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22 feb 2022Magazine, Races

VICTORIAS DE FERRARI: EL GRAN PREMIO DE MÓNACO DE 1975

Carreras

VICTORIAS DE FERRARI: EL GRAN PREMIO DE MÓNACO DE 1975

En 1975, Niki Lauda dio a Ferrari su primer título mundial en 11 años. La historia de aquella temporada triunfal comenzó, decididamente, en Mónaco

Texto: Gavin Green

En el Gran Premio de Mónaco de 1975, Ferrari recuperó su magia.

Habían pasado once años desde que la Scuderia ganara un campeonato mundial y 20 desde que venció en Mónaco, el más prestigioso de todos los Grandes Premios.

La combinación de un nuevo coche, el 312 T, un nuevo piloto (Niki Lauda) y un nuevo director de equipo devolvería a Ferrari al frente de la parrilla. Sería el equipo dominante durante las tres temporadas siguientes, en las que consiguió un triplete de títulos de constructores (1975, 1976 y 1977) y catapultó a Lauda a tres años de predominio y dos títulos mundiales. Si no hubiera sido por su famoso accidente casi mortal en Nürburgring, casi seguro que habría conseguido un triplete de títulos de pilotos.




La temporada de 1975 de Niki Lauda le daría a Ferrari su primer título mundial en 11 años




El renacimiento de Ferrari comenzó en Mónaco en 1975. Aquel año también fue probablemente cuando Lauda consiguió la mayor de sus 15 victorias de Fórmula 1 para Ferrari.


En las sinuosas calles de Mónaco, quinta prueba del campeonato, Lauda, de 26 años, logró la primera de sus cinco victorias de esa temporada. Se hizo con la pole por una buena diferencia de 0,69 segundos. El día de la carrera llovía mucho y el Gran Premio comenzó en condiciones peligrosas. Lauda lideró desde el principio. Los coches se estrellaban detrás de él en una de las carreras más accidentadas de la historia de la Fórmula 1. Lauda avanzaba imperiosamente, mostrando una velocidad y una calma que contradecían su juventud. Aparte de su parada en boxes para poner neumáticos lisos al secarse la pista, lideró todas las vueltas. Dominó esa carrera y, cuatro meses después, sentenció oportunamente el título de 1975 en el GP de Italia. 





Cruzando la línea de meta de Mónaco de forma segura (y por delante) después de una de las carreras con más accidentes en la historia de la F1




La contratación de Lauda por parte de Enzo Ferrari para la temporada de 1974 formó parte de una amplia reorganización en Maranello. Después de varios años de malos resultados, Enzo Ferrari contrató a nuevos pilotos y, como director del equipo, a Luca di Montezemolo, de 26 años, el protegido de Gianni Agnelli, jefe de Fiat.


En 1975 había un nuevo coche, el 312 T, una de las mejores máquinas de Fórmula 1 surgidas de la fértil mente Mauro Forghieri, director técnico. La T significaba trasversale, por su caja de cambios montada transversalmente, un diseño más compacto que mejoraba el equilibrio del coche. El motor plano de 12 cilindros era también el más potente de la parrilla. El 312 T fue el mejor coche de Fórmula 1 de la temporada y Lauda hizo buen uso de él.


Si en 1975 Mónaco fue la victoria más importante de Lauda en Ferrari, su mejor pilotaje —y sin duda el más valiente— fue una carrera que no ganó: el GP de Italia de 1976.


La temporada de 1976, en la que Lauda defendía el título, había empezado bien. Ganó cinco de las nueve primeras carreras, incluida Mónaco una vez más. Luego llegaron el GP de Alemania en Nürburgring y el accidente que casi le costó la vida. Seis semanas después, en el GP de Italia, protagonizó la mayor remontada de la historia de la Fórmula 1.





Momentos felices: Lauda recibe su trofeo de manos de la Princesa de Mónaco, Grace Kelly




Horriblemente marcado, previsiblemente asustado —«en Monza estaba rígido de miedo», escribió más tarde—y físicamente lejos de estar en forma, Lauda superó a sus dos compañeros de equipo (uno de los cuales fue elegido para sustituirle) y terminó en un magnífico cuarto puesto. Cuando después de la carrera se quitó el pasamontañas bañado en sudor, estaba empapado de sangre.


Ese año perdió el título frente a James Hunt, su rival y amigo, por un solo punto. 


La trayectoria de Lauda en el automovilismo había comenzado de forma problemática. Repudiado por su acaudalada familia vienesa (que odiaba que corriera), pidió dinero prestado para financiar su temprana carrera. Después de dos años sin éxito en la Fórmula 1, fue contratado por Enzo Ferrari para la temporada de 1974 y rápidamente le devolvió la confianza prestada. 


Dejó Ferrari tras su triunfo de 1977 y, compitiendo para McLaren, volvió a ganar el campeonato en 1984. Se retiró en 1985, fundó su propia compañía aérea y volvió como asesor de Ferrari para la Fórmula 1 en los años 90. 


Murió en 2019, a los 70 años, reconocido con razón como uno de los grandes de la Fórmula 1 —y de Ferrari— de todos los tiempos. Y, sin duda, el más valiente.





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