Mike Hawthorn se hizo piloto casi por casualidad y una combinación de factores: generación de 1929, una pasión heredada de su padre, mucho entusiasmo y grandes dosis de determinación. Su debut en el Trofeo de Pascua de Goodwood en 1952 fue su brillante tarjeta de presentación en el mundo de las carreras, y no lo ganó por suerte. Pocos meses después repitió la hazaña en Boreham, bajo un auténtico diluvio. Tras estas y otras actuaciones destacadas, Enzo Ferrari se fijó en él y lo contrató para la temporada de 1953. Hawthorn entró a formar parte de la Scuderia Ferrari y se hizo con el primer GP de Francia.
Con tan solo 24 años, no solo se convirtió en el piloto más joven en ganar una carrera de Fórmula 1, sino también en el primer británico de la historia en hacerlo. En 1958, Ferrari presentó el 246 F1, que llevó a Hawthorn a la tercera posición del podio en Argentina y al abandono en Mónaco por la rotura de la bomba de gasolina.
El GP de Holanda dio la victoria a Stirling Moss, con un Vanwall, y la 5ª posición a Hawthorn. El dominio del equipo inglés se repitió en Bélgica gracias a Tony Brooks, aunque esta vez Hawthorn pudo alcanzar el segundo puesto. Le siguió el Gran Premio de Francia, donde llegó la primera y única victoria de la temporada para Mike Hawthorn, que superó a Moss y al Ferrari de Wolfgang Von Trips. En Gran Bretaña, la Scuderia Ferrari volvió a coronarse campeona de la mano de Collins, que llegó a la meta seguido de Hawthorn.
Las últimas cinco carreras de la temporada fueron un recital de los Vanwall de Brooks y Moss, pero, curiosamente, el Mundial de pilotos quedó finalmente en manos de Hawthorn, que venció por un solo punto a Moss. De hecho, el británico de la Scuderia Ferrari contaba con mejores puestos de clasificación, en concreto, cinco segundos puestos y cinco vueltas rápidas (que en aquella época valían un punto), frente a Moss, que había vencido cuatro veces, pero se había visto obligado a abandonar en cinco carreras.
Sin embargo, el retorno de Ferrari a la cima estuvo marcado por tres trágicos sucesos. En Reims, Luigi Musso no pudo sobrevivir a las lesiones sufridas tras salirse de la curva del Calvario y Peter Collins corrió una suerte similar en Alemania. El británico falleció de camino al hospital, tras un dramático accidente en el que su monoplaza dio varias vueltas de campana antes de chocar contra un árbol.
Por ironías del destino, el propio Hawthorn encontró la muerte en un accidente de tráfico cerca de Londres tras retirarse de la competición y pocas semanas después de haber conquistado el mundial.