El 333 SP marcaba el retorno de Ferrari a lo que se conocía como sport prototipos, una categoría donde la marca había construido buena parte de su reputación. Prueba tangible de la renovada determinación de la compañía para permitir que los clientes corrieran con sus propios coches, este sport prototipo disputó sus primeras carreras en el Campeonato IMSA americano. El potente motor V12 y el sofisticado chasis permitieron al coche disfrutar de una larga carrera de éxitos en los circuitos del mundo entero.