¿Cómo sustituir el 250 GTO, posiblemente el mejor Ferrari de todos y, sin duda, el más valioso? Esa era la nada envidiable tarea del 250 LM, presentado hace casi exactamente 60 años en el Salón del Automóvil de París.
El 250 LM nunca alcanzaría la gloria del 250 GTO en las carreras de GT. Sin embargo, no por eso dejó de ser un triunfador. Obtuvo muchos éxitos en automovilismo, incluida una victoria absoluta en Le Mans, su diseño inspiró un gran número de nuevos Ferraris (incluido el 296 GTB) y ahora es uno de los Ferraris clásicos más codiciados y valiosos.
Tuvo un nacimiento atribulado. En esencia, se trataba de una versión coupé berlinetta del prototipo deportivo de carreras 250 P, ganador de Le Mans en 1963. Al igual que el 250 GTO, se concibió como un coche de serie limitada para competir en carreras de deportivos GT de producción. Como tal, se vendería a clientes y correría en carreras de GT de primera categoría en todo el mundo.
Sin embargo, unos meses después de la presentación del 250 LM en París, la FIA —organismo rector del automovilismo mundial— se negó a homologarlo. Ferrari, dijo, no había podido construir los 100 coches necesarios para la homologación.
Así pues, tuvo que competir en la categoría de prototipos de alto nivel contra coches de carreras hechos a medida. Esta decisión redujo enormemente las posibilidades del 250 LM de ganar competiciones y su atractivo para los clientes. También enfureció a Enzo Ferrari, que amenazó con retirarse de las carreras de GT.
Si bien la Scuderia Ferrari utilizó los prototipos deportivos 275 P y 330 P para las temporadas de 1964 y 1965, el 250 LM, menos potente (y más lento), se vendió a equipos privados respaldados por Ferrari, como el North American Racing Team (NART), el británico Ferrari Concessionaires, el suizo Ecurie Filipinetti y el belga Ecurie Francorchamps. Aunque era menos musculoso que el 275 P y el 330 P, la agilidad, velocidad y fiabilidad del 250 LM lo convertían en un atractivo deportivo de competición.
Su mejor momento llegó en Le Mans en 1965. Contra el nuevo 330 P2 de la Scuderia Ferrari y el nuevo GT40 de Ford, el 250 LM de Jochen Rindt y Masten Gregory, inscrito por el NART, consiguió una sorprendente victoria. Salieron apenas en undécima posición en la parrilla y se clasificaron 12 segundos por detrás del Ford más rápido.
Los Ford de gran presupuesto tuvieron problemas de motor y transmisión y se retiraron antes de tiempo. Los nuevos 330 P2 parecían ir camino de la victoria hasta que sus innovadores frenos de disco empezaron a fallar. Ferrari siempre ha utilizado las carreras para ensayar nuevos componentes y en 1965 probó nuevos discos de freno con ranuras de ventilación radial (que pronto se convertirían en algo habitual en las carreras). Cuando los frenos se rompieron, también lo hicieron las posibilidades de victoria del 330 P2.
El 250 LM del NART ganaría por cinco vueltas de ventaja sobre otro 250 LM privado y un 275 GTB. Fue un triplete de Ferrari, aunque logrado con tres Ferraris que no eran los favoritos.
También quedaría sexto, por detrás de un par de nuevos Porsches de fábrica, un 250 LM de la Scuderia Filipinetti. El 250 LM triunfaría además en las 12 horas de Reims (en 1964) y en las 9 horas de Kyalami, en Sudáfrica (igualmente en 1964).
El diseño del 250 LM marcó tendencia, por lo que muchos de sus rasgos estilísticos se han copiado (incluso en el 296 GTB). Su tecnología también fue muy innovadora, entre otras cosas porque se trató del primer coupé V12 con motor central trasero de Ferrari.
Y lo que es más importante, ocupó un lugar destacado en el panteón de las carreras de Maranello como el último Ferrari en ganar Le Mans. Hasta que el nuevo 499P alcanzó la gloria este año.