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26 sep 2019Cars

Belleza negra

26 septiembre 2019

Giosuè Boetto Cohen

Dos coleccionistas belgas han rescatado un Ferrari 166 Inter lleno de historia y lo han devuelto a la vida con la ayuda de Ferrari Classiche


Esta es la historia de un Ferrari 166 Inter muy especial que nació en 1950 y ‘renació’ en 2019. Aunque puede que este modelo en particular, carrozado por Stabilimenti Farina, no sea el rossa más bonito de la historia, sin duda es una obra maestra. Y esa concepción del vehículo como obra de arte fue lo que llevó a dos empresarios belgas de la industria del cine, Nicolas y Joost Bert, a emprender su costosa restauración. Tal y como explica Nicolas Bert, que comparte con su padre Joost los placeres y la ‘responsabilidad’ de la restauración: “Es un objeto único. Y es nuestro”.

Cuando le preguntamos por qué estos primeros Ferrari ejercen tanta fascinación, aparte del hecho de ser el origen de una leyenda, Nicolas responde: “Creo que tiene que ver con la simplicidad, con su belleza esencial. Cuando lo examinas de cerca, las líneas del coche son simples. Las formas son puras y, en algunos aspectos, más modernas que las de otros Ferrari de la misma época. Solo tienes que mirar la rejilla rectangular del radiador”.

Es un vehículo con una historia larga y, a veces, tormentosa. Tras participar en diversas exhibiciones en salones del automóvil durante 1950 y 1951, el 166 empezó su vida 'privada' a manos de un piloto de carreras suizo, el barón Emmanuel De Graffenried, 'Toulo', que había ganado el Gran Premio de Gran Bretaña en 1949. Pero 'Toulo' utilizó su nuevo spider solo un año. Su segundo propietario fue Charles-Edmond Tocchio, del que se conservan imágenes compitiendo en la Col de la Faucille, Francia, y en el 'Kilómetro' de Eau Morte, Suiza. Pero en septiembre de 1953, desaparece cualquier rastro gráfico. Once años más tarde vuelve a aparecer en escena de forma dramática: el coche languidece presa del óxido en un desguace cercano a Zúrich.

Robert De La Rive Boxe, holandés dedicado a la compraventa de coches clásicos, detecta una oportunidad única y lo adquiere. Poco más tarde, vende el maltrecho vehículo a Bernard Worth, un experto restaurador de Inglaterra. Worth considera que es inútil tratar de reparar el chasis de Farina. Y no solo eso: decide acortar el bastidor para adaptarlo a la forma de un Ferrari “Spyder Corsa” fabricado por Lorenzini Auto Sport. Pero conserva la rejilla original del radiador.

Cuando Worth vendió el vehículo, volvió a cambiar de manos otras cuatro veces antes de reaparecer en una subasta ('The Auction') en Las Vegas, era el año 1991. Era una oportunidad única, ya que se ofrecía lo que quedaba del chasis 0063s original por 204.705 $, cifra que descendió a 90.500 $ en 1999, cuando el vehículo se vendió a Christie’s. No existe ninguna documentación sobre los nueve años posteriores. Cuando el chasis reapareció en 2008, en la 20ª edición de la “Tecno Classica” de Essen, nadie lo reconoció. El chasis del spider rojo había desaparecido: en su lugar se veía una réplica bastante conseguida de un Touring barchetta.

Finalmente, en 2014, otro concesionario hizo una oferta a los Berts. Ambos sabían que había perdido la mayoría de sus componentes. Pero el diseño del Touring resultaba muy atractivo y el precio era adecuado, así que lo adquirieron. El concesionario de Bruselas recomendó a sus clientes buscar la ayuda de los especialistas en restauración de Maranello y pronto el Inter volvió a ‘casa’, a la fábrica que lo vio nacer. Allí lo tomaron bajo su protección los expertos de Ferrari Classiche, que afrontaban el reto de ‘resucitar’ uno de los primeros coches producidos por la marca del Cavallino Rampante.

No había mucho material con el que trabajar, pero en Maranello prometieron hacer un milagro. Por una parte tuvieron que reconstruir desde cero la documentación técnica, pero aún existían el motor y otros componentes mecánicos (en la lista de materiales de fabricación figuraban incluso las tuercas y tornillos). En lo que se refiere a los interiores y el armazón de la capota, todo fue mucho más difícil, ya que Stabilimenti Farina cerró en 1953. Como referencia para la restauración se utilizaron fotografías del periodo, el examen de algunos modelos similares de Farina y documentos encontrados por todo el mundo.

Los trabajos duraron más de dos años en los que los propietarios iban cada tres meses a la fábrica para comprobar los progresos. “¡Y cada año era una sorpresa!”, exclama Joost. “Es una maravilla ver un equipo como el de Ferrari Classiche. He visto pocas veces tanta pasión y competencia en mi vida”. Llevó más de dos años, pero hicieron el milagro y el fénix renació de sus cenizas.

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