Pasión y energía, los rasgos fundamentales del restaurante preferido de Enzo Ferrari. Desde 1950.
LAS ASPIRACIONES, LOS ÉXITOS Y LOS RECUERDOS QUE HAN MARCADO LA HISTORIA DE FERRARI.
El Cavallino es símbolo, testigo y protagonista del pasado de Ferrari, de su profundo vínculo con la región, de las relaciones y amistades forjadas a lo largo del tiempo, y de las celebraciones y los retos más audaces emprendidos por la Scuderia desde sus inicios, desde que Enzo Ferrari se hiciese cargo de los terrenos donde fundó la compañía y de aquella pequeña granja que primero se utilizó como comedor de la empresa y luego, en 1950, pasó a denominarse oficialmente Ristorante Cavallino.
Desde entonces, los salones de este edificio histórico, que sigue conservando y cultivando sus rasgos de identidad y excelencia, han sido testigos de una extraordinaria secuencia de acontecimientos y eventos que permanecerán para siempre en el recuerdo. Un circuito interminable de sueños y éxitos que están inspirados en la poderosa visión de Enzo Ferrari y superan los límites de la nostalgia para ofrecer una nueva dimensión de convivencia y comunicación abierta a todos los admiradores y seguidores del Cavallino Rampante, y a todo aquel que quiera acercarse a disfrutar de su cocina.
Aquí solía parar el ingeniero Ferrari a comer con sus invitados, amigos y colaboradores más cercanos para degustar una comida frugal y, solo los fines de semana, regarla con una copa de vino frente a un televisor que mostraba las imágenes del Gran Premio de Fórmula 1. A sus mesas se han sentado personajes tan ilustres como el príncipe Bernardo de Holanda, la princesa Liliana de Rèthy de Bélgica o el piloto tricampeón del mundo Jackie Stewart, además de todos los pilotos y técnicos que han formado parte del equipo Ferrari a lo largo de las décadas.
Fue en esas mismas salas donde Bernie Ecclestone y Jean-Marie Balestre firmaron las bases del Pacto de la Concordia de la Fórmula 1 en 1981, y donde volvieron a discutir las nuevas normas de la competición con el propio Enzo Ferrari en 1987. Al final de la reunión le dijeron: “Ingeniero, escriba usted las reglas”.