Tras casi un año de trabajo, sale una nueva joya de los talleres de Ferrari Classiche. Se trata de un 250 GT Berlinetta Tour de France, propiedad desde hace más de 25 años de un gran coleccionista japonés que ha decidido restaurarlo al estado en el que salió de la fábrica de Maranello en 1958.
Un coche americano La historia de este 250 GT Berlinetta TdF comienza en Estados Unidos, y más concretamente en California. Formaba parte de un lote de vehículos de un envío transoceánico que, una vez llegado a Estados Unidos, se repartió entre los concesionarios del país. Corría la segunda mitad de 1958, y aquel coche fue a parar a Hollywood, donde lo compró Russell Cowles, un piloto aficionado de Minnesota, que lo usó en algunas carreras en Nuevo México, Texas y Arizona. A final de temporada, Cowles decidió participar en carreras de mayor nivel, y el 250 GT Berlinetta TdF demostró estar a la altura: ganó tres carreras en Phoenix y una en Plains.
La cesión A finales de año, los excelentes resultados obtenidos animaron a Cowles a devolver el 250 GT Berlinetta TdF para adquirir, también en California, un 250 Testa Rossa, el coche que por aquel entonces dominaba las competiciones de rueda cubierta en todo el mundo. La berlinetta cambió de manos varias veces; la empleó también en algunas carreras Josie Von Neumann, una de las pilotos más rápidas de Estados Unidos, e hija de John Von Neumann, referente de ventas de la costa oeste y amigo personal de Enzo Ferrari. El Ferrari salió a la pista por última vez en Santa Bárbara, en 1964, con Carter Phelps al volante. Allí acabó su carrera como coche de competición.
Cambio de color Tras mucho tiempo en manos de un coleccionista estadounidense, el 250 GT Berlinetta TdF cambió de dueño en 1989. Poco después se restauró y se pintó de negro y azul (Blu Francia). Cuatro años después lo compró su actual propietario, que ha participado con él en numerosos eventos en Japón.
Restauración en dos fases El coche ya había visitado los talleres de Ferrari Classiche para una restauración del motor, en la que el equipo de Maranello lo devolvió a su estado original. Tras aquella operación, el vehículo participó en algunos eventos en Italia y el resto de Europa y, al día siguiente de la Cavalcade Classiche de mayo, volvió a Maranello, donde se terminó la restauración completa. Se restituyó el coche a su estado original, con carrocería en Rosso Cina e interiores en beis. Poco menos de un año después, se devolvió a su dueño japonés.