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31 may 2016Cars

Una Odisea del espacio Ferrari

31 mayo 2016

Texto Jason Barlow

El 330 GT del músico Jay Kay es verdaderamente digno de mención


«¿Nos vamos al pub? Podemos ir con el 330 GT ...»En estos veinte años de relación, he conducido unos cuantos coches de Jay Kay, y me he paseado en muchos más (casi siempre a velocidad y con habilidad). Pero el coche en cuestión es especial, incluso para los estándares de este hombre -un modelo exclusivo shooting brake de Ferrari, una de las carrocerías Ferraris más deslumbrantes de esa trayectoria más bien arcana de la historia de la Compañía.

¿Conducirlo? No se me ocurre otra forma más espectacular de llegar a ningún sitio, a menos que hubiéramos llegado saltando en paracaídas por el techo del bar y con los pantalones en llamas.

 

Jay Kay, alma del fenómeno musical Jamiroquai –cuyo álbum Travelling Without Moving de 1996, del que se vendieron 12 millones de copias, homenajeaba a Ferrari en su portada- se ha convertido en uno de los coleccionistas de coches más sagaces del mundo.

 

Jay ha ampliado su colección de coches hasta el punto de tener que construir un nuevo lugar para poder guardarlos, además de las dependencias que bordean su espléndida mansión (que se encuentra retirada en la campiña inglesa a una hora aproximada de coche al norte de Londres).

 

Estos Ferraris –LaFerrari, Enzo, F40, 250 GT Lusso y Scuderia 16M Spider entre otros– viven en un ambiente específico con temperatura controlada para compensar las carencias del clima británico. Pero Jay no tiene ningún problema en salir con la lluvia de hoy, en el 330 GT, y está encantando con que lo pruebe.

Cuando hice la prueba de conducción, Jay no llevaba mucho tiempo con el coche, e incluso admitió que esta vez quizás se hubiera pasado un poco. «¿Crees que se me ha ido la pinza? -me pregunta sonriendo-. Sé que este coche no es del agrado de todos.»

 

Sin duda es un coche inusual. Shooting brake, station wagon, estate: un sorprendente número de modelos excepcionales se intercalan en el antiguo catálogo de Ferrari, hasta llegar al 250 "bread van" que encargó el propietario de la Scuderia Serenissima, el Conde Volpi en 1962 y un coche cuya aventura estética iba más en dirección de la eficiencia aerodinámica que del atractivo visual.

 

Este 330 GT con carrocería Vignale rompe unos cuantos códigos de diseño de coches, pero lo que le falta en estilo y proporción lo compensa con creces con la extravagancia italiana y la verdadera presencia de finales de la década de 1960.

 

El 330 GT hizo su primera aparición en el Salón de Bruselas de 1964 y marcó el comienzo de una nueva era de elegancia más formal del lenguaje V12 Ferrari GT. El chasis nº 7963 se abrió camino a través del Atlántico, a la sede de Luigi Chinetti en Connecticut.

En esa época, quien ya estaba bien establecido como hombre Ferrari en EE.UU., era el hijo de Chinetti, Luigi Junior (más conocido como Coco) que ideó el concepto del shooting brake y colaboró con un artista llamado Bob Peak con el fin de hacerlo factible.

 

El coche terminado se expuso obviamente en el Salón de Turín de 1968, donde su carrocería alargada de dos colores y su atrevido acristalamiento sorprendió a los espectadores, que probablemente tendrían en mente las imagines de la película 2001: Odisea en el espacio.

Después de Chinetti, el 330 GT wagon- el último Ferrari carrozado por Vignale, casualmente, después de haber diseñado la carrocería de más de 100 de los mejores modelos de Maranello, incluyendo tres ganadores de la Mille Miglia- paso un tiempo en Francia, antes de aterrizar en Inglaterra.

 

Su conducción es casi tan impresionante como su estética, y una vez que se ceban sus triples carburadores Weber, el V12 de 4,0 litros arranca con la lujuriosa banda sonora característica de estos Ferraris de los años sesenta. Quizás otro aspecto muy sorprendente es que un modelo exclusivo de casi 50 años se conduzca tan maravillosamente.

 

Por lo que respecta a los Ferrari, este coche podría considerarse una excentricidad, aunque probablemente sean los más originales y asombrosos de todos -y eso Jay Kay lo sabe mejor que nadie.

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