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10 sep 2019Passion

Un encuentro con Jody Scheckter, campeón de F1 en 1979

10 septiembre 2019

Richard Aucock

Hace cuarenta años, Jody Scheckter ganó el Campeonato del Mundo de Fórmula 1 para Ferrari. Hoy nos recuerda cómo hizo historia.


«¡Fue un alivio!», sonríe Jody Scheckter. Selló su triunfo en el Campeonato del Mundo de Fórmula 1 de 1979 en el circuito de Monza, en Italia, precediendo en la línea de meta a su compañero de equipo y haciendo historia con una victoria casi perfecta. Pero, como ha sido el caso con muchos otros campeones, el primer pensamiento de Jody fue la simple satisfacción de haber cumplido por fin su sueño con Ferrari.

Un año después, Scheckter adquirió el Ferrari 312 T4 de competición con el que ganó el título. Hoy es la pieza más destacada de su colección en Laverstoke Park Farm, la exitosa granja ecológica que posee en Hampshire (Inglaterra). Tras dejar la Fórmula 1, Jody ha llevado una vida bastante ajetreada y admite que ahora está intentado dedicar más tiempo a disfrutarla. Cuando nos encontramos, se detiene por unos instantes y, al contemplar su automóvil, le invaden los recuerdos. «Pasé una época fantástica en Ferrari. Llevaba varios años hablando con ellos y en 1978 por fin firmé para los dos años siguientes. 

La gente me decía que nunca me subiría a un Ferrari, pero yo no les hacía caso... y disfruté mucho durante el tiempo que piloté para la Scuderia». Jody explica que en aquella época los equipos hacían muchas pruebas. «Piloté para equipos británicos durante muchos años. En Inglaterra, conducías en las pruebas, a la hora de la comida tomabas un sándwich con pepinillos y después seguías. En Italia, hacías pruebas... después tomabas pasta, una comida fantástica, disfrutabas charlando y riendo... pero los tiempos de vuelta de por la tarde siempre eran más lentos hasta pasadas las 4».

El compañero de equipo de Jody en Ferrari era el legendario Gilles Villeneuve. «Gilles y yo nos llevábamos genial. Éramos buenos amigos, nos respetábamos. La prensa siempre andaba metiendo cizaña para que los pilotos nos peleáramos, pero nos dijimos que no íbamos a perder el tiempo entrando en ese juego absurdo y tuvimos una relación muy buena». Los dos pilotos vivían en Mónaco y se desplazaban periódicamente a Fiorano (Italia) para las pruebas. Abundan las historias sobre los desmadrados viajes a toda velocidad de Gilles hasta Maranello, pero Jody fue prudente al respecto. «Solo viajé con él una vez y le dije: “No empieces a hacer locuras”, y me hizo caso. 

Hasta que estuvimos a unos 10 km de la fábrica y empezó a hacer derrapes y hacer chirriar las ruedas...». Se detiene delante del coche. «¿Sabes? El mayor logro de mi carrera ha sido salir vivo. Los coches de Ferrari eran seguros, pero aquella fue una época peligrosa. Tuve suerte. Ganar el título me hizo muy feliz. Por eso quería pilotar para Ferrari, sabía que el equipo era rápido». La primera victoria de Jody para Ferrari fue en el circuito de Spa Francorchamps (Bélgica), seguida de otra victoria en la clásica carrera de Mónaco y después siguió acumulando puntos estratégicamente durante el verano de 1979.

La carrera en Monza que le valió el título fue una celebración. Las gradas estaban llenas y los Ferrari enardecieron al público desde el principio ocupando enseguida los primeros puestos. La victoria de Jody hizo que el circuito estallara de alegría, y se dio la feliz coincidencia de que se trataba de la 300.ª carrera de la Scuderia Ferrari. Jody volvió a pilotar al año siguiente y después se retiró para dedicarse a sus negocios. Su precioso complejo Laverstoke Park Farm se ha especializado en alimentos orgánicos: «¡Hacemos la mejor mozzarella de búfala!». La entrevista se acaba. Jody se levanta, mirando con cariño a su Ferrari ganador. «Seguimos usándolo, para actos benéficos y exhibiciones especiales. 

El motor bóxer de 12 cilindros alcanzaba las 12 000 rpm y tenía un sonido increíble... el mejor de la parrilla. Con los criterios actuales, parece muy simple, pero era un coche rápido y fantástico de pilotar. Lo podías desplazar hacia los lados... y a mí me gustaba derrapar».

Decimos adiós a Jody, que marcha a su próxima reunión con una sonrisa y despidiéndose alegremente. Han pasado cuarenta años y sigue tan ambicioso y decidido como siempre. Lo que en 1979 fue un alivio, hoy es un recuerdo agradable con el que puede deleitarse, y se asegura de tener tiempo para hacerlo. «Pilotar para Ferrari era una cosa, pero ganar para ellos ya fue increíble. Soy increíblemente afortunado».

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