Auténtico modenés y hombre dotado de un temperamento especialmente diligente, Forghieri era hijo de Reclus —uno de los mecánicos más capaces de la Scuderia Ferrari— y de Afra Gori. Entró por primera vez en Ferrari en 1957, a los 22 años, como «aprendiz en prácticas» (lo que hoy llamaríamos «becario») para sus estudios de ingeniería en la Universidad de Bolonia.
Regresó a la empresa con un puesto permanente en 1959, cuando el departamento de carreras lo dirigía otro personaje fogoso: Carlo Chiti. Entre ambos no faltaron los roces, pero fueron los que hubo entre Chiti y Enzo Ferrari los que provocaron que a Forghieri se le ofreciera la oportunidad de su vida. Al finalizar la triunfal temporada de 1961, el jefe de la Scuderia y otras figuras clave mantenían un enfrentamiento con Enzo Ferrari y decidieron abandonar Maranello. En ese instante, el gran hombre, en uno de sus momentos de súbita intuición, decidió confiar todo el departamento de carreras al mismísimo Mauro, entonces un joven de Módena de 27 años que llevaba unas gafas tan gruesas como botellas de cerveza.
Por lo tanto, fue Enzo Ferrari el genio inspirador del ascenso de Forghieri, ya que había visto en él a un hombre con la capacidad de materializar mejor que nadie sus aspiraciones. Y Forghieri estuvo a la altura del reto que exigía el papel: era una figura dinámica y carismática que, a pesar de su relativa juventud, mostraba un pensamiento independiente con destellos de inspiración originales y rompedores, prueba de que merecía la enorme función que le había encomendado Ferrari.
Aquí se ve a Forghieri enfrascado en una conversación con Enzo Ferrari en una carrera a fines de la década de 1960
En el trabajo podía ser provocador, pero también era un punto de referencia para el equipo, alguien que sabía trabajar codo con codo tanto con los ingenieros como con los mecánicos, con los que hablaba en el dialecto local. Gracias a ello, todos llegaron a considerarlo como un pilar del equipo, una pieza clave de la estructura y un eslabón permanente del entramado. Debido a su carismática personalidad, todo el mundo se sentía parte esencial del grupo, incluso en el difícil ambiente que caracteriza a los niveles más altos del automovilismo. Todos los miembros del equipo lograron dar lo mejor de sí mismos: era algo que podía apreciarse incluso desde fuera, no solo en la pista, sino también en todas las secciones de la fábrica.
Ayudado por el clima de la empresa, único en estímulo y creatividad, Forghieri, fortalecido por su propio genio, su competencia y su curiosidad, supo impulsarse aún más hacia soluciones innovadoras, a menudo nunca vistas, que a su vez motivaban a los demás empleados. Este es probablemente el resultado más noble de su trabajo, que permitió a Ferrari seguir presidiendo las cotas más altas de la tecnología automovilística.
Así se expresó el ingeniero en el momento en que fue nombrado jefe de la Scuderia: «Cuando me confiaron el departamento de carreras, le confesé a Ferrari que tenía miedo. Me tranquilizó y me dijo que contaba con todo su apoyo, que nunca me sintiera vencido, que nunca tuviera miedo de hacer algo atrevido». De hecho, Forghieri no sufría precisamente de miedo a atreverse: se puso manos a la obra con el 250 GTO, rediseñó la parte trasera y mejoró la potencia, con lo que el coche pasó de ser un «coche asesino» a un «arma ganadora» en muchas carreras de los años sesenta. Fue el responsable de poner grandes pasos de rueda en los coches de Fórmula 1 en 1968, en los 312 F1 conducidos por Chris Amon y Jacky Ickx, incluso antes de que otro visionario llamado Colin Chapman recogiera los frutos de esta innovación para Lotus.
Mauro Forghieri que habla con Jody Scheckter en el GP de Italia, mientras imparte sabiduría en los 1000 km de Monza, cerca de Enzo Ferrari en una conferencia de prensa y mientras mira la primera prueba del Ferrari 126 C2 en la pista de Fiorano en 1982
Sería demasiado extenso enumerar todos los coches asombrosos que diseñó, pero estas cifras sitúan a Forghieri entre los grandes ingenieros de coches de carreras de todos los tiempos: 54 victorias en la Fórmula 1, once campeonatos del mundo y nueve títulos de resistencia. Siempre supo ser versátil: Los ingenieros más en boga durante aquella época brillaban por su extraordinario talento, pero, con pocas excepciones, eran especialistas en un solo campo. Algunos eran expertos en monoplazas, otros estaban centrados en los coches deportivos y otros se habían especializado en la geometría del vehículo, el motor o la aerodinámica. Mauro trabajó en cada una de estas áreas con resultados impresionantes, aunque ayudado por el personal que le rodeaba. Pero era él quien sabía sacar lo mejor de ellos incluso a pesar de sus modales, que a veces llegaban a la brusquedad. Era un hombre capaz de revisar un sistema ganador para asegurarse de que siguiera ganando, lo que resume perfectamente la historia de Ferrari.
