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La placa como obra de arte

El escudo del guardabarros de la Scuderia Ferrari pintado a mano constituye otro ejemplo del dominio del detalle de los artesanos de Maranello
Texto: Gordon Sorlini

Como sabe todo propietario de un Ferrari, son los detalles los que cautivan la mirada. Y los detalles son una parte crucial de lo que ha convertido a Ferrari en una de las marcas de automóviles más buscadas del mundo desde que el primer 125 S salió por las puertas de Maranello en 1947. Muchos de los detalles que hacen de cada Ferrari una obra de arte están realizados o acabados a mano. Es un enfoque artesanal que se adopta no por falta de alternativas mecanizadas, sino como esfuerzo deliberado, parte de lo que hace que cada Ferrari sea único, algo que realza el valor de cada coche para su propietario.

Arriba: el proceso comienza con la aplicación de la plantilla

Tomemos, por ejemplo, el escudo del guardabarros de la Scuderia Ferrari pintado a mano (o scudetto aerografato, como dicen en Maranello). Disponible como opción en todos los modelos de Ferrari, ahora también se ofrece como opción para los clientes del Ferrari Purosangue. Cada escudo del guardabarros (hay dos por coche, uno a cada lado entre el guardabarros delantero y la rueda) lo colocan manualmente artesanos altamente cualificados y formados en Maranello que trabajan en el departamento de Pintura.

«La solución más sencilla habría sido utilizar pegatinas cubiertas con una capa de barniz transparente para inmovilizarlas y protegerlas de los elementos», comenta Stefano Del Puglia, director de Pintura de Maranello. «Pero Ferrari no es conocido por buscar la salida fácil». De hecho, todo el proceso de pintura dura hasta ocho horas por escudo. Es decir, estos pequeños scudetti suman 16 horas de trabajo manual por coche. Hablando de pasión.

Arriba: se aplica la primera capa de pintura a la plantilla

Cada escudo de guardabarros se compone de ocho capas distintas de pintura y barniz transparente aplicadas a mano. El proceso comienza con la aplicación de un patrón, que guía al pintor a la hora de posicionar el scudetto. Dado que el patrón también se aplica manualmente, hay una plantilla especial —dima en italiano— que se deposita sobre el guardabarros y permite situar el patrón siempre en el mismo lugar en cada carrocería. Una vez colocado el patrón, se van retirando las piezas una a una —mediante herramientas quirúrgicas— a medida que se aplican las capas de pintura. Tampoco en este caso consiste el proceso simplemente en rociar pintura sobre la carrocería del coche: recordemos que hay ocho capas de pintura y barniz transparente por scudetto. 

Arriba: uno de los momentos más delicados del proceso es la eliminación de las capas de la plantilla

El proceso de pintura comienza con la aplicación del color negro junto con su capa protectora transparente. Luego vienen Giallo Modena y su capa de barniz, seguidos del rojo y el verde de la bandera italiana (ambos se pintan de una sola vez, ya que no se superponen) junto a su recubrimiento transparente. El proceso entero se repite con todas las capas restantes, después de lo cual el escudo se deja secar. 

Tras un control de calidad, se lleva a cabo otro paso fundamental: el lijado. Con la ayuda de lijadoras orbitales, los pintores alisan la superficie del escudo para asegurar la unidad entre este y la propia carrocería. Por último, el scudetto se somete a una prueba crucial de resistencia a la humedad que consiste en crear un ambiente extremadamente húmedo colocando una «cámara especial de humedad» herméticamente sellada sobre el protector del guardabarros y en dejarla allí durante casi 24 horas. Al retirar la cámara, si aparecen pequeñas burbujas en la superficie (fenómeno llamado «ampollamiento» o blistering), algo anda mal y hay que repetir todo el proceso desde el principio (pero esto nunca ha sucedido, según Del Puglia).


Arriba: la insignia en sus etapas finales. El pintor utiliza herramientas quirúrgicas en el proceso, asegurando un resultado perfecto en todo momento

Para los afortunados propietarios de un Ferrari que eligen este acabado opcional, el scudetto aerografato es como un autógrafo de su creador a través del cual expresa sus habilidades y su destreza. Al fin y al cabo, nunca hay dos escudos de guardabarros iguales, algo que realza el valor del trabajo en sí. Es una forma más con la que el Cavallino Rampante premia a sus clientes, un detalle del que seguramente Enzo se sentiría orgulloso.