En la tercera parte de nuestra serie sobre Ferrari Approved, Franco Mantellassi explica cómo su plena confianza en el Approved Certificate de vehículos de ocasión le llevó a comprar un California de 2015 y, así, a iniciar una magnífica colección
«Era verano. Hacía calor y me apetecía tener un descapotable para desplazarme», recuerda Franco Mantellassi. «No es que estuviera empeñado en tener mi primer Ferrari», admite. Pero entonces lo vio: un hermoso California de 2015 con librea de Grigio Silverstone delante del concesionario local de Prato, en la Toscana.
Desanimado por la lista de espera de un año que había para conseguir un modelo nuevo, optó por aquel de segunda mano. «Y durante ese verano me enamoré de él. ¡Fue maravilloso!», declara riéndose al recordarlo.
Aquel verano inició una relación con el Cavallino Rampante que Franco describe como «la mia passione infinita». Desde entonces, el romance, que continúa en la actualidad, ha dado lugar a una magnífica colección que ya incluye un SF90 Spider, un Monza SP2, un 488 Pista, un 812 Competizione A y un Ferrari Daytona SP3.
Franco insiste: «Aunque desde entonces todos mis coches han sido nuevos, los de ocasión certificados son una forma estupenda de entrar en el mundo de Ferrari. Pero nunca compraría uno sin Approved Certificate».
Esta codiciada acreditación se otorga únicamente después de que los técnicos especialistas del programa hayan llevado a cabo un análisis exhaustivo de todos los aspectos del vehículo para asegurar que todas y cada una de las características está en consonancia con las especificaciones originales.
Es posible que el encuentro original de Franco con la marca a través del California se debiera en gran medida a la casualidad, pero reconoce que «siempre le encantó Ferrari».
Su vida laboral se ha concentrado en Manteco, una firma textil fundada por su padre en la Toscana hace unos ochenta años, en la misma época de mediados de la década de 1940 en que un joven Enzo Ferrari estableció su propia fábrica.
Tras la prematura muerte del padre de Franco a mediados de los años 60, el joven estudiante tuvo que abandonar sus estudios universitarios, casi terminados, para tomar las riendas de una empresa que desde entonces se ha convertido en el primer productor italiano de tejidos de calidad superior, especialista en cachemira y lanas.
Cuando era pequeño, su padre siempre le animaba a palpar las telas, con lo que le inculcó un profundo conocimiento de ellas a través del tacto. «El mundo de los tejidos es una búsqueda continua para crear algo bello», asegura. «Tienes que sentirlos, tocarlos, para conocerlos y apreciarlos».
Ese conocimiento visceral también marca su amor por Ferrari. «Son los motores, la belleza del diseño de los coches, algo que me llega hasta dentro», explica entusiasmado con genuina pasión en la voz. «Desde Pininfarina hasta hoy, con Flavio Manzoni, el diseño de Ferrari demuestra una “eccellenza” italiana que se aproxima a objetos de arte».
Sin embargo, Franco niega categóricamente ser un mero observador de su colección. «¡No, los coches están para conducirlos!», insiste. «Un coche se convierte en coche solo cuando lo conduces, no guardado en una urna de cristal. Tienes que disfrutarlo. Es como una tela: si no la coges con la mano, ¿cómo sabes qué tacto tiene? Con un coche ocurre lo mismo».
Superfast
Fiel a su palabra, Franco participó en la Cavalcade Monza de 2022 y en la Cavalcade International de Marruecos de 2023, así como en el Ferrari Tribute al Targa Florio en Sicilia, al que se presentó con su 488 Pista rojo. Él y Patrizia, su mujer, se llevaron a casa dos trofeos, a pesar de que él tuvo que volver a inscribirse en el último minuto como «invitado» porque, a sus ochenta y cinco años, estaba un poco por encima del límite de edad. Y cuando la Mille Miglia de junio pasó por la Toscana, no se pudo resistir a sumarse extraoficialmente con su SF90 Spider para el tramo de Siena a Abetone-Pieve Pelago, repitiendo así la hazaña del año anterior con su Monza. «Tienes que disfrutar el placer de conducirlos», repite con una risa generosa y afable.
Gracias a esta «búsqueda de la belleza», Manteco ha crecido hasta producir cerca de ocho millones de metros de prestigiosos textiles al año. Franco, incapaz de resistirse a una analogía automovilística, asegura: «Eso equivale a cubrir al día cincuenta kilómetros con tela». Claramente, Ferrari está entretejido en la urdimbre de su vida, al igual que los finos hilos que ha dedicado su vida a fabricar en Manteco.