Su relación con Enzo Ferrari fue especial: como con todas las personas brillantes, Enzo sentía una fascinación particular por el talento de Mauro. Veía en él la realización de sus impulsos: probablemente hubo una especie de proceso de ósmosis. Forghieri, no menos inteligente, se dejó guiar por Ferrari al tiempo que proponía, de forma adecuada a cada ocasión, su propia solución. A veces era original, extremo o innovador, pero podía estar seguro de que, con sus métodos elegidos y su enfoque único, Ferrari —si bien no antes de haber expresado sus propias dudas y, desde luego, no sin haber hecho su propio análisis— diría que sí.
Pocos diseñadores han conseguido crear monoplazas y coches de carreras tan emblemáticos como Forghieri, que supo aunar y transmitir a sus máquinas belleza, encanto, conocimientos técnicos y valor, lo cual constituyó otro de los rasgos distintivos de la tradición de la empresa. Baste pensar en los coches conducidos por Niki Lauda, que dominaron el deporte de 1975 a 1977, o en los primeros coches turbo que, en manos de Gilles Villeneuve, hicieron soñar a los aficionados y, con los pilotos franceses René Arnoux, Patrick Tambay y Didier Pironi, consiguieron los primeros títulos con este tipo de motor.
Forghieri fue el artífice de uno de los capítulos más intensos e importantes de la historia del automovilismo a escala mundial. Consagró a la empresa de Maranello el periodo más productivo de su vida, periodo durante el cual contribuyó con pasión y dedicación a consolidar la imagen y la credibilidad de la marca Ferrari en todo el mundo. Acrecentó la leyenda del Cavallino Rampante con muchas de sus victorias más memorables.
Cuando su etapa en Ferrari llegó a su fin en 1987, Forghieri recuerda anunciar su dimisión así: «Me voy», le dijo a Ferrari, quien le respondió: «Vale, vete entonces, porque no tardaré en irme yo también...».
Ahora los dos tienen por fin la oportunidad de continuar su conversación.
Forghieri habla sobre tácticas de carrera con el legendario piloto de Ferrari F1 Niki Lauda
Piero Ferrari, vicepresidente: «Cuando me incorporé a la empresa en 1965, compartía oficina con Cavalier Giberti, el primer empleado de Ferrari, mientras que Mauro Forghieri, contratado unos años antes, estaba en la puerta de al lado. Por lo tanto, nos separaban diez años de edad y una ventana. De hecho, nos veíamos todos los días. Forghieri era enérgico y entusiasta en todo lo que hacía. Era optimista y recuerdo que en muchas de aquellas interminables reuniones en la dirección deportiva, que empezaban por la tarde y se prolongaban hasta la noche, yo mediaba entre él y mi padre. Sé que mi padre apreciaba su incansable ética de trabajo y sabía que los errores solo se producían por intentar hacer algo mejor y mirar hacia delante. Hemos perdido una parte de nuestra historia, un hombre que dio mucho a Ferrari y al mundo del automovilismo en general».
Mattia Binotto, director del equipo de la Scuderia Ferrari y director general: «Hoy es un día muy triste para todos en la Scuderia Ferrari. Lamentamos el fallecimiento de Mauro Forghieri, una de las personas más increíbles que han trabajado aquí. Fue nombrado director de equipo a los 27 años y, con sus brillantes conocimientos, fue uno de los últimos ingenieros polivalentes del mundo del automóvil. Me reuní con él en varias ocasiones y siempre era un momento especial. Fue hasta el final una persona verdaderamente carismática. Gracias a sus ideas revolucionarias, junto con su carácter vibrante y su capacidad como gran motivador, desempeñó un papel muy importante en algunas de las circunstancias más significativas de la historia de Ferrari e hizo más que la mayoría para alimentar la leyenda del Cavallino Rampante. Todos le echaremos de menos».
Antonello Coletta, director de Ferrari Attività Sportive GT: «Mauro Forghieri desempeñó un papel fundamental para impulsar la historia de Ferrari. Enzo Ferrari afirmaba ser un agitador de hombres, y creo que podemos decir que Forghieri era un agitador de ideas. Era un brillante innovador, capaz de concebir soluciones técnicas que escapaban a la mayoría de los ingenieros de su época, un diseñador que trascendió su papel definido, que se convirtió en referente y en fuente de inspiración para todos los que trabajaban con él. Era un diseñador ecléctico, y su curiosidad y su deseo de superar los límites consolidaron su lugar en la historia de Ferrari y del automovilismo en general».