Algunos de los Ferraris más extraordinarios se fabricaron con fines muy específicos: desde ganar peligrosas carreras por carreteras de México hasta mejorar el estilo de los deportivos descapotables
Todos los Ferraris son exclusivos. La producción en masa simplemente no es posible para unos coches que se fabrican en gran parte a mano. La mayoría de los Ferraris son modelos de producción en serie, siempre demandados pero sin máximo de cantidad. Otros son codiciados modelos de edición limitada, como el LaFerrari y el F40. Cada coche está numerado.
Pero algunos son auténticas piezas únicas, a menudo creadas para los clientes más entendidos que quieren algo a medida y único.
Aquí veremos algunos de los Ferraris más excepcionales, todos ellos construidos con un propósito único y muy específico, ya fuera ganar una carrera insólita, explorar una nueva tecnología o investigar una nueva orientación en ingeniería.
Empezaremos por el FXX de 2005, que fue un laboratorio móvil para probar nuevas tecnologías y del que se fabricaron treinta coches exclusivamente para uso en circuito. Estaba inspirado en el superdeportivo Enzo Ferrari, a su vez el supercoche de edición limitada más avanzado de su época y para el que se transfirieron a la carretera muchas de las tecnologías propias de la Fórmula 1.
El FXX dio un paso más. Las mejoras técnicas incluían un motor V12 de 6,3 litros y 800 CV más potente, una caja de engranajes tomada de la Fórmula 1 con cambios más rápidos, una carga aerodinámica significativamente mayor y nuevos avances en neumáticos y frenos. Formaba parte de un programa de desarrollo en el que participaban clientes/propietarios y sofisticados sistemas de seguimiento y telemetría de datos. En 2014 llegó una versión FXX K híbrida.
El último FXX —y el único pintado de negro— se regaló a Michael Schumacher cuando se retiró en 2006 después de ganar cinco títulos mundiales para la Scuderia.
El FXX era un coche de pista no homologado para el automovilismo. Por el contrario, el 340 Mexico de 1952 era en gran medida un coche de carreras, pero se desarrolló para un circuito muy específico. Se concibió para competir en la que se consideraba la prueba por carretera más peligrosa y dura del mundo, la Carrera Panamericana.
Esta competición de 3500 km de los años 50 recorría México a lo largo de la recién inaugurada Carretera Panamericana. Hacía calor, las condiciones de la calzada eran a menudo deficientes y la ruta ascendía a 3200 metros al atravesar peligrosos puertos de montaña. En su primer año (1950) murieron tres pilotos y su sangrienta reputación continuaría.
En la carrera de 1951, terminaron primero y segundo los Ferraris 212 Inter, con Piero Taruffi por delante de Alberto Ascari, futuro campeón del mundo.
Para 1952, Enzo Ferrari decidió que hacía falta un Ferrari de carreras especial. El 340 Mexico llevaba un V12 de 4,1 litros diseñado por Lampredi al que se le habían cambiado las culatas y los carburadores, en parte debido a las grandes altitudes. Se le añadió una quinta marcha más larga y se reforzaron el eje trasero y la transmisión para compensar las superficies frecuentemente irregulares. Solo se hicieron cuatro coches.
Pilotado por Luigi Chinetti, acabaría tercero. El Mercedes ganador se impuso a pesar de que un zopilote golpeó en la cabeza al copiloto a toda velocidad: tales eran los retos de esta singular carrera mexicana, prohibida tras su edición de 1954.
Otro tipo muy diferente de coche especial para competir fue el Ferrari 212 E Montagna. Se trataba de un spider único pensado para el desnivel que utilizaba una versión de 2 litros del motor Tipo 207 F1 plano de 12 cilindros y 1,5 litros.
Tradicionalmente, Ferrari no se ha destacado en la escalada: una contrarreloj subiendo una montaña o una larga pendiente. Sin embargo, rara vez ha habido un coche que dominara mejor ninguna forma de deporte de motor. En 1969, Peter Schetty, campeón de Europa de Montaña, ganó todas las rondas que disputó.
El 365 P Berlinetta Speciale de 1966 era un Ferrari muy diferente. Este prototipo deportivo sería el primer automóvil de carretera fabricado expresamente con motor central trasero en lucir la marca Ferrari. Fue el precursor de coches posteriores con motor central trasero, como el 365 GT4 Berlinetta Boxer. Propulsado por un Colombo V12 de 4,4 litros, se parecía al Dino 206 GT con motor V6, comercializado un año después. Entre sus muchas características inusuales, contaba con tres asientos, incluido el puesto de conducción central: 25 años más tarde se utilizó por primera vez el mismo formato en el superdeportivo McLaren F1.
Por su parte, el 365 California de 1966 fue un ejercicio de belleza estilística. Solo se fabricaron 14 ejemplares, lo que lo convierte en uno de los Ferraris de producción más insólitos de los años 60. Se trata de uno de los deportivos italianos descapotables más distinguidos y elegantes; su diseño corrió a cargo de Pininfarina, que también se ocupó de montar y acabar su carrocería hecha a mano.
El nombre California se reintroduciría en el atractivo gran turismo de 2008, con un innovador techo rígido retráctil. Lejos de ser un Ferrari muy infrecuente, este California se convirtió en uno de los Ferraris más populares de la historia de la compañía.