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29 abr 2020Cars

A través del espejo

29 abril 2020

Wulf Dorn

Cada número de The Official Ferrari Magazine incluye una pequeña historia protagonizada por un Ferrari. Son textos escritos por autores internacionales que se inspiran en el diseño del coche, su color o sus características técnicas. En esta ocasión, Wulf Dorn, escritor alemán de éxito conocido por sus thrillers psicológicos, muestra su fascinación por un nuevo SF90 Stradale y un pequeño caballo negro que parece mirar hacia el lado contrario…


Aquí estoy, sentado en este coche deportivo de marca extranjera, preguntándome si me he vuelto loco. Tengo la libreta abierta sobre las rodillas con la enigmática palabra escrita, esa palabra que aparece subrayada varias veces. Parece saltar de la página hacia mí: Loranello. No, no estoy loco: estoy poseído. Esta historia de la desaparición no me deja descansar. Hasta ahora, mis investigaciones no me han llevado a ningún sitio. No hay cadáver, ni pistas. Como si Lorenzo Spotti se hubiera evaporado en el aire. Hace dos semanas, los carabineros encontraron su coche abandonado en una carretera comarcal en medio de la nada. Naturalmente, mis compañeros lo vieron enseguida. Al fin y al cabo es un Ferrari. Y uno no deja un SF 90 Stradale nuevecito abandonado en el arcén de una carretera. Spotti tuvo que tener una buena razón para hacerlo. Pero, ¿cuál?
Mi padre solía conducir un Ferrari, un Dino. Lo trataba con un mimo y un respeto casi religiosos, como si fuera un ser vivo. Nunca lo hubiera dejado tirado en cualquier lugar de esa manera. Al contrario, solía decirme: «Puedes conducir cualquier coche para llegar a tu destino, pero solo un Ferrari te proporcionará esa sensación única cuando te conduce al lugar al que quieres llegar».

 

Así que me pregunto: ¿adónde condujo el Stradale a Spotti aquel día? La libreta encontrada en la guantera genera más preguntas que respuestas. Las palabras «tú» y «vida» se repiten constantemente. Spotti tiene, o tenía, 73 años y, según su médico, no gozaba de buena salud. Pero, ¿qué diablos significa el mapa que ha dibujado en la primera página?
El croquis de Spotti señala la carretera rural donde se encontró el coche y un lugar llamado Loranello justo en ese mismo punto. Solo que no existe tal lugar. Ni allí, ni en ningún otro sitio.
Lo que no es menos enigmático que el Cavallino Rampante que hay en el coche de Spotti: el pequeño corcel levanta las patas hacia la derecha en lugar de la izquierda. Como si lo mirases a través de un espejo. En Ferrari me han dicho que no es posible. Es decir, solo hay un logotipo de Ferrari y es conocido en todo el mundo. Sin embargo, el logotipo de este Ferrari está misteriosamente invertido.
Si hay algo bueno en este caso, es que me ayuda a dejar de pensar en Chiara. Echo tanto de menos a mi mujer, que me duele. Podríamos haber sido tan felices juntos si aquel maldito cáncer no se hubiera llevado su joven vida hace dos años... Vuelvo a concentrarme en el coche y en Spotti. Puede que parezca una locura, pero ¿podría encontrar la respuesta a su desaparición si intentase repetir su último trayecto?
Así que pulso el botón de arranque. Al instante, el motor eléctrico cobra vida. Suavemente, casi flotando, me deslizo fuera de la comisaría y me sumerjo en el tráfico. Un coche tan especial como este atrae las miradas de todo el mundo, peatones y conductores. Son miradas de deseo, como si ellos también anhelasen tener ese sentimiento especial, aquel del que me hablaba mi padre. Ese que ahora mismo estoy experimentando yo. Un sentimiento que se expresa mejor con palabras como «dejarse llevar» y «libertad». Como si el mundo que hay más allá del salpicadero pudiese cambiar de repente.

