Recién llegado de su impresionante debut en la Fórmula 1 en Arabia Saudí, Oliver Bearman, de la Scuderia Ferrari Driver Academy, prueba el nuevo SF90 XX Spider en las ondulantes carreteras rurales de la Emilia-Romaña
Si mencionas Varano a la gente de esta zona, inmediatamente les viene a la mente el Autódromo Riccardo Paletti. Este circuito ha sido testigo de la competición de innumerables pilotos jóvenes en las categorías de carreras preparatorias que llevan a la Fórmula 3 y la Fórmula 2, que a su vez son el campo de pruebas del entorno de élite de la Fórmula 1.
Compitiendo actualmente en Fórmula 2 para el equipo Prema está Oliver Bearman, un piloto de 19 años de Chelmsford (Inglaterra). Corredor de la Scuderia Ferrari Driver Academy, hoy en día también es el tercer piloto de reserva de la Scuderia Ferrari HP, con la que debutó en marzo en el Gran Premio de Arabia Saudí en sustitución de Carlos Sainz cuando el piloto español sufrió una apendicitis.
Este adolescente británico sorprendió al mundo del automovilismo y justificó su llamamiento a la Fórmula 1. La convocatoria se produjo el viernes mismo de la cita de Yeda, apenas dos horas antes de la sesión de entrenamiento que precedía a la clasificación. El sábado, día de la carrera, el debutante británico se negó a dejarse intimidar por sus veloces y mucho más experimentados rivales: ascendió desde la undécima posición para conseguir un muy meritorio 7.º puesto en su primer cruce de meta en la Fórmula 1. Aficionados y entusiastas en línea lo votaron «Piloto del Día» y sumó seis puntos en el tablero.
Pero el joven inglés no ha venido hoy al autódromo de Varano De' Melegari, cerca de Parma, para subirse a un monoplaza. Más bien está aquí para encargarse de probar un Ferrari SF90 XX Spider en las ondulantes carreteras rurales que caracterizan esta parte de la región de Emilia-Romaña.
Las colinas que dominan el circuito son el escenario perfecto para disfrutar plenamente de un coche de más de mil caballos. «Cuando te subes por primera vez», explica Oliver, «tienes la tentación de desactivar todas las herramientas electrónicas de asistencia a la conducción, pero probé algunos kilómetros con ellas activadas y debo decir que realmente están muy bien ajustadas, ayudan a aprovechar al máximo la experiencia de conducción sin resultar demasiado intrusivas».
Sin embargo, es en la asombrosa capacidad de respuesta del coche donde realmente entra en juego todo el ADN deportivo del SF90 XX Spider: «La dirección es increíble, precisa e instantáneamente reactiva», evalúa Oliver después del recorrido. «Lo mismo ocurre con el suministro de potencia que, gracias a la ayuda del elemento híbrido, es casi inmediata, con muy poca demora».
Oliver admite de buena gana que esta oportunidad de poner sus manos noveles en este Spider en particular ha tenido un doble efecto en él: «Sin “techo sobre la cabeza”, todo ha sido más relajante. Me ha recordado que la vida debe saborearse a un ritmo más mesurado y menos frenético que el que suele darse en la vida diaria». El maravilloso paisaje circundante le inclinó a pisar el pedal con más suavidad y a darle un pequeño descanso a parte de esos más de mil caballos. «Pero», añade, «después me di cuenta de que experimentaba esas sensaciones porque me faltaba parte de mi equipamiento habitual de competición, como el casco. En cierto modo, conducir este Ferrari es como estar en el habitáculo de un monoplaza, pero con parabrisas en lugar de halo».
Esta era la primera vez en su vida que Bearman conducía un Ferrari distinto de los de Fórmula 1 de las sesiones de prueba y, por supuesto, de ese estupendo Gran Premio de Arabia Saudí que lo catapultó a la fama del mundo de las carreras. «El SF90 XX Spider y el SF-24 de la Fórmula 1 son coches completamente diferentes», apunta. «Sin embargo, paradójicamente, la potencia es la misma, lo cual es verdaderamente increíble, algo que solo Ferrari puede hacer realidad».
Las bonitas colinas de la Emilia-Romaña italiana también tienen su propio encanto para el piloto inglés: «Si las cosas van bien en mi carrera deportiva, creo que algún día tendré una casa por aquí. Aunque quizá me cueste elegir entre Emilia-Romaña y Toscana. Podría instalarme aquí, con el circuito de Varano cerca, o podría ir hacia Imola. Pero también me gusta el paisaje toscano, especialmente el circuito de Mugello», afirma. Esperamos que en el futuro Ollie Bearman tenga la oportunidad de vivir cerca de la pista que más emociones le suscite.