La temporada se inauguró en Estados Unidos con las 12 Horas de Sebring, en las que Ferrari no estaba representada por la Scuderia, sino por algunos equipos privados, entre ellos el de David Piper, que pilotaba personalmente su 250 LM (en segundo puesto) acompañado por Tony Maggs.
La segunda cita del año fueron los 1000 Km de Monza, donde la Scuderia Ferrari llegaba en buena forma y se adjudicaba la carrera con Jean Guichet y Mike Parkes al volante de un 275 P.
La tercera carrera del campeonato se quedó en Italia: se trataba de la Targa Florio, una prueba siempre dura tanto para los pilotos como para las máquinas. Volvió a adjudicarse la victoria la Scuderia Ferrari gracias a la gran experiencia de Nino Vaccarella y a Lorenzo Bandini.
La cuarta ronda del campeonato correspondió a los 1000 Km de Nürburgring. Allí, el equipo de Maranello volvió a subir a lo más alto del podio, esta vez con un 330 P2 pilotado por el campeón de Fórmula 1, John Surtees, y por Ludovico Scarfiotti.
El último gran éxito del año llegó en las 24 Horas de Le Mans, aunque, curiosamente, no fue a manos de la Scuderia Ferrari, sino del equipo americano NART, formado por Jochen Rindt, Ed Hugus y Masten Gregory.
Ese mismo equipo se hizo con el segundo puesto en los 500 Km de Bridgehampton, prueba con la que se clausuraba la temporada. El piloto era el mejicano Pedro Rodríguez y el título mundial... una vez más para Ferrari.