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13 ago 2019Passion

Pasión por la perfección

13 agosto 2019

Daniele Bresciani

Nos hemos reunido con Gordon Ramsay en su restaurante Hell's Kitchen de Las Vegas, donde nos ha hablado de su pasión por la cocina, el deporte y Ferrari


El taxista me recoge en el aeropuerto McCarran a mitad de la noche y me conduce hacia el centro de Las VegasPara demostrar que conoce su trabajo, recita como una letanía los nombres de todos y cada uno de los casinos de la ciudad y finaliza con el que será mi punto de destino: Caesars Palace. A continuación me pregunta qué me trae a la ciudad del pecado.

"Estoy aquí –le explico– para hablar con Gordon Ramsay en nombre de Ferrari". En ese instante, veo en el retrovisor cómo se iluminan los ojos de Levon. Se estira hacia atrás para chocar los cinco: “¡Guau! ¡Ferrari! ¡Gordon Ramsay! ¡Qué pasada!” Está encantado; yo no tanto, hasta que vuelve a fijar los ojos en la carretera. La mañana siguiente, cuando llego a la sesión de fotos, vuelvo a ser testigo del efecto que produce la pareja Ferrari-Ramsay.

Nos encontramos fuera de Hell’s Kitchen, el restaurante que el chef premiado con múltiples estrellas Michelin abrió en colaboración con Caesars Palace hace un año. Allí nos espera un espectacular Ferrari Portofino de color rojo fuego. Gordon llega, posa frente al V8 convertible y salta al interior mientras los transeúntes sacan rápidamente sus teléfonos y empiezan a subir fotos a las redes sociales. Estar cerca de dos símbolos de excelencia, uno en el terreno de la automoción y otro en el culinario, no es algo que ocurra todos los días.

Cuando termina la sesión, pregunto a Ramsay qué significa para él la excelencia. “La excelencia nace de la pasión. Nunca me ha dado miedo cometer errores porque forma parte del proceso de aprendizaje. Es demasiado fácil ser corriente, estar satisfecho con tu trabajo y, en lo que a mí respecta, yo nunca lo estoy. Toda mi carrera empezó con un fracaso: de niño quería ser futbolista y no pudo ser. Así que me dediqué a la cocina. Ahora, todos los días trato de aprender de mis errores. Los que cometemos por la noche, se quedan en la cocina para que no vuelvan a ocurrir al día siguiente en la comida”.

Insiste en que solo ese nivel de meticulosa atención al detalle te llevarán a la cima. “Pero, para mantenerte ahí”, afirma, “no puedes dar nada por sentado. Estoy pensando en el restaurante Gordon Ramsay de Londres, que cumplirá 21 años en septiembre y ha mantenido sus tres estrellas Michelin durante 19 años”. Lo valora tanto como a su "LaFerrari", la joya de la corona.
 
“También estoy pensando en Hell’s Kitchen, que tenía una lista de espera de 25.000 clientes hace un año, antes de que abriéramos. Es exactamente la misma atención al detalle: cada día. Capa, tras capa, tras capa. Perfección, perfección, perfección”. Es una norma que Gordon exige en cada uno de sus restaurantes (en Europa, Estados Unidos, Extremo Oriente y Oriente Medio), a los que se han unido otros nueve locales abiertos en asociación con Caesars Palace, el primero en 2012 con el restaurante Gordon Ramsay Steak del hotel Paris Las Vegas y, el último, un segundo Hell’s Kitchen abierto recientemente en Dubái.
También es una mentalidad que aplica a la práctica de sus otras dos grandes pasiones: entrenar para triatlones... y los coches. El conocido amor de Ramsay por Ferrari se remonta a muchos años atrás. 

“Recuerdo estar viendo Magnum P. I. de niño y soñar con poder conducir un 308. Me siento muy afortunado de tener uno ahora. Hoy, tener el privilegio de conducir mi nuevo LaFerrari Aperta en un circuito y probar, no solo la emoción y la perfección, sino el control que me proporciona, me hace sentir en la cima del mundo. Agarro el volante, pulso el botón… y escucho ese sonido inconfundible.

Cinco minutos de adrenalina, 289 km/h; luego aflojo y salgo. Me basta para recargar pilas para los dos meses siguientes”. Hay otro momento Ferrari cargado de emociones que Ramsay nunca olvidará: la primera vez que vio el Monza SP2 el pasado septiembre. “Literalmente me dejó sin aliento”, afirma. “Me puse al volante y sentí que tenía entre las manos 70 años de pura perfección. No puedes limitarte a utilizar la tradición como inspiración o, peor aún, simplemente copiarla... Tienes que reinterpretarla y conseguir que aquello que haces sea relevante para tu época. Como Ferrari hace con cada nuevo coche”.

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