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Ferrari Classiche obra su magia

08 marzo 2019

Umberto Zapelloni

Tras haber sido usado (y extenuado) durante 50 años, este excepcional 275 GTB Competizione, una de las estrellas de Le Mans en 1966, volvió a Maranello. Allí lo han devuelto a su estado original.


Ferrari se encarga de guardar bien sus tesoros. No los esconde en una caja fuerte secreta o en una vitrina de trofeos, sino que los almacena en los archivos del departamento Ferrari Classiche. Allí es donde se restauran a la perfección los «grandes» del pasado, esos modelos icónicos que constituyen el legado del Cavallino Rampante. Classiche es indispensable para verificar la autenticidad de un vehículo histórico y concederle el certificado que puede incluso aumentar su valor con el paso de los años.

Uno de los proyectos de restauración más recientes le devolvió la vida a un 275 GTB Competizione, número de chasis 09027. Cuando llegó a Maranello estaba pintado de rojo. Después de que los expertos de Classiche realizaran su minucioso trabajo, el automóvil volvió a mismo estado en el que estaba cuando se creó, con el original amarillo «Giallo Fly» y tan fabuloso como la primera vez que salió por esas mismas puertas el 14 de junio de 1966, tan sólo cuatro días antes de competir en las 24 Horas de Le Mans. 

En aquella carrera este automóvil, con el número 57 del equipo Écurie Francorchamps y conducido por la pareja Pierre Noblet y Claude Dubois, quedó en el segundo lugar de su categoría y décimo en general. Al haber sido estrenado en la pista, el coche necesitó muchas modificaciones sobre la marcha, como orificios adicionales en la carrocería para facilitar la ventilación del motor y faros antiniebla.

El departamento Classiche recuperó fotografías de aquella época y las empleó para comprobar todas las modificaciones estéticas que se habían realizado a lo largo de los años. Estas fotografías fueron un hallazgo importante porque el vehículo había vivido intensa pero peligrosamente: después de participar en Le Mans y de su victoria en el ascenso al Mont Ventoux, el 275 GTB/C amarillo resultó muy dañado en el Marathon de la Route de Nürburgring en junio de 1966. 

Lo llevaron de nuevo a Maranello, donde Carrozzeria Scaglietti (que lo había construido basándose en el diseño original de Pininfarina) llevó a cabo las reparaciones. En 1967 Patrick McNally, un conductor aficionado, adquirió el automóvil y le cambió el color original «Giallo Fly» por el plateado. Compitió con él en los 1000 km de Montlhéry, donde el coche tuvo otro accidente. Esta vez fue «ingresado» en Maranello Concessionaires Ltd., en el Reino Unido. Después de la reparación el coche fue pintado de nuevo en rojo.

Durante los años siguientes el coche cambió varias veces de propietario hasta que fue vendido en una subasta de Bonhams en Monte Carlo en 2004. Algunos años después el automóvil volvió a de nuevo a «casa», esta vez a la división de Ferrari Classiche para su puesta en forma definitiva. Cuando el 275 GTB Competizione llegó a Ferrari Classiche ya no llevaba su «traje» original: la carrocería había sido modificada en algunas partes. 

Aunque el chasis y el motor seguían siendo los mismos que salieron de la fábrica en 1966, los expertos se enfrentaban a una tarea monumental: las entradas de aire tenían distintas longitudes y no estaban colocadas en la orientación original; la suspensión delantera tenía un amortiguador adicional; algunas piezas no eran originales, como el cárter del aceite (que además estaba montado de forma incorrecta), los discos de los frenos delanteros, el depósito de combustible y el sistema de escape, así como las ruedas, los neumáticos, el volante y los elementos del interior.

Ni siquiera la «targhetta identificativa», la placa de identificación única para cada modelo, era original. No obstante, a los expertos de Ferrari no se les escapa nada. Saben dónde buscar los códigos secretos, esos que sirven para identificar las piezas originales y que se encuentran en los documentos conservados cuidadosamente en los archivos Maranello.

Al final, el automóvil volvió a lucir tan impecable como el primer día que salió por las puertas de Maranello hace unas décadas. Fue un proyecto de restauración complicado, pero al terminarlo los directores de Ferrari Classiche se sintieron orgullosos de su trabajo, con razón.