Nashville, Tennessee, es el hogar de leyendas de la música como Dolly Parton, Willie Nelson y Johnny Cash. Es una ciudad construida sobre grandes reputaciones y ruido fuerte, y el desfile de la Cavalcade encaja a la perfección. Al inconfundible sonido del V12 de Maranello se une el bajo ondulante de los V8 —el LaFerrari junto al Roma Spider, el Ferrari 812 y el Portofino—, mientras que el coro instantáneamente reconocible de una flota de 296 motores V6 GTS se eleva hasta llenar el cielo. Y entonces, con la misma rapidez con la que llegaron, desaparecen, en una procesión serpenteante de colores rojo, amarillo y negro, dejando atrás el lento bullicio de la ciudad y adentrándose en las carreteras del sur.
La Cavalcade International de este año ha sido una de las más ambiciosas hasta la fecha. Con pilotos llegados de lugares tan lejanos como China, Arabia Saudí y Europa, el evento, de cuatro días de duración, recorrió más de 800 km, primero por el bello estado de Tennessee y luego por la famosa Ocean Drive de Miami Beach. Utilizando la pintoresca Southall Farm & Inn como base en Franklin, la Cavalcade recorrió la zona durante dos días, siguiendo exuberantes carreteras bordeadas de árboles que parecían no tener fin, parando a tomar café en pequeños pueblos, deteniéndose junto a arroyos y centelleantes cursos de agua e incluso encontrando tiempo para pasarse por la destilería Uncle Nearest, cuna del whisky de Tennessee.
Desde allí, los coches se trasladaron cuidadosamente por carretera hasta Miami Beach, mientras que los pilotos tomaron un avión privado para realizar el breve trayecto de 1400 km hasta reunirse con sus Ferraris en el aeropuerto de West Palm Beach. Desde allí recorrimos agradablemente el trecho hasta el Sailfish Club of Florida para almorzar con el cálido océano Atlántico como telón de fondo.
El tramo final fue posiblemente el mejor. La Cavalcade International recorrió Ocean Drive al unisono, una sola fila de la mejor ingeniería, diseño y sonido circulando bajo palmeras bamboleantes, coches relucientes que reflejaban el cristal caliente que adornaba los hoteles art déco a lo largo de la ruta.
Y entonces, cuando quisimos darnos cuenta, apareció el Hotel Faena, que puso el broche de oro a los cuatro días del evento. Solo quedaba sacar de la maleta el esmoquin y el vestido largo para la cena de gala en el Indian Creek Country Club. Un final perfecto para una aventura excepcional.