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14 jul 2020Passion

Marc Gené y el 166/195 S Inter

14 julio 2020

El 166 Inter, convertido en el 195 S, atraviesa el patio del taller de Ferrari en Maranello para hacer una última prueba antes de volver a las manos del cliente: a bordo va Enzo Ferrari. Setenta y un años después, Marc Genè, un rostro amigo de Maranello que, además de ser embajador de la Scuderia, es instructor de los pilotos que participan en los programas XX y F1 Clienti, se sienta al volante de ese mismo modelo y atraviesa a toda velocidad la avenida que lleva el nombre del fundador de la compañía. A ambos lados de la calzada, el paso del tiempo ha cambiado muchas cosas: ha avanzado la tecnología, los viejos talleres se han reemplazado por instalaciones de vanguardia y los modelos de formas redondeadas de los años 50 y 60 han dado paso, primero a las líneas minimalistas y afiladas que se sucedieron en décadas posteriores, y finalmente a los diseños fusiformes de la actualidad. Pero hay algo que no ha cambiado: el sonido inconfundible del V12.

También hay un rincón de la empresa en el que la historia parece haberse detenido: se trata de la Officina Classiche, un lugar donde se respira historia, pasión y el espíritu de innovación que define a cada Ferrari. “Es un lugar mágico —dice Marc—, un lugar en el que se restauran los sueños”. Algo posible gracias al trabajo exquisito y minucioso realizado por los profesionales de esta división especial de Ferrari, que dedican meses a devolver a los modelos de época de Maranello su aspecto inicial. Al lado del taller se encuentra el archivo, donde se conservan todos los diseños técnicos y proyectos originales de cada vehículo, desde el primer 125 S que salió por el portón de Via Abetone Inferiore. Estos cuadernos y manuales constituyen el mapa de referencia para alcanzar la perfección, un resultado que respeta por completo el ADN de la Casa de Maranello. “Por supuesto, antes se hacía todo a mano. El papel tendía a deteriorarse y existía el riesgo de perder los diseños, pero aquí, con ese respeto por la tradición que se remonta a casi 75 años, ha sido posible preservar estos planos esenciales, explica Marc. Todavía hoy, a pesar de que todo ha sido digitalizado, el personal de este departamento mantiene la costumbre de consultar con una lupa los diseños originales, dibujados en planos de gran tamaño que se despliegan sobre una amplia mesa situada junto a las estanterías”.

Cuando Marc se dirige a la Officina Classiche para probar el 166/195 S Inter, es como si entrase en un teatro. Ante él se exhibe un reparto de estrellas a punto de salir a escena, vehículos que, tras su paso por Maranello, protagonizarán un concurso de elegancia o algún evento conmemorativo. Son preciosos: hay un Dino 246 de 1970, un 250 GT California de 1957, un 250 GT Spyder “Pininfarina” de 1959, un 340 Messico de 1952, un 275 P de 1964, un 500 TRC de 1957 y un 166 MM Touring de 1948. Y en el centro, el Ferrari 166 Inter Sport: todo un icono, y protagonista absoluto de la década de los 50. Un coche versátil, de líneas elegantes y, al mismo tiempo, con una fuerte personalidad. De hecho, el nombre “Inter” y la letra S que lo acompaña (que viene de “Sport”) se refieren a su participación en competiciones internacionales. Su particularidad es que los faros y guardabarros podían montarse y desmontarse en función de los requisitos de los distintos reglamentos. 

Además era un modelo disponible en dos configuraciones: monoplaza y biplaza. Este ejemplar, con esta misma configuración, corrió la Mille Miglia de 1950. “Soy un piloto afortunado —dice Marc– porque no todos los días tienes la suerte de poder conducir un coche como este”. Gené enciende el motor, el sonido es inconfundible. El piloto español sigue los pasos de Vittorio Marzotto y Paolo Fontana, que en aquella carrera quedaron novenos en la clasificación general y sextos de su categoría. Pasa por delante del restaurante de la empresa y el nuevo Centro Stile para llegar hasta el otro extremo de las instalaciones. La emoción le embarga también durante el regreso, el motor ruge a pleno pulmón: “Coger este volante es como accionar una máquina del tiempo y de las emociones. Es algo difícil de explicar, pero os aseguro que es una sensación maravillosa. Además, conducirlo por estas avenidas ha sido algo realmente extraordinario”.

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