El Circuito de Spa-Francorchamps, enclavado en la preciosa región de las Ardenas de Bélgica, es venerado como uno de los circuitos más emblemáticos del mundo.
Este circuito de 7 km (4,35 millas), inaugurado en 1921, acoge prestigiosas carreras como el Gran Premio de Bélgica y las 24 Horas de Spa.
El circuito de Spa, famoso por sus curvas legendarias como Raidillon y Eau Rouge, suele ser el favorito de los mejores pilotos y se merece el título de «el circuito más bonito del mundo». Impregnado de historia y pasión, ofrece una experiencia muy envolvente y sigue escribiendo nuevos capítulos de su más de cien años de historia.
A partir de las 07.30 Acreditación y entrega del equipo
08.30 - 09.00 Briefing para el piloto
09.00 - 09.20 Vueltas de reconocimiento del piloto
09.30 - 12.30 Primera sesión de pilotaje
13.00 - 14.00 Almuerzo
14.00 - 14.15 Foto de grupo
14.30 - 17.30 Segunda sesión de pilotaje
17.30 - 19.00 Aperitivo de clausura y ceremonia de entrega de premios
Todos los horarios del evento están sujetos a cambios
Una de las pocas pistas de la "vieja escuela" prácticamente inalteradas que todavía se utilizan. De hecho, la pista inmersa en el verde de las Ardenas todavía conserva la mayoría de las características técnicas del circuito original (que tenía unos 14 kilómetros de longitud), lo que la hace emocionante de principio a fin desde el punto de vista técnico.
Está lleno de aspectos técnicos que pueden marcar la diferencia entre los conductores. El pulso de los aficionados se acelera cuando los vehículos pasan por el Eau Rouge o Radillon, y los nervios se tensan cuando un conductor entra a toda velocidad (o no) en esta complicadísima combinación. Pero no hace falta decir que no solo Eau Rouge y Radillon determinan los tiempos de los conductores, la parte central de Spa es muy interesante, con su secuencia de curvas rápidas intercaladas con rectas cortas.
Esta segunda etapa es quizás la más técnica, y el conductor debe adoptar una estrategia muy concreta para no derrapar. Pasado el tramo mixto, a la salida del traicionero Stavelot, los conductores retroceden en el tiempo hasta la evocadora recta del bosque de las Ardenas, la Blanchimont, que conduce a la última curva, la chicana "Bus stop".
Sin embargo, el circuito belga también es famoso por sus condiciones climáticas muy cambiantes, que a menudo provocan que haya tanto tramos secos como húmedos en una pista de casi siete kilómetros de longitud.