Desde su primera edición, en 1927, hasta la última, disputada en 1957, la Mille Miglia mantuvo intacta su filosofía de carrera circular, con salida y llegada en Brescia, y parada en Roma. La prueba fue un éxito inmediato, que le valió el cariño del público y de los ferraristas, y el apelativo de «la carrera más bella del mundo». La Mille Miglia actual ya no se disputa como carrera de velocidad, sino como prueba de regularidad. Aun así, no ha perdido ni un ápice de su encanto, tanto por las carreteras y paisajes que cruza como por el excepcional parque de vehículos que en ella participa, todos ellos con una característica muy específica en común: tienen que haberse fabricado no más tarde de 1957, y haber participado (o haberse inscrito) en la carrera original.
En los años dorados de la Mille Miglia, Ferrari escribió páginas memorables de su historia. Basta recordar los dos tripletes de 1956 y 1957, los dobletes de 1949 y 1950, y las seis victorias consecutivas entre 1948 y 1953. Para conmemorar sus ocho victorias en la carrera bresciana, la última de ellas con Piero Taruffi al volante, y para ofrecer una oportunidad extraordinaria a aquellos clientes que quieren participar en el evento pero no disponen de un vehículo histórico, Ferrari organiza, desde 2010, una carrera homenaje: el «Ferrari Tribute to Mille Miglia». Se trata de una iniciativa que genera gran interés y entusiasmo entre los aficionados, y que reúne a ferraristas de todo el mundo. Y este año no ha sido una excepción.
La edición de 2019, con salida en Desenzano el 15 de mayo y con la tradicional llegada a Brescia el 18, discurrió por un trazado dividido en cuatro etapas, las mismas que recorren los vehículos de la Mille Miglia. En la primera etapa, los cien Ferrari participantes salieron de la ciudad a orillas del lago de Garda y llegaron a Cervia Milano Marittima, tras cruzar Mantua (ciudad natal de Tazio Nuvolari), Ferrara y Rávena.
En la segunda etapa, disputada el 16 de mayo, el convoy salió a las 5:15 de la mañana en dirección a la capital, cruzando los Apeninos centrales y con parada en Fabriano para un brunch rápido. En Roma, donde llegaron los primeros coches hacia las 19:00, los participantes desfilaron de manera espectacular por el centro de la ciudad. El cronograma sin tregua del evento impuso una nueva salida a las 5:15 del viernes, con destino Módena.
En la tierra del motor, a pocos kilómetros de las instalaciones donde se fabricaron, los Ferrari descansaron en la plaza situada ante la Academia Militar antes de emprender, el sábado 18 a las 6:30, la etapa final que los llevaría a Brescia. De entre los Ferrari que participaron en el homenaje, no pasaron desapercibidos un 365 GTB4 Competizione y un Dino 246 GTS de 1972, un 512BBi de 1981 y un F40 de 1990. Entre los participantes, además, destacaban dos pilotos del Ferrari Challenge Europa: el debutante Frederik Espersen y el veterano Christian Overgaard, al volante respectivamente de un 599 GTO y de un 488 Pista Piloti Ferrari.