos más que Alonso y 13 más que Kimi.
Ferrari llegó al circuito de Fuji, en Japón, siendo campeón del Mundial de Constructores. De hecho, había salido la sentencia final de la FIA sobre el caso de espionaje, en la que se condenaba a McLaren a la expulsión de la clasificación del Mundial de Constructores y a una multa de 100 millones de dólares. A pesar de ello, todo sigue igual en el frente de los pilotos, que continúan en carrera. Hamilton ganó y parecía que todo estaba acabado, ya que Alonso se retiró y Räikkönen quedó en tercera posición. A dos carreras del final de la temporada, eran 17 los puntos de diferencia con el debutante Hamilton. Y solo hay 20 puntos en juego…
Siete días después, en China, llovía, pero la pista se estaba secando. Todos montaron neumáticos intermedios, que no cambiaron, ni siquiera cuando dejó de llover, para intentar estirar el stint y ahorrarse una parada en boxes. Räikkönen se emocionó: tras unas vueltas rápidas, el finlandés se colocó detrás de Hamilton, que lideraba la carrera y también podía conseguir la ventaja en el campeonato. Kimi adelantó al inglés, que aceleró aún más con la intención de mantener el ritmo del Ferrari. La parte trasera derecha de su coche empezó a dar señales de deterioro y el equipo lo llamó a boxes. Hamilton entró con demasiada fuerza en la calle de boxes y terminó en la arena, encallando y viéndose obligado a retirarse. Ganó Räikkönen, pero aún estaba a siete puntos de Alonso y a -4 del líder.
Era la primera vez, desde 1986, que tres pilotos competían por el título en la última carrera, aunque para Hamilton era suficiente para mantener su posición. En la salida, Massa se impuso a Räikkönen. El inglés, al intentar cerrar a su compañero Alonso, se fue largo y bajó a décima posición. Pocas vueltas después, la caja de cambios de su McLaren se bloqueó durante 30 interminables segundos y Lewis avanzaba solo por la inercia. Antes de que pudiera reanudar la marcha, lo adelantó todo el grupo. Recuperó muchas posiciones, terminó séptimo, pero mientras tanto los Ferraris se intercambiaron posiciones y ocurrió algo increíble: Räikkönen terminó campeón del mundo, el noveno al volante de un Ferrari. Ferrari ganaba 15 Mundiales de Pilotos, el mismo número que de Mundiales de Constructores. Los fans podían seguir celebrando victorias. La era post-Schumacher se inauguraba por todo lo alto.