Gianemilio Mazzoleni
En la sesión fotográfica del Ferrari F8 Tributo en Dubái, tenemos la ocasión de probar el último GT de Maranello en la pista y en unas carreteras increíblemente sinuosas
El sol se pone en el Autódromo de Dubái, pero el día no ha terminado todavía. En medio del frenesí de polvo que levantan las ruedas, el cambio a una velocidad más alta y el rugido del motor, el nuevo Ferrari F8 Tributo derrapa en una curva y se queda a pocos centímetros de un remolque cargado con plataformas y cámaras de TV. Es la escena final cargada de adrenalina de una intensa jornada de trabajo para el equipo de 15 fotógrafos, videógrafos, mecánicos y pilotos de Ferrari dedicados a captar con la cámara el espíritu de la revolucionaria berlinetta del Cavallino Rampante que está empujando a Maranello en una dirección completamente nueva.
En una sesión de tres días, el Tributo posa para diferentes retratos, cada uno de ellos enfocado en un aspecto de su complejo carácter. «El F8 Tributo es la perfecta combinación de distintas personalidades», afirma Roberto Ricchi, piloto de pruebas de Maranello desde hace años. «Hemos conseguido reducir el peso del automóvil y optimizar su sistema aerodinámico para aproximar su rendimiento al del 488 Pista, del que el Tributo ha heredado el V8.
Conserva en todo momento la tradicional versatilidad de una berlinetta de dos asientos, pero con una geometría más compatible y un habitáculo más silencioso que el Pista, de temperamento más extremo». Ferrari también ha invertido bastante tiempo en los sistemas de la lógica dinámica del vehículo para asegurar que los pilotos puedan liberar toda esa potencia con relativa facilidad y conducir al límite con confianza». «El resultado es verdaderamente sorprendente", observa Ricchi.
Nuestra prueba de conducción nos lleva por la carretera de la montaña Jebel Hafeet. La carretera está cerrada al tráfico, así que aprovechamos la oportunidad para poner el manettino en «Race» (Carrera). En el Tributo, este ajuste va acompañado del Ferrari Dynamic Enhancer, el sistema electrónico que en las curvas interviene individualmente en cada pinza de freno en combinación con los demás sistemas dinámicos del vehículo (F1-Trac, E-Diff y SCM). Hasta un conductor menos experto creería tener el coche bajo control.
Hay otras características que mejoran el rendimiento. El coche pesa 40 kg menos que el 488 GTB y su equilibrio se ha estudiado meticulosamente para concentrar todo el peso entre los ejes, que se mantienen lo más cerca posible del suelo. Además, la combinación de generadores de vórtices rediseñados, tomas de aire y S-Duct delantero ha incrementado la carga aerodinámica en un 10 %. Todo ello queda patente en el Autódromo de Dubái: la aceleración (0-100 km/h en 2,9 segundos) y la velocidad máxima del Tributo (340 km/h) al enfilar la recta son idénticas a las del Pista, pero, al tomar una curva, parece como si siguieras una línea trazada con un compás mientras giras el volante de un tope al contrario casi sin pensar.
De hecho, es como si el Tributo pensara por ti. «Intentamos poner el énfasis en la filosofía de Ferrari que quiere convertir el coche en una prolongación del cuerpo del piloto: el vehículo parece entender y obedecer todo lo que el conductor piensa. El gran reto estaba en ofrecer a nuestros clientes la experiencia del Pista ralentizando algunas reacciones pero sin menoscabar las emociones que suscita», explica Ricchi.
También el nuevo diseño del interior del vehículo está lleno de agradables sorpresas y compagina sin esfuerzo un habitáculo lujoso y acogedor con los rasgos más atrevidos de un coche de carreras. Todo está al alcance de la mano y el nuevo volante tiene un agarre más firme y ergonómico, a tono con el propósito de Ferrari de que los ojos del piloto nunca se aparten de la calzada. Los sistemas ADAS (Advanced Driver-Assistance Systems) asisten al conductor en situaciones menos extremas.
En los trayectos más prosaicos que el Tributo emprenderá con regularidad, favorecen una experiencia más confortable. De hecho, es tan fácil conducirlo que casi te olvidas de que estás al volante de un Ferrari capaz de superar los 700 caballos de potencia. Si no fuera, claro está, por el rugido delator del motor...