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Pasión

Un hogar entrañable

Hace tiempo que dos auténticos ferraristas «adoptaron» una pieza irreemplazable de la historia de la marca —un Ferrari 166 Inter producido en el que apenas era el segundo año de existencia de la fábrica—, lo devolvieron a la vida y lo conducen aún hoy... en la Nueva Zelanda rural
Texto: Ryan Lewis/Fotos: Duncan Innes/Vídeo: Oliver McIntyre

En un recorrido reciente por Nueva Zelanda en una pequeña flota de Ferraris Purosangue, un grupo de periodistas automovilísticos se topó con una joya del motor: un Ferrari 166 Inter de 1948. La enrevesada historia de este ejemplar (número de serie 007-S) se reveló solo después de una investigación detallada por parte de los actuales custodios del automóvil, Amanda y Philip, una pareja de jubilados que vive en Nueva Zelanda y que «adoptó» el 166 en su familia hace unos 30 años.



Mira la apasionante historia de cómo este hermoso Ferrari 166 Inter acabó siendo adoptado en Nueva Zelanda...

Nacido en el segundo año de existencia de la fábrica, el 166 era una máquina sofisticada. Su motor V12 de aleación generaba un alto rendimiento para la época: 110 CV a 6500 rpm con una cilindrada de 2 litros, o 166 cc por cilindro. De ahí el nombre.

El 007-S fue el primer 166 que llevó el nombre «Inter». En 1949 se expuso en el Salón del Automóvil de Ginebra y en mayo corrió en Monza en la Copa Inter Europa. Los primeros números de serie reservaban los dígitos impares para los coches de carretera y los pares para los de carreras, lo que convirtió el 007-S en el cuarto coche de serie de Ferrari jamás fabricado. Lamentablemente, el 001-S y el 003-S se han perdido para siempre, y el 005-S se encuentra en el Museo Enzo Ferrari de Módena, por lo que esta joya especial de la zona rural de Nueva Zelanda es el Ferrari más antiguo del mundo en circulación.


Arriba: el 166 Inter, chasis n.º 007-S, circulando por las hermosas carreteras costeras de la South Island

En julio de 1949, el coche encontró su primer propietario en Génova y después, en 1951, un segundo en Florencia. Su tercer custodio fue Pietro Barbetti quien, a pesar de su número de serie impar, corrió con el 007-S en la Mille Miglia de 1952, en la que terminó vigésimo en su categoría. En 1953, Henry Bartecchi, capitán del ejército estadounidense destinado en Italia, adquirió el 166, con el que tuvo éxitos y desgracias, incluido un mes de hospitalización tras accidentarse en una carrera de montaña. La reparación pasó factura al exterior tricuerpo de Carrozzeria Touring de Milán. Entonces, el 007-S cruzó el Atlántico en 1954 para reunirse con Bob McKinsey, un rico abogado estadounidense que hizo separar la carrocería del chasis para completar la reparación. Pero el proyecto se estancó y la carrocería quedó abandonada en el campo durante casi dos años hasta que, en 1956, apareció Thomas Wiggins, quien tomó la difícil decisión de deshacerse de la carrocería Touring debido a su lamentable estado.

Sin embargo, habrían de pasar otros 15 años antes de que Wiggins lograra encontrar un armazón adecuado, una carrocería coupé que estaba entre las cinco únicas fabricadas para Ferrari por Stabilimenti Farina, la factoría de Turín creada por Giovanni Farina, cuyo hermano, Battista, fue el Battista que después fundaría la renombrada Pininfarina. Esta carrocería de Farina, rescatada del chasis de un 166 que atravesaba tiempos difíciles en Estados Unidos, necesitaba una cuidadosa restauración. La magnitud de la empresa hizo que el proyecto se paralizara nuevamente durante 23 largos años. En 1994, Wiggins finalmente abandonó su sueño de conducirlo.


Arriba: el tradicional garaje de madera que alberga el 166 Inter también contiene una biblioteca repleta de recuerdos, libros y documentación histórica

Aquí es donde entra Amanda en la historia. Ella y su marido «Phips» ya poseían dos modelos de Ferrari de 1966 (un 330 GT y un 330 GTC) cuando leyeron en una revista un anuncio del 166 Inter poco después de haberse mudado de Alaska a Nueva Zelanda. Tras seis meses de negociaciones, lo que finalmente llegó fue un chasis rodante con un motor y una carrocería suelta, junto a cinco cajas de madera llenas de diversas piezas.

De izquierda a derecha: Amanda al volante de su 166 Inter; los elementos destacados de baquelita naranja en el interior incluyen la llave de arranque original; el Anuario de 1949 y el manual técnico original del coche

Amanda y Phips llamaron a un taller de restauración especializado que confirmó que la mayoría de los componentes originales del motor todavía eran utilizables. Cuando la restauración finalmente se completó en 1997, la pareja hizo realidad el sueño de devolver el coche a sus raíces. Una aerolínea patrocinó el transporte del 166 a Roma, desde donde Amanda y Phips condujeron hasta la Emilia-Romagna para que su automóvil ocupara un lugar destacado en las celebraciones del quincuagésimo aniversario de Maranello.

Arriba: Amanda y su amado Ferrari 'Glacier Blue'

Desde entonces, la pareja ha recorrido más de 50 000 kilómetros en su querido 166 Inter y hoy siguen tan apasionados por él como a su llegada hace tantos años. «No tenemos reparos en conducirlo», asegura Amanda. «Nunca nos ha importado demasiado exhibir el coche en eventos. Nos gusta compartirlo con la gente conduciéndolo».

El 166 ha participado en eventos de montaña en toda Nueva Zelanda y sigue siendo muy utilizable incluso a su avanzada edad. En su gran garaje de madera al estilo de Alaska, enclavado en un paisaje verde y pintoresco, este resplandeciente 166 Inter es un testimonio sobre cuatro ruedas de la dedicación de Amanda y Phips, dos auténticos ferraristas cuyo amor por el 007-S ha preservado un pedazo de historia irreemplazable del automovilismo para que lo disfruten y admiren las generaciones futuras.

Imagen de portada: el raro Ferrari 166 Inter que salió de las puertas de Maranello en 1948. Su perfil suavemente curvado se contrasta con las montañas nevadas de la mágica costa de Nueva Zelanda, al norte de Christchurch