El presidente de Ferrari, John Elkann, viajó a Amatrice, una población de montaña situada a unos 140 kilómetros al noreste de Roma, para demostrar el continuo compromiso de la marca con una comunidad que ha sido elogiada por su coraje frente a la adversidad. La jornada tuvo dos momentos destacados: la donación de un motor V8 turbo y el descubrimiento de una placa con el nuevo nombre del centro de enseñanza pública de la localidad, elegido en honor del difunto Sergio Marchionne.
"Según Enzo Ferrari, el motor es el corazón de cada coche y nos alegra entregaros uno a vosotros”, dijo Elkann a un entusiasmado grupo de alumnos, profesores y padres mientras desvelaba un ejemplar intacto de lo que describió como “el motor más bonito y con más éxito de la historia". A continuación, aseguró a las familias y autoridades de la localidad: "Queremos que se quede aquí para recordaros a todos que sois importantes para Ferrari y también lo que sois capaces de hacer en el futuro”.
En una sesión de preguntas, Marco, un alumno de quinto curso, sacó a relucir la incertidumbre de cara al futuro, una preocupación constante para una comunidad que aún muestra las cicatrices del desastre de 2016. En respuesta, Elkann puso a Sergio Marchionne como ejemplo. Con catorce años, el antiguo CEO de Ferrari abandonó Italia con destino a Canadá, estudió con ahínco, aprendió un nuevo idioma y consiguió dos títulos universitarios. "Si tenéis ese mismo empuje, podréis afrontar el futuro con optimismo”, afirmó Elkann. “No debéis tener miedo”, aseguró a su joven audiencia.
En agosto de 2016, solo unos días después de que el fatal terremoto asolase el centro de Italia, Ferrari decidió donar la unidad número 500 del modelo LaFerrari. Se subastó en las Finales Mundiales de Daytona y alcanzó un precio de 6,5 millones de euros, por aquel entonces una cifra récord para un vehículo del siglo XXI. Trabajando en estrecha colaboración con las instituciones y autoridades locales, los fondos se destinaron a reconstruir el centro de enseñanza pública de la población.
Cuando se materializó el gran plan en Amatrice, el director Giovanni Luca Barbonetti, el primero en sugerir la idea de bautizar la escuela con el nombre de Sergio Marchionne, dijo con entusiasmo: “Es un centro maravilloso, en línea con los grandes campus del norte de Europa, algo desconocido en Italia”. Hoy asisten a él unos 230 alumnos entre estudiantes de educación infantil, primaria y secundaria, y dispone de comedor y gimnasio. "Es importante, no solo dejar un proyecto útil y permanente en esta zona”, añadía Elkann, que se ha tomado un interés personal en esta importante iniciativa educativa, “Sino también ofrecer confianza y apoyo a los jóvenes de Amatrice”.
Ya hay planes de proporcionar a los alumnos una serie de experiencias de formación en Maranello para brindarles la oportunidad de conocer mejor la compañía, sus procesos de producción y su organización.
Entre el público asistente al evento había un invitado especial: Francesco Di Paolo, empleado de Ferrari nacido en Amatrice. Fue acompañado de su madre, antigua profesora del instituto destruido, lo que liga una historia humana y personal a los lazos recién establecidos entre Maranello y la población del Lazio.
Elkann firmó una bandera de la Scuderia Ferrari ondeada por los alumnos antes de dirigirse al comedor del centro para disfrutar de un plato de espaguetis... a la amatriciana, por supuesto. Fe, trabajo duro, logros: los valores que marcaron la propia vida de Marchionne siguen vivos.