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13 mar 2020Races

12 HORAS LEGENDARIAS

13 marzo 2020

Marco della Cava

Su agónica victoria en las 12 Horas de Sebring, hace ahora 50 años, aseguró a Mario Andretti un lugar especial en la historia de Ferrari. Hoy, convertido en un venerable joven de 80 años, este icono de las carreras demuestra que su memoria está tan fresca como lo estaban sus reflejos al volante años atrás


Fundado en 1952 sobre el trazado de una antigua base de las Fuerzas Aéreas de EE.UU. para bombarderos B17, el famoso circuito de Sebring, Florida, ha sido testigo de grandes carreras. Y no hay un capítulo más jugoso de su historia que el escrito por Mario Andretti para Ferrari en las 12 horas que duró la carrera de resistencia disputada en el autódromo en 1970. La alineación de pilotos de ese año desprendía glamour, con figuras como Dan Gurney, Jacky Ickx, Brian Redman, Pedro Rodriguez, Jo Siffert, Peter Gregg y la estrella de Hollywood Steve McQueen.

Los tres componentes del equipo Ferrari tenían algo que demostrar tras la victoria conseguida unas semanas antes por el equipo Gulf-Porsche de John Wyer (1-2) en las 24 Horas de Daytona. Andretti, que hizo pole con el Ferrari 512 S, cuenta así la historia de aquella jornada: “Nos sentíamos bien, el coche transmitía buenas sensaciones y (el copiloto Arturo) Merzario y yo íbamos dominando la carrera cuando falló la caja de cambios”. Con una memoria tan fresca como sus reflejos al volante hace años, recuerda: “Fuimos a la cabeza unas 179 vueltas de las 248 y, en el momento de abandonar, íbamos muy por delante”.

Cuando entró en boxes, tuvo que ver cómo les quitaba la posición el Porsche 917K de Rodriguez/Siffert seguido del Porsche 908 de Peter Revson y McQueen. Rodriguez-Siffert también se vieron obligados a parar en boxes por un fallo en un cubo delantero, así que Revson-McQueen parecían destinados a llevarse la prestigiosa victoria. Pero entonces, a tan solo 30 minutos de que acabase la competición, el ingeniero Mauro Forghieri (por aquel entonces director del departamento de carreras de la Scuderia) volvió a sacar a Andretti a la pista al volante de una versión del 512 S distinta del Spyder que, hasta ese momento, habían estado pilotando Ignazio Giunti y Nino Vaccarella.

Andretti recuerda que se dirigía con dificultades al aeropuerto próximo para coger un vuelo de vuelta a Pensilvania cuando Forghieri corrió tras él. “Vaccarella era mucho más alto que yo, así que enseguida me di cuenta de que no era muy adecuado para su coche”, recuerda Andretti. “Pero en ese momento –continúa– te dejas llevar por tus deseos. Me sentía poseído”. Andretti pilotó con confianza a lo largo de los 8,3 km de trazado y el 512 S rojo se comportó de maravilla. “Era la primera vez en la carrera que cogía la curva Uno a toda velocidad, sin frenar”, sonríe.

De repente, después de haber llevado una vuelta de retraso, se encontraba delante del Porsche blanco. Pero entonces el destino dio un nuevo giro. Forghieri había advertido a Andretti de que el Ferrari podría estar bajo de combustible y, cómo no, el testigo se encendió. “En aquellos días, si esa luz se encendía, te ibas directo a boxes, sin preguntar. Y eso hice”, cuenta Andretti. Transcurrieron unos segundos llenos de tensión mientras el piloto esperaba ansiosamente a que bombeasen a toda velocidad unos litros de carburante en el depósito. 

Luego volvió a salir a la pista, una vez más a la caza de Revson. “Sabía lo que tenía que hacer”, insiste el piloto. “En una curva antes de llegar a la recta larga, pise fuerte y salí rápidamente hacia la pista (del aeropuerto) cercana, pero tuve que vérmelas con Peter (Revson). Entonces él se dio por vencido. Creo que unas tres vueltas más tarde había terminado la carrera”. Cuando Andretti volvió victorioso a boxes, estalló el delirio. “Nunca has visto a tanta gente tan feliz”, afirma Andretti. “Resumiendo, siempre es satisfactorio ganar”.

Ese triunfo fue el preludio de posteriores victorias de Andretti con Ferrari, incluida la de su debut en Fórmula 1 con la marca en el gran premio de Sudáfrica de 1971. El cruel destino le negó un puesto permanente en el equipo de la Scuderia. Pero aquella dramática victoria de 1970 en Sebring convirtió a Andretti en una parte imborrable de la historia de la marca, como se puso de manifiesto en la celebración del 90º aniversario de la Scuderia, cuando el mar de fans que inundaban la Plaza del Duomo de Milán corearon eufóricos: “¡Mario! ¡Mario!”

La versión original de este artículo se publicó en el número 46 del Official Ferrari Magazine. Para leer la versión completa suscríbase a la revista 

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