La temporada de 1976 había dejado un sabor amargo en la Scuderia Ferrari por la forma en que había terminado: Niki Lauda prefirió retirarse en la segunda vuelta del Gran Premio de Japón, celebrado bajo una cortina de agua, y el título había ido a parar a manos de James Hunt y McLaren, con lo que fue inútil que el austriaco regresase a los circuitos en tiempo récord tras el terrible accidente de Nurburgring.
Lauda se presentó al inicio del nuevo campeonato con más ganas que nunca, aunque, sorprendentemente, la victoria de la primera carrera, Argentina, fue para el debutante Wolf del sudafricano Jody Scheckter. El segundo Gran Premio de la temporada, disputado en Brasil, quedó en manos de otro piloto del Cavallino Rampante, el argentino Carlos Reutemann. Lauda conquistó el primer éxito de 1977 en la carrera de Sudáfrica, ensombrecida por la trágica muerte de Tom Pryce. El británico murió golpeado por el extintor que un comisario tan diligente como imprudente llevaba consigo cuando atravesaba la pista con el propósito de apagar un conato de incendio que se había producido en el Shadow de Renzo Zorzi. El monoplaza continuó su marcha por la recta con Pryce al volante, ya sin vida, hasta que colisionó con el Ligier de Laffite, que frenaba para tomar la primera curva. Afortunadamente el suceso no tuvo consecuencias para el francés. La actuación del propio Lauda se vio condicionada por el espantoso accidente, ya que tuvo que atravesar la meta con el motor apagado, y casi por inercia, debido a que una pieza despedida por el Shadow de Pryce había dañado uno de los radiadores de su monoplaza, lo que provocó una fuerte subida de la temperatura del motor V12 del Ferrari.
Mario Andretti condujo su Lotus a la victoria en Long Beach, pero Lauda siguió acumulando puntos con tres segundos puestos en cuatro carreras hasta que, en Francia, a pesar de conseguir un modesto quinto puesto, se puso a la cabeza del campeonato y no la abandonó hasta el final. Tras las últimas modificaciones, el 312 T2 rozaba la perfección y el austriaco, lleno de determinación, no cometió ni una sola equivocación. Como exorcizando el incidente de Nurburgring de hacía 12 meses, el monoplaza número 11 venció en Alemania, Hockenheim, y de nuevo en Holanda, después de lo cual obtuvo tres segundos puestos en Gran Bretaña, Austria e Italia.
Precisamente en Monza, Ferrari sumó los puntos necesarios para adjudicarse el título de constructores con tres carreras de anticipación gracias al podio de Lauda. El público italiano estaba encantado, también porque el escalón más alto del podio lo ocupaba un antiguo piloto de Ferrari que seguía siendo muy querido por la afición: Mario Andretti, que portaba los colores de Lotus. A Lauda le tocaba ahora cerrar el campeonato en el apartado de pilotos: la misión era fácil, bastaba un punto. El 2 de octubre, la carrera de Watkins Glen se presentaba difícil debido a las condiciones de peligro creadas por la lluvia. Lauda afrontó la competición con una prudencia que finalmente tuvo su recompensa. Ganó la carrera el campeón del mundo, Hunt, en un McLaren, pero el cuarto puesto de Lauda puso fin al reinado del británico y se llevó la corona a Austria.
Una vez decidido el mundial, emergieron con crudeza las profundas diferencias entre Lauda y Enzo Ferrari. El austriaco se adjudicaba gran parte del mérito de la victoria y pidió un sustancioso aumento de sueldo, algo inaceptable para Ferrari. Esto condujo al divorcio entre ambas partes, que se consumó de la peor forma posible, durante un fin de semana de competición: en el Gran Premio de Canadá, Lauda ni siquiera llego a disputar las pruebas alegando que el coche no tenía potencial para vencer en Mosport Park. Dicho esto, hizo las maletas y decidió volver a Austria en un claro gesto de desafío al "Comendador". De hecho, hablando de sus méritos en la temporada 1977, Lauda, afirmaba: “¡Veremos dónde estaré yo dentro de dos años y dónde estará Ferrari!” Por toda respuesta, Enzo sustituyó al gran campeón por un canadiense desconocido que solo contaba con un Gran Premio en su haber: Gilles Villeneuve.
Dos años después, la Scuderia de Maranello celebraba el título de pilotos con Scheckter y el segundo puesto de Villeneuve, que con su gesta supo emocionar como nunca a los seguidores del Cavallino Rampante. Por su parte Lauda, desilusionado con las prestaciones de su Brabham, decidió anunciar su primera retirada de la competición. Enzo Ferrari había ganado también este desafío…