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Sede de Ferrari y Maranello: historia de dos ciudades

07 agosto 2020

Gianni Biondillo

La sede central de Ferrari en Maranello está formada por una amalgama de edificios de estilos muy diferentes, a veces incluso discordantes, diseñados por arquitectos de fama mundial. Descubrimos por qué esta “ciudad empresarial” a la italiana es única


Para muchos, Maranello (la pequeña población donde se sitúa la fábrica de Ferrari) es un ejemplo clásico de “ciudad empresarial”. Pero, ¿es correcta esta asociación?

El concepto de ciudad empresarial es una evolución de las ciudades industriales nacidas al calor de la Revolución Industrial, del deseo de empresarios progresistas de crear asentamientos que respondieran a las necesidades de las personas que vivían y trabajaban en ellas. Eran poblaciones autónomas y autosuficientes (ofrecían alojamientos, servicios, escuelas, lugares de culto e incluso salas de espectáculos) en las que todo giraba en torno a la fábrica, la “visión” de emprendedores de mente abierta que sabían que brindar a los trabajadores una buena calidad de vida mejoraba la calidad del producto.

Existen numerosos ejemplos en la historia. Las más famosas se fundaron allí donde se originó la Revolución Industrial. Lugares como New Lanark (declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO) en Escocia y Saltaire en Yorkshire, al norte de Inglaterra. En ellos, los trabajadores textiles tenían su propios hospitales, teatros de conciertos y bibliotecas. Poblaciones similares se crearon en Alemania, España, Francia e Italia, cuyo ejemplo más famoso se encuentra en Crespi d’Adda (Lombardía), declarada también Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995.

¿Puede considerarse Maranello una “ciudad empresarial” en este sentido? En realidad no, el “Villaggio Ferrari” (las instalaciones de producción) no surgió de una localidad, sino de una carretera. Y no podía ser de otra manera: ¿dónde más podía surgir el centro automovilístico más famoso del mundo sino junto a una carretera?

La planta de Ferrari se construyó en Maranello en 1943. Antes, Enzo Ferrari tenía su fábrica de mecánica en Módena, a unos 15 kilómetros en dirección noreste, en la Via Emilia, una de las vías consulares más importantes del Imperio Romano. Cuando Ferrari decidió ampliar la fábrica para aumentar los volúmenes de producción, primero consideró la posibilidad de hacerlo en el municipio de Formigine, situado justo al lado de Maranello. Pero la administración local denegó su solicitud, así que optó por esta última. 

De nuevo, el lugar elegido estaba cerca de una carretera, en este caso la via Giardini, construida originalmente por el Duque Francisco III de Este para conectar la ciudad de Módena con la región de la Toscana.

Sin embargo, la intención de Ferrari no era fundar una ciudad empresarial en el sentido tradicional: durante décadas, la “villa” industrial del Cavallino Rampante, con su arquitectura moderna y avanzada, se ha ido desarrollando en paralelo a la pequeña localidad de Emilia-Romagna, que cuenta con su iglesia, su centro histórico y su castillo.

Sí, es verdad que los visitantes acuden a Maranello a ver el museo Ferrari, pero su interés se centra, sobre todo, en tratar de atisbar algo detrás de las vallas de la “Ciudad Ferrari”. En particular, los jóvenes diseñadores se sienten especialmente atraídos por la nueva arquitectura edificada en los últimos años. Tenemos el túnel de viento, diseñado por Renzo Piano, y los talleres de mecánica, el pabellón de pintura, la cantina de la compañía (todos proyectos desarrollado por Marco Visconti) y el nuevo centro de logística, diseñado por Luigi Sturchio. También está el nuevo edificio de la línea de montaje, creado por Jean Nouvel, y el Centro de Desarrollo de Productos, obra de Massimiliano Fuksas.

Con el paso de los años, en el imaginario colectivo, la sede de Ferrari y Maranello se han fundido en una sola ciudad: la asociación entre el nombre de la población y la fábrica ya es automática, hasta el punto de que el nombre de la pequeña localidad se identifica con la marca del Cavallino. Pero sería un error pensar que el uso de nombres de arquitectos famosos por parte de Ferrari es un intento de emular un modelo contemporáneo utilizado por otras compañías, como es el caso de Facebook, que acudió a Frank Gehry para diseñar su ciudad empresarial, o de Apple, cuya nueva sede de Cupertino, en forma de “nave espacial”, se debe a Norman Foster.

A diferencia de estos otros ejemplos, aquella que muchos denominan “cittadella Ferrari” no es un lugar “blindado”, aislado del exterior y alejado de todo lo que lo rodea. De hecho, basta dar una vuelta alrededor de la fábrica para ver lo conectada que está la Casa de Maranello a su ciudad natal: hubo un tiempo en que, una vez fuera de la fábrica, aquellos que visitaban la antigua sede central no tenían más opción que cenar en el Ristorante Cavallino (donde solía comer Enzo Ferrari). En la actualidad, Maranello cuenta con otros muchos restaurantes y, si tienes suerte, puede que incluso encuentres a pilotos y técnicos de Ferrari disfrutando de las exquisiteces de la región en alguno de ellos.