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Con su lanzamiento en 1954, el 250 GT Coupé puso en marcha la transformación de Ferrari que, de ser un constructor de bajo volumen de coches de competición para carretera hechos a mano, pasó a ser un fabricante formal de coches de producción, lo que allanó el camino para el enorme éxito del que ha disfrutado la marca hasta el día de hoy

Texto: Gavin Green / Vídeo: Oliver McIntyre

¿Cuál es el Ferrari de mayor relevancia histórica? Para un fabricante de coches de tan larga trayectoria, las opciones son amplias y variadas. El primer Ferrari fabricado jamás, el 125 S de 1947, es claramente un buen candidato. Lo mismo ocurre con el 166 MM de 1949, ganador de Le Mans, que puso a la Scuderia en el mapa mundial del automovilismo. También el 250 GTO de 1962 es un fuerte contendiente. Aparte de su éxito en las carreras, sigue siendo el modelo más valioso de Ferrari, si tomamos como barómetro los precios de las subastas. O tal vez el F40, que, tal y como insisten muchos ferraristas, sigue siendo el coche de carretera más emocionante de Maranello y, más que nada, sin duda los Ferraris se basan en la emoción de conducir.




Sea testigo de la historia de cómo el 250 GT Coupé marcó la historia temprana de Ferrari...




La lista de aspirantes es larga, pero uno de lo principales candidatos, además de ser el coche de mayor trascendencia histórica de la década de 1950, es el 250 GT Coupé, el primer coche de producción en serie de Ferrari.

Presentado en el Salón de París de 1954, convertiría a Ferrari, pequeño productor de coches de competición para carretera hechos a mano y a medida, en fabricante de coches de carretera de serie. Las cifras de producción del 250 GT Coupé superaron con creces las de cualquier Ferrari construido antes. Y, para la viabilidad de Ferrari como fabricante de automóviles, era fundamental alcanzar mayores volúmenes de producción con un diseño común. 

Mientras se construía una nueva fábrica en Grugliasco, en Turín, se eligió a Pininfarina para que se encargara de la carrocería. Seguirían varias décadas de estrecha cooperación entre Ferrari y Pininfarina, y la relación entre ambos se convertiría en una de las alianzas más famosas en la historia de la industria automovilística.





Arriba: el Ferrari 250 GT Coupé de 1954, desarrollado en colaboración con Pininfarina, es considerado por muchos como el Cavallino Rampante más importante de la década de 1950




Como se iba a fabricar en grandes volúmenes, el nuevo coche tenía que gustar a más gente. Así, el 250 GT Coupé se diseñó básicamente como coche de carretera, concebido para clientes adinerados en busca de un gran turismo que pudiera utilizarse a diario. De hecho, este iba a ser el primer auténtico GT de Ferrari.

Sustituyendo al 250 Europa, en el que se basaba (los primeros coches se conocieron como Europa GT), en el 250 GT Coupé se reemplazó el Lampredi V12 del coche anterior por el clásico Colombo V12, ahora con 3 litros de cilindrada. Además de ser más potente (generaba 220 CV frente a los 200 CV del Europa), el motor era más compacto, lo que permitía que este Ferrari fuera más pequeño y ágil. 

Era Pininfarina quien montaba los primeros automóviles pero, cuando el famoso carrocero se vio incapaz de satisfacer la demanda del nuevo 250 GT, la producción se subcontrató a Carrozzeria Boano, fundada por Mario Boano, exdiseñador de Pininfarina. Solo comenzó la verdadera producción en serie una vez finalizada la nueva fábrica de Pininfarina en 1958, con la introducción de la clásica versión Coupé «tricuerpo» del 250 GT.





Arriba: el hermoso interior del 250 GT Coupé de 1958 era tan atractivo como el exterior del coche de estilo Pininfarina




Aun cuando los coches Pininfarina «estándar» se producían en grandes volúmenes, eran habituales las modificaciones detalladas de la carrocería. Al estilo tradicional de Ferrari, el 250 GT Coupé engendró muchas variantes exclusivas, incluidas versiones de competición ligeras y coches especiales de carrocería one-off, como un 250 GT con carrocería Vignale encargado para una princesa belga y un modelo exclusivo fabricado para el rey de Marruecos. También hubo una edición Speciale, de la que solo se construyeron cuatro.

Se introdujeron numerosas mejoras técnicas, incluida la suspensión delantera con muelles helicoidales y, a finales de 1959, frenos de disco. La potencia máxima aumentaría hasta los 240 CV, sin dejar de respirar a través de tres carburadores Weber clásicos de doble estrangulador.

El chasis y el motor del 250 GT Coupé formarían la columna vertebral de la mayoría de los coches de producción de Ferrari hasta mediados de los años 60, incluido el 250 GT 2+2 (primer Ferrari de cuatro plazas producido en número considerable) y el 250 GT Berlinetta Lusso (último de los 250 GT). En la práctica, estos coches también fueron sustitutos del GT Coupé.





Arriba: el chasis y el motor del 250 GT Coupé formarían la base de la mayoría de los coches de producción de Ferrari hasta mediados de la década de 1960




Aun siendo elevadas para los estándares de Ferrari, las cifras de producción todavía eran bajas para las normas de la industria automovilística. Entre 1958 y 1960, cuando finalizó la producción del 250 GT Coupé, solo se construyeron 353 unidades. 

Siguiendo el ejemplo del 250 GT Coupé, la capacidad de producción en serie de Ferrari crecería considerablemente a medida que se introdujeron nuevos modelos y en todo el mundo nuevos mercados comenzaron a codiciar los coches de Maranello.

A día de hoy, los coches de Ferrari siguen siendo muy exclusivos. Al igual que en los primeros años, los nuevos automóviles del Cavallino Rampante pueden ser realmente únicos, gracias a un programa de personalización cada vez más popular que permite a los clientes crear sus propios coches a medida. El impresionante 250 GT Coupé, que este año cumple setenta años, fue uno de los coches que inició esta tendencia.





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