Una nueva exposición cuenta la historia de la marca desde la perspectiva de la innovación
La innovación automovilística es un arte delicado. Se trata de un proceso fluido, una evaluación continua de la artesanía en la que el éxito en las carreras y las innovaciones de las máquinas son un subproducto natural de la incesante evolución del taller.
Para Maranello, ese sentido de la innovación está imbricado en su ADN desde la llegada del primer auténtico Ferrari, el 125 S, en 1947.
En realidad, claro está, aquel debut con un V12 de 1500 cc fue mucho más que un coche: fue el manifiesto de Enzo Ferrari, una declaración de intenciones innovadoras que daría lugar a modelos revolucionarios y diseños futuristas.
Y ahora, una nueva exposición en el Museo Enzo Ferrari de Módena celebra el panteón de los Ferraris que han supuesto un punto de inflexión y han iluminado el mundo durante tres cuartos de siglo.
Dividido en tres áreas —diseño, tecnología y rendimiento—, el museo exhibe algunos de los coches más significativos de la trayectoria de Ferrari para difundir la historia de la marca de Maranello desde el concepto de la innovación.
El mejor ejemplo de diseño es el Pininfarina 375 MM (MM hace referencia a la Mille Miglia, la famosa carrera por carreteras italianas) que encargó el director de cine italiano Roberto Rossellini para Ingrid Bergman. También está aquí el Ferrari que sentaría las bases de los coches de carretera de Maranello: el 166 MM con carrocería de aluminio, primer coche en llamarse Barchetta.
Un excelente ejemplo de la innovación tecnológica de Ferrari es el 400 Automatic de 1976, el primer Gran Turismo 2+2 con caja de cambios automática, mientras que el Ferrari F1-89 expuesto fue el primer monoplaza en adoptar una caja de cambios electrohidráulica.
En la sección de rendimiento, los visitantes pueden admirar el 365 GT4 BB de 1973, el primer GT Berlinetta de motor central con un V12 original de 180°, así como el Ferrari FXX de 2005, primer modelo de una serie especial del Cavallino Rampante diseñada específicamente para su uso en pista.
Pero quizá sea el revolucionario Ferrari con el que culmina la visita el que encarna no solo la historia de la innovación, sino la enorme distancia recorrida desde aquel primer biplaza de carreras.
Al igual que el 125 S, el Purosangue está propulsado por un motor V12 pura sangre y, como hizo aquel pequeño coche de carreras de antaño, el primer Ferrari de cuatro puertas y cuatro plazas ha vuelto a cambiar las reglas del juego del automóvil. Al menos por ahora.