Para este actor tan cosmopolita, los modelos que llevan con orgullo el símbolo del Cavallino Rampante son la cúspide de la fabricación de automóviles por su diseño, su tecnología y la experiencia de conducción que invariablemente ofrecen.
Por eso, cuando le ofrecieron la posibilidad de pasar un día al volante del Portofino M, no hizo falta que se lo pidieran dos veces. Cuando llegó a Chantilly, a las afueras de París, para probar el último convertible 2+ de la marca, no pudo ocultar su amplia sonrisa, reconocible en las pantallas de cine de todo el mundo desde hace cuatro décadas.
Ve detrás de escena en el set de la sesión de fotos de Christopher Lambert para The Official Ferrari Magazine
La carrera de actor de Lambert se ha entrelazado a menudo con su amor por los coches. En la película Highlander de 1986, Lambert interpretaba al héroe Connor McLeod, filmado en un Porsche 356 Speedster en la primera película y conduciendo un Porsche 911 en la secuela. Pero fue en 1984, justo después del éxito de su película revelación Greystoke, la leyenda de Tarzán, el rey de los monos, cuando se dio cuenta de que su sueño de la infancia, el de poseer otro tipo de «leyenda» —un Ferrari— era de repente posible.
«A menudo me paraba frente a los showrooms de Ferrari y me decía que algún día entraría y me daría el gusto», recuerda. «Luego cambiaba de opinión con la excusa de que me pasaría el tiempo acumulando multas por exceso de velocidad». Así que, como una especie de concesión, optó por alquilar sus Ferraris. ¿Sus favoritos? Los iconos de su tiempo: el 365 GTS4 («Daytona Spyder»), el 512 BB y el 575M Maranello.
M de Modificata: la evolución del modelo incorpora una caja de cambios de doble embrague y 8 velocidades, además de un manettino de 5 posiciones
Hoy es el Portofino M, el último de la línea de convertibles de Ferrari. «Su versatilidad es increíble», afirma Lambert. «El V8 biturbo ofrece casi las mismas sensaciones que un motor de 12 cilindros y su sonido es hipnotizante. Es un coche realmente excepcional que ilustra el genio de Ferrari», comenta tras una jornada inolvidable al volante del último convertible de Maranello.
Es un genio que el consumado actor ha tenido buenas oportunidades de observar de primera mano. Insiste en que su pasión por los coches se ha alimentado con la gente que ha conocido en el camino. A principios de los años 80, un encuentro con Jean Todt, que luego se convertiría en un gran amigo, le introdujo en el mundo de las carreras.
Cuando Todt pasó a ser director de la Scuderia Ferrari en 1993, Lambert empezó a frecuentar Maranello y el circuito de Fiorano. Fue durante una de aquellas visitas cuando Luca di Montezemolo, el entonces presidente de Ferrari, le regaló un pistón de uno de los motores de Fórmula 1 de Michael Schumacher.
El profundo conocimiento de Lambert sobre los coches le permitió disfrutar al máximo de las especificaciones del Portofino M
Lambert admite tener debilidad por Charles Leclerc. «Es un conductor estupendo», declara el actor. «Admiro su humildad, su concentración y su disciplina, notable para un hombre de su edad». Ahora, a sus sesenta y cuatro años, Lambert sigue anhelando protagonizar una película con un argumento centrado en los coches y el mundo de las carreras. «He visto todas las películas de coches», asegura. Las 24 horas de Le Mans es única en su clase, porque sale Steve McQueen. Rush: pasión y gloria (dirigida por Ron Howard), la historia de la rivalidad entre Niki Lauda y James Hunt, es una película realmente excepcional».
Mientras espera que le ofrezcan una película de coches, pronto terminará la última parte de El amor es mejor que la vida, quincuagésimo —y último— largometraje de Claude Lelouch, el veterano director de cine francés que produjo Le Grand Rendez-Vous, protagonizada por Charles Leclerc y Ferrari en mayo de 2020.