El Purosangue probablemente va más allá, como le corresponde por ser el primer Ferrari de cuatro puertas. Se trata de un coche con una arquitectura de cabina casi abiertamente vanguardista. Dos viseras de instrumentación recorren el espacio, una para el conductor y otra para el pasajero, con salidas de aire y pantallas de información completa a cada lado. El objetivo de Ferrari es ofrecer una interacción emocional extraordinaria a los cuatro pasajeros.
Las dos «alas» convergen en un resalte en el centro. Bajo este punto de encuentro hay una característica expresamente ideada para el Purosangue que introduce el contacto físico en una configuración basada principalmente en la digitalización y la háptica. Se trata de un panel de mandos cilíndrico que, cuando se toca, se eleva suavemente sobre el salpicadero y brinda al conductor o al pasajero acceso al climatizador, la calefacción del asiento o su función de masaje.
El habitáculo del Purosangue toma algunas de sus claves del SF90 Stradale. Su influencia también se percibe en el 296 GTB, un coche que muchos críticos han situado en el panteón de los grandes de Ferrari. Forma parte del linaje de automóviles con motor central que se remonta al 308 GTB de 1975, pero obviamente ahora está propulsado por un V6 turboalimentado híbrido cuya armonización combustión/electricidad sorprende.
No obstante, en el interior también podemos ver en qué se traducen 50 años de progreso en conectividad. Otro automóvil de esta apreciada serie, el F430 de 2004, fue el primero en introducir el manettino, un interruptor giratorio montado en el volante que brinda al conductor un control instantáneo sobre la configuración del chasis del vehículo. Este fue un ejemplo inspirado e inmejorable de pensamiento ergonómico.
Actualmente, el volante de un Ferrari lleva muchas otras funciones. Los intermitentes, las faros y los limpiaparabrisas se controlan ahora mediante interruptores en el volante (a partir del 458 Italia), pero el 296 GTB desarrolla la configuración que apareció por primera vez en el Ferrari Roma y utiliza almohadillas táctiles para los pulgares en los largueros del volante. Con ellas se activa el acceso a varios submenús que se muestran en el tablero de instrumentos principal de 16 pulgadas, claramente visible a través del volante.
El conductor puede desplazarse entre navegación, multimedia y comunicación, y cada movimiento del pulgar va acompañado de un pequeño y sutil «silbido». Hay disponibles tres modos de visualización básicos diferentes, aunque la configuración estándar es quizá la mejor y la más emotiva: aquí se da prioridad a un cuentarrevoluciones de gran tamaño. Cabe destacar que, en el Roma Spider recientemente lanzado, bajo las almohadillas de los pulgares se puede apreciar un pequeño zumbido adicional para reforzar la selección de modo. (También incluye sistemas ADAS —Advanced Driver-Assistance Systems—, cuyo alcance se puede configurar y controlar de forma personalizada mediante un botón del volante).
Aunque al principio puede resultar un poco abrumador, todo es intuitivo una vez que te familiarizas con la lógica de control. Y más seguro, según sus diseñadores. Ferrari afirma que todo esto forma parte de su filosofía de «ojos en la carretera, manos en el volante» y ha realizado pruebas biométricas para demostrar empíricamente que el conductor se distrae menos.
Recuerda: también existe la opción de solicitar un volante con luces LED incorporadas en la parte superior que se iluminan de rojo a azul a medida que el automóvil cruza la línea roja del cuentarrevoluciones. Otro botón háptico, situado en el lado izquierdo del salpicadero, regula los retrovisores exteriores. Las manijas tradicionales de las puertas ya no forman parte del paisaje interior de Ferrari, ya que ahora se puede salir pulsando un discreto botón.
El Centro Stile de Ferrari es una empresa modernizadora, pero le ha traicionado su lado nostálgico al reelaborar el selector de marchas imitando el diseño «open gate» de tantos Ferraris clásicos. Permite al conductor cambiar sin problemas entre M de manual, R de retroceso, etc., y forma parte de un proceso de simplificación que, sin embargo, conecta al conductor con la máquina de la forma más inteligente posible. Y en este caso, también con el pasado…