 

Al dejar la ciudad atrás, cojo algo de velocidad. Cuando supero la marca de los 120 km/h, el silencio del modo eléctrico da paso al rugido de un potente motor. La aceleración me empuja contra el respaldo del asiento y siento cómo el corazón me late más deprisa. ¿Le pasó lo mismo a Spotti? ¿Él también tuvo esta sensación?
Echo un vistazo al mapa de la libreta. La carretera conduce hacia las montañas, donde finalmente llego al último tramo de su ruta. El viento juguetea con mi pelo y, sí, al igual que Lorenzo Spotti, yo también estoy pensando ahora en la juventud y la vida.
¡Cómo me hubiera gustado compartir este momento con Chiara!
La carretera de montaña se extiende sinuosa ante mí y el mundo parece haberse desvanecido, tiene algo de irreal. Nada cuenta excepto este momento, el viaje y el ansia de velocidad. Es casi como soñar.
Finalmente llego al llano. Desde allí solo quedan unos pocos kilómetros hasta el punto donde encontraron el coche abandonado. El punto en el que Spotti marcó un lugar que no existe. ¿O sí? ¿Aquello que veo allí son casas? Sí, incluso la torre de una iglesia que se proyecta hacia el cielo azul y despejado.
Me dirijo hacia las casas blancas, que, resplandecientes bajo la luz del sol, parecen lanzarme una invitación.  Acto seguido, me encuentro pasando junto al cartel del pueblo: Loranello.

 

Paso frente a jardines en flor, pequeños negocios de aire pintoresco y una Trattoria. La gente me saluda con gestos amistosos. Gente joven y agradable. Escucho las risas de unos niños que juegan en el parque. Tras atravesar el blanco pavimento de la piazza, me detengo junto a la fuente de mármol. Cuando salgo del vehículo, algunas personas se giran para mirarme. Me sonríen, como si estuvieran contentos de verme. «¡Ah!, así que eres tú», dice una voz masculina por detrás. Al volverme, veo el rostro de un joven al que no había visto nunca. Pero hay algo extrañamente familiar en su mirada. «Me alegro de que me hayas encontrado», me dice con un apretón de manos: «Soy Lorenzo Spotti».
«No es posible – replico– Spotti es un hombre mayor».
«Ya no lo es», dice sonriendo. «Aquí estamos al otro lado del espejo. En este lugar, nuestros sueños más íntimos se hacen realidad. Incluidos los tuyos». Señala hacia el otro extremo de la plaza y me siento que me estalla el corazón. ¡Chiara está allí! Sigue estando tan deslumbrante como la recordaba. Y se acerca a mí desbordante de alegría. Mi mente duda, pero mi corazón no. Me aproximo a ella y la rodeo con los brazos.
«Te he echado tanto de menos», susurro mientras la estrecho con fuerza.
«Ya me has encontrado», responde. «Aquí estaremos juntos para siempre».
Lorenzo Spotti tiene un brillo en los ojos. «Veréis, depende de nosotros hacer que nuestros sueños se hagan realidad. Lo único que tenemos que hacer es señalar al corazón la dirección correcta».
Chiara me coge de la mano. «Vamos –me dice–, vámonos a casa». Mientras la sigo, me giro para echar una última mirada al misterioso Stradale, el coche que me ha traído hasta aquí. Me pregunto cómo será la persona que acabe encontrándolo en el arcén de la carretera. Quién sabe, puede que nos conozcamos algún día. Aquí, al otro lado del espejo. En Loranello.

 

 

El autor

El autor alemán Wulf Dorn es conocido por sus thrillers psicológicos y sus novelas de misterio («La psiquiatra», «Phobia»). Ha vendido más de tres millones de ejemplares de sus novelas y su obra se traduce a varios idiomas. Entre sus numerosos galardones se incluye el de los prestigiosos premios de novela negra Prix Polar, otorgados en Francia. Antes de convertirse en escritor, trabajó durante veinte años como psicoterapeuta. Su nueva novela, «Dunkle Begleiter», se publicará este junio en inglés con el título «Dark Companion» (ed. Random House).

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