Hay gente a la que le gustan los modelos V12. Hay gente a la que le encantan los modelos V12. Y luego está Steven Victor.
«Pues sí, definitivamente es una obsesión», admite, con una sonrisa maravillosamente abierta a lo ancho de un rostro expresivo y juvenil que contradice sus cuarenta y dos años.
No echa un vistazo al interior de su «garaje bastante lleno», que actualmente alberga cinco, «no, espera, seis V12». Es un garaje para el que este ejecutivo de la industria musical tiene grandes planes. Su oficina en Nueva York está diseñada en torno a un jardín japonés tradicional. «Pero la nueva casa que voy a construirme se diseñará en torno a los coches», afirma entusiasmado. «La idea es que cada habitación dé a un coche. Formarán parte de la casa».
El amor de Steven Victor por Ferrari es profundo. Cualquiera que dude de su nivel de obsesión solo tiene que preguntarle cómo se llama su bebé de cuatro meses: V XII. Sí, números romanos que deletrean V12.
Incluso para un padre de enorme éxito como productor, buscador de talentos y promotor de nombres de primera fila en el mundo del hiphop y el rap, géneros musicales conocidos por sus apodos poco ortodoxos, esto ya es pasarse. «En casa le llamo simplemente “V”», asegura Víctor con otra de sus sonrisas encantadora. Le echa la culpa a «Pharrell».
Habla de Pharrell Williams, famoso rapero y creativo para marcas de lujo. «Es muy buen amigo mío», explica Víctor. «Fue Pharrell quien sugirió la “V”, porque el bebé es mi quinto hijo. Luego mi mujer quiso añadir el “doce” porque conoce mi obsesión por los V12».
Aunque ya de niño estaba «enamorado de los coches, pero sobre todo de Ferrari», no fue hasta 2016 cuando este directivo de la industria musical —hijo de inmigrantes haitianos con dificultades económicas criado en Brooklyn, Nueva York— se permitió hacer realidad aquellos sueños infantiles.
«Mi primer Ferrari fue un V8, el 488, no el spider, el coupé», recuerda. Su interés por los V12 es otra cosa más que debe a Pharrell Williams. «Sí, sin duda tiene parte de responsabilidad», ríe Víctor. «Pharrell tenía un Enzo negro y me invitó a dar una vuelta con él».
Este trayecto despertó la obsesión de Victor por los V12. Cortésmente, hace una pausa para añadir con seriedad: «Pharrell también es responsable del éxito que he tenido en mi carrera».
Así pues, ¿qué hace tan especiales a los V12? Empieza: «Cada vez que conduzco uno, es como si lo hiciera por primera vez y la sensación que tengo es...». Se queda en silencio mientras busca las palabras adecuadas. «Es como escuchar un disco de éxito por primera vez», declara. «Es una de las mejores sensaciones del mundo, al menos para mí».
Entonces, ¿es solo el sonido del motor? Responde: «Claramente me guío por el sonido. Pero la sensación... la combinación de sonido y sensación es...». Su voz vuelve a apagarse gradualmente. Traga saliva, mira a su alrededor y añade: «Lo es todo».
¿Igual que cuando los artistas sienten que las cosas van tomando forma en el estudio de grabación? «¡Sí, exacto!», exclama, aprovechando la sugerencia. «Todos los elementos encajan. Sí, es muy muy emotivo. Es una experiencia corporal total, por así decirlo».
Parece un buen título para una canción...