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El F40 cumple 30

13 luglio 2017

Texto: Matt Master

Treinta años después, el F40 sigue siendo un impresionante testimonio del legado de Enzo Ferrari


La vida, según se dice, comienza a los 40. Y, para Ferrari fue, sin duda, un año magnífico.

 

A mediados de la década de los 80, en Módena corrían rumores sobre un nuevo prototipo revolucionario que circulaba en secreto por las calles de Maranello. El coche en cuestión era el Evoluzione, una interpretación aerodinámica extrema del 288 GTO.

 

Con un look agresivo y sin concesiones, esta versión no tenía nada que ver con la elegancia y la sobriedad del GTO, ni con ningún otro Ferrari hasta la fecha. Pero la carrera a los superdeportivos había entrado en una nueva era, y el Evoluzione fue sólo un primer paso hacia algo todavía más especial: el F40.

Cuando se presentó en ocasión del 40º aniversario de Ferrari en 1987, el impacto del F40 fue mucho más allá de los especialistas del sector, alcanzando rápidamente el estatus de icono mundial en una década caracterizada por las extravagancias y el exceso.

 

Se presentaba un coche con el chasis modular de acero y la carrocería realizada con materiales compuestos, un motor V8 longitudinal con doble turbo y una silueta aerodinámica diseñada por Pininfarina sin precedentes en el mundo de los coches de carretera. Estaba homologado para circular por carretera y, sobre todo, se fabricaba en serie.

 

El GTO también se había homologado, pero el F40 fue expresamente diseñado para transferir a este modelo de carretera todos los conocimientos que Ferrari había adquirido en décadas de experiencia en el mundo de la competición a beneficio de sus fans. Sería una obra maestra técnica, con unas prestaciones excepcionales, el canto del cisne de su fundador Enzo Ferrari, que ya había cumplido 90 años.

El F40 fue el primer coche de serie fabricado casi por completo con paneles de Kevlar y de carbono compuesto. La suspensión era de doble brazo oscilante independiente, con amortiguadores hidráulicos y potentes llantas Speedline de 13” calzadas con neumáticos Pirelli P-Zeros 345 / 35ZR17. Los discos de freno ventilados y perforados garantizaban una potencia mecánica de frenado superlativa.

 

El motor en V de 90 de 2,9 litros, con cuatro válvulas por cilindro y doble turbocompresor IHI con intercooler, desarrollaba una potencia asombrosa de 478CV a 7000rpm. Algo casi sobrenatural en un coche que pesaba solo 1100kg.

 

Sus prestaciones eran igual de extraordinarias, no solo porque el F40 alcanza los 100 Km/h en tan solo 4,1 segundos, sino también porque era el primer coche de carretera que superaba la consagrada barrera de los 300 Km/h. En ese sentido, la carrera de los superdeportivos ya estaba ganada.

 

Sin embargo, era en el interior, donde su vocación de coche de carreras se hacía sentir con toda su fuerza. El cockpit espartano con una alfombra ligera, asientos bucket de tela y un cuadro de mandos rudimentario hacían que se alejara de todas las convenciones del superdeportivo de lujo.

Nada de cuero, ni música, ni retrovisores eléctricos ni cierre centralizado. Incluso los tiradores internos de las puertas fueron reemplazados por un simple alambre para reducir peso.

 

A pesar de todo esto, o más probablemente a causa de ello, los teléfonos de Ferrari empezaron a sonar sin cesar. El clamor que esperaba evitar tras el bajo volumen de producción del GTO, en realidad aumentó, a pesar de la promesa de un ciclo de producción cuatro veces mayor que el anterior vehículo del Grupo B.

 

A finales de la década de los 80, los primeros F40 cambiaban de dueño por unas cantidades equivalentes a más de 1 millón de euros, con respecto a su precio de venta que rondaba los 219.000 euros. El coche ya había alcanzado un estatus legendario.

 

Treinta años después, el prestigio del F40 en el Panteón de Ferrari sigue intacto. Su extraordinario estilo y espíritu deportivo hacen que sea un automóvil legendario para los coleccionistas de todo el mundo, mientras que sus prestaciones accesibles y su facilidad de conducción también permiten utilizarlo todos los días.

 

Enzo Ferrari murió en agosto de 1988. Fue testigo de la unión definitiva de la historia de los modelos de carretera y de competición de Ferrari, una evidente declaración de intenciones que hacía único al F40, tanto entonces como ahora. Una vez fue el coche más rápido del mundo y, hoy, sigue siendo uno de los más deseados.