Viernes 6 de julio de 1990: el Circuit Paul Ricard de Le Castellet celebra su XX aniversario acogiendo por última vez el GP de Francia de Fórmula 1. Es la séptima carrera de una temporada en la que se están cumpliendo los pronósticos y donde se asiste una vez más al gran duelo entre Ayrton Senna, en McLaren, y el campeón del mundo Alain Prost, que durante el invierno se pasó a Ferrari, después de la victoria en México. El francés ya se había impuesto en Brasil, en casa del rival, mientras que Senna había triunfado en Phoenix, Estados Unidos, en Mónaco y en Canadá. En San Marino, ganó Riccardo Patrese con Williams.
En el Paul Ricard, Ferrari parece la misma que dominó en Ciudad de México. Nigel Mansell conquista la pole position, pero entre los pilotos bien clasificados se encuentra Prost, que se ve obligado a buscar la posición en la parrilla de salida con el motor de la carrera porque el otro con más caballos tuvo una avería en los entrenamientos libres. El francés queda cuarto, detrás de los dos McLaren del ex ferrarista Gerhard Berger y de Senna.
En vista de la carrera, la principal preocupación eran los neumáticos porque se temían que fuera necesario hacer dos paradas en boxes para poder terminar la carrera. Sin embargo, hay un equipo, hasta el momento insignificante, que tiene un as en la manga. Se trata de Leyton House, antiguo March, que presenta un coche muy sensible a las regulaciones, hasta el punto que los pilotos Ivan Capelli y Mauricio Gugelmin no consiguieron ni siquiera clasificarse en México. El ingeniero, un joven de 27 años llamado Adrian Newey, acababa de irse del equipo pero antes introdujo una mejora aerodinámica en el CG901, que da los mejores resultados en el circuito de Le Castellet.
Mientras todos los equipos están preocupados por llegar hasta el final con una sola parada, Leyton House está preparando su gran jugada: terminar la carrera sin parar en boxes. En la salida, Mansell fue adelantado por Berger, mientras que Senna va tercero delante de Prost. La primera parte de la carrera se desarrolla sin sobresaltos y lo único que marca la diferencia son las paradas en boxes para el cambio de neumáticos. El Ferrari número uno entra en boxes en la vuelta 26 y se incorpora en siete segundos. Poco después también se detiene Mansell, y los McLaren se quedan en pista hasta la vuelta número 30. Senna adelanta a Berger, quien para en boxes y pierde 12 segundos. Una parada no muy buena, pero no es nada si la comparamos con la de su compañero que pierde nada menos que 16 segundos. Todo parece ir bien para los Ferrari si no fuera porque está claro que los dos Leyton House, que van delante, intentarán terminar sin pararse.
Mansell se ve obligado a retirarse, mientras que Prost alcanza a Gugelmin realizando un adelantamiento bastante difícil. Con el nuevo paquete aerodinámico de Leyton House, el coche inglés sale mucho mejor de las curvas que el Ferrari, que en la recta tampoco consigue aprovechar la potencia superior de su V12 para emprender el ataque. Gugelmin resiste durante mucho tiempo, pero al final debe ceder el paso a Prost, que progresivamente alcanza también a Capelli. Llevan 60 vueltas de las 80 previstas y, de nuevo, se cae en el error de pensar que para el francés será pan comido adelantar al italiano. Capelli hizo la mejor carrera de su vida —de hecho, le sirvió para que Ferrari lo fichara en 1992—, se defendió con uñas y dientes, y a solo tres vueltas del final cedió el primer puesto a Ferrari.
Prost cruzó la meta en primer lugar, por delante de Capelli y Senna. Para Ferrari es la victoria número 100, mientras que Alain, en su segunda victoria consecutiva, vuelve a tener esperanzas para el Mundial porque está a solo tres puntos del brasileño. La Casa de Maranello encabeza la clasificación general: McLaren tiene 83 puntos, Lotus 79 y Williams 43. Horas más tarde, se disputaría en el Estadio Olímpico de Roma la final del mundial de fútbol entre Alemania y Argentina, pero los fans italianos ya habían ganado el partido más importante de ese día.