Comienza el recorrido por la bella Nueva Zelanda en el Ferrari Purosangue. En la primera parte de una serie de cinco etapas, Koichi Yamaguchi de Japón nos lleva desde el sur de Auckland hasta el espectacular lago Taupo
El horizonte de Auckland, dominado por la Sky Tower, es un sorprendente tapiz urbano. Además, con sus lujosos barcos, el puerto deportivo encarna la «ciudad de las velas». En medio de la mezcla de sofisticación y encanto marítimo de Auckland, el Purosangue destaca fácilmente por su elegancia.
Después de un día lluvioso, Auckland nos recibe con el sol de principios de verano iluminando la ciudad para nuestro Grand Tour. Los espectadores de las bulliciosas calles lanzan miradas codiciosas al Purosangue, que recuerda a una escultura tallada en una singular piedra natural por un maestro artesano.
Para el primer día de nuestro viaje, se establece como destino Tauranga, una pintoresca ciudad costera. En el tráfico urbano, el estilo silencioso del Purosangue encubre la presencia de su imponente y supremo motor V12. Al hacer la transición a la autopista, esta impresión perdura y se mezcla perfectamente con el ritmo de la circulación.
Cuando abandonamos la autopista, se despliega un panorama impresionante de colinas verdes y onduladas, una característica inconfundible del paisaje de Nueva Zelanda. Disfrutando de esta espléndida vista a través del parabrisas, nos deslizamos suavemente por una cautivadora secuencia de curvas. El coche nos sorprende por su extraordinaria agilidad, ya que su carrocería de cuatro plazas se desenvuelve con la ligereza propia del 812 GTS.
La tranquilidad de Tauranga, famosa por su encanto ribereño, marca el final del primer día.
La segunda jornada nos guía hacia el sur, hacia el lago Taupo, un trayecto panorámico que atraviesa la tierra de los kiwis por excelencia. Surcando caminos sinuosos flanqueados por escenas pastorales, el Purosangue mantiene la compostura. Al activar el modo Sport, se transforma en un superdeportivo con un guiño al Maranello de sus orígenes.
Nuestro viaje incluye una breve parada en Rotorua, una localidad ubicada en una extensa región termal del centro de la isla norte de Nueva Zelanda famosa por sus aguas medicinales naturales. En medio de un imponente bosque de secuoyas, disfrutamos de un plácido paseo rodeados de árboles que se elevan hacia el cielo. Siguiendo hacia el sur, hacia el lago Taupo, destino del día y final de la primera etapa del Grand Tour de Nueva Zelanda, nos topamos con paisajes cautivadores.
Al llegar a la finca en la cima de la colina de Taupo, punto final de nuestro largo trayecto de 470 km, el atractivo perdurable del Purosangue sigue siendo innegable. A pesar de las huellas de satisfacción por la enérgica conducción de la jornada (salpicaduras de barro), el automóvil conserva su elegancia, un testimonio de su distinción duradera.
Con espacio para cuatro adultos y capacidad para realizar grandes recorridos sin esfuerzo en diversos terrenos, el Purosangue combina comodidad y rendimiento. Su motor V12, una sinfonía de las proezas de Ferrari, impresiona al instante. El coche combina la elegancia de Ferrari con una versatilidad innovadora.
Contemplando la extensa envergadura del lago Taupo, venerado como el «corazón de la isla norte» en la leyenda maorí, reflexiono sobre mi singular y extraordinario viaje de dos